[59] Warden, 2012, pp. 97-99.
[60] Gaultier, 2010, p. 132, sobre las formas procedentes de Falerii.
[61] Ibid., p. 126.
[62] Colonna 1985, p. 98.
[63] Colonna, 2002, p. 158.
[64] Gaultier, 2010, p. 135.
[65] Véase Colonna, 1985, pp. 67-68.
[66] Sobre la naturaleza del emplazamiento véase Holloway, 1994, pp. 166-167.
[67] Colonna, 1991.
[68] Para un completo debate sobre la datación de esta fase véase Sommella Mura, 1977b, especialmente p. 121, y Sommella Mura, 1977a, p. 11. En general: Ioppolo, 2000, Pisani Sartorio, 2000. Para una evaluación crítica de la reconstrucción histórica véase Brocato y Terrenato, 2012. La primera monumentalización del Templo de Apolo en Pompeya debería establecerse en este mismo periodo (Zevi, 1998, p. 6).
[69] Torelli, 1997, p. 116. Véase también Lulof, 1993.
[70] Livio, 5.19.6.
[71] La fecha de ca. el 509 a.C. para la expulsión de los reyes etruscos de Roma fue un constructo de la historiografía romana temprana y no proporciona ninguna base para explicaciones anteriores al tercer cuarto del siglo V a.C. (Bleicken, 1988, p. 18).
[72] Véase Livio, 1.56.1 para los trabajos forzados en el Templo Capitolino de Júpiter.
[73] A largo plazo, esto pedía unos rasgos decorativos específicos, cómo mínimo sobre una base aislada: Strazzulla, 2006, pp. 38-39.
[74] Véase (aunque él no emplea el término) Oakley, 2014, p. 4.
[75] Gaultier, 2010, p. 129.
[76] P.e., el del tal Iana (Année épigraphique = A E, 1995, p. 189).
[77] Bartoloni, 1989-1990. Véase también el catálogo (para toda la República) en Marroni, 2010, pp. 43-206.
[78] Véase Sciortino, 2005, p. 92: depósitos a partir del siglo VII a.C. en adelante.
[79] Zeggio, 2005, p. 69.
[80] Pensabene et al., 2005, p. 105.
[81] Bartoloni, 1989-1990, p. 758.
[82] Sommella Mura, 2000, p. 60.
[83] Ibid. y Sommella Mura, 2009. Para una historia condensada de su construcción, Perry, 2012.
[84] Hopkins, 2012, p. 124.
[85] Plinio, HN 35.154. Sobre mi caracterización de los plebeyos véase Oakley, 2014, p. 8.
[86] Livio 2.42.5; véase también 4.20.12 y Dioniso de Halicarnaso 6.13.
[87] Para una reconstrucción del edificio véase Nielsen y Poulsen, 1992, esp. pp. 75-79.
[88] Para esta observación véase Holloway, 1994, p. 169. Lo respaldan los hallazgos mencionados por Guzzo, 1998. Cfr. también el depósito de discos de peso graduados a mediados del siglo VI a.C., adelantándose al surgimiento de una economía monetaria (ibid., pp. 29-30).
[89] En Torelli, 1997, y en los tratados de Palombi, 2010 se encuentra un informe completo.
[90] Downey, 1993, pp. 243-245; exposición completa en Downey, 1995.
[91] Liou-Gille, 2004, pp. 249-251; Losehand, 2007, pp. 82-84; Coarelli, 2011, pp. 61-64.
[92] Véase supra, cap. II.2: «La transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro en la región mediterránea».
[93] Filippi, 2007/8, pp. 626-628 y 636; cfr. Gallone, 2008, pp. 662-663.
[94] Véase supra, cap. II.5: «Dioses, imágenes y banquetes».
[95] Sobre este proceso véase Rüpke, 2012f, pp. 19-20. Sobre la historia de la institución véase Bianchi, 2010.
[96] Esta última hipótesis se encuentra en Zevi, 1993.
4. Prácticas religiosas. Del siglo VI al siglo III a.C.
1. EL USO DE LOS CUERPOS
No tenemos ninguna posibilidad de reconstruir la mayor parte de lo que constituía el rito a mediados del primer milenio a.C., especialmente en el ámbito de la práctica religiosa. Esto se aplica a las palabras, aún más a las palabras formuladas rítmicamente y, sobre todo, a las formulaciones melódicas; es decir, a las canciones y la música[1]. Ocasionalmente, un instrumento de viento depositado en alguna tumba nos recuerda el elemento sonoro. Las mismas limitaciones se aplican al olor, que solamente se apunta en