Feminista y cristiana . Lucetta  Scaraffia. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Lucetta  Scaraffia
Издательство: Bookwire
Серия: Sofi´a
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788428837828
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no incorporó la idea de la identidad sexual: nosotras sí lo hicimos en nuestro mensual, proponiéndolo a la reflexión común.

      Nos preguntamos luego, en un largo diálogo con la filósofa Camille Froidevaux-Metterie, si se podría debatir sobre la diferencia femenina sin caer en el existencialismo. Así nos dimos cuenta de que el cambio antropológico que estábamos viviendo amplía ahora a todos los seres humanos lo que hasta entonces había sido una experiencia de las mujeres, es decir, el ser al mismo tiempo personas de derecho, libres e iguales e individuos encarnados y sexuados. De hecho, el proyecto de la filósofa fue introducir de nuevo la corporeidad femenina en la reflexión feminista.

      Había miles de señales que indicaban que el cuerpo de las mujeres estaba en el centro del enfrentamiento entre religiones, y en particular en el del cristianismo y el islam, presentándose como una cuestión clara y zanjada en la que se contraponía, por un lado, el oscurantismo de los velos y los burkas, y, por otro, la libertad. La cuestión de las mujeres, por tanto, está hoy en el centro de las relaciones entre las distintas confesiones religiosas, pero este análisis rápido y superficial no nos convencía, y por ello decidimos dar comienzo a un recorrido de estudio, para tratar de huir de estas formas de fácil simplificación. El hecho de que, sobre todo en Francia, hubiera un pequeño número de mujeres –jóvenes, emancipadas– que se convertían al islam, no para casarse con un musulmán, sino por decisión propia, nos llamó mucho la atención. Era preciso examinar de nuevo la situación, profundizar más. Lo hicimos partiendo de un libro un tanto olvidado, L’harem et les cousins, de Germaine Tillion, que sirvió para desmentir una de las convicciones más arraigadas de nuestro tiempo, la de que las religiones están en el origen de la opresión de las mujeres y que, en particular, la religión islámica las humilla y limita su libertad.

      Hasta hace unos decenios, cuando la presencia musulmana en Europa no era tan visible, y sobre todo no parecía plantear ningún problema concreto, era la Iglesia católica la bestia negra del feminismo, por su cerrazón ante los anticonceptivos y el aborto y por el rechazo al sacerdocio femenino. Hoy su puesto lo ocupa el islam.

      Tillion informa sobre el problema en el contexto antropológico más extenso del área mediterránea, y hace reflexionar sobre una norma contemplada en el Corán que no se ha aplicado nunca: el derecho de las hijas a heredar, aunque fuera una pequeña parte. La comunidad musulmana casi nunca ha respetado este derecho. Según la comunidad musulmana, el origen de la opresión de las mujeres no está en la religión, sino en la estructura social relativamente homogénea en la costa meridional y septentrional del Mediterráneo, opresión que ha sobrevivido a las revoluciones religiosas cristiana e islámica. El largo período en que la autora establece su discurso implica también a Europa, y subraya que, en realidad, las grandes religiones han fracasado en su plan para revalorizar a las mujeres.

      Si nos dirigimos a los numerosos libros publicados estos últimos años sobre la tradición coránica y las mujeres, los resultados son poco satisfactorios. De hecho, ante una sentencia clara e incondicional que indicaba como única posibilidad de emancipación la secularización de estilo occidental, se oponían una serie de declaraciones poco documentadas sobre el Corán como texto propicio para las mujeres.

      De modo que nos pusimos en contacto con una especialista de la tradición islámica, Samuela Pagani, y a través de ella descubrimos estudios que desvelaban la presencia femenina tanto en las numerosas figuras de santas veneradas en los países musulmanes como en la tradición mística iniciada por Rab’ia, una mujer. Como explica la especialista, en el islam, la santidad nace de un reconocimiento desde abajo, a menudo vinculado a la tradición sufí, que confiere autoridad incluso a las personas más humildes y, por tanto, también a las mujeres.

      No es sorprendente –escribe Pagani en Donne Chiesa Mondo– que las fuentes sufíes continúen ofreciendo recursos a estudiosas y pensadoras musulmanas comprometidas con volver a conectar el discurso moderno sobre los derechos y la dignidad de las mujeres con el patrimonio clásico. Esto sigue siendo actual no solo porque da voz a un ideal de igualitarismo, sino por su capacidad para escenificar el conflicto permanente de este ideal con las profundas fuerzas sociales y psicológicas que dificultan su realización4.

      Dimos comienzo así a un recorrido de conocimiento del islam diferente del que transmitían habitualmente los medios de comunicación, mucho más rico e interesante, que nos ayudó a comprender los motivos de las jóvenes que se convertían. No de las que adoptaron las razones de musulmanes radicalizados, sino de aquellas que entraron a formar parte de la comunidad moderada pero intensamente religiosa de los países de inmigración. Un camino de reflexión iniciado con tres números monográficos dedicados al tema, pero que prosiguió luego con la inserción de un artículo «islámico» dentro de cada número monográfico, que llevaba a resultados innovadores e interesantes, y que fue interrumpido bruscamente por la dimisión a la que nos vimos obligadas dada la nueva situación editorial.

      Este trabajo de profundización intelectual estuvo acompañado de la iniciativa de militancia política en sentido amplio. Muchos de nuestros números monográficos estuvieron dedicados a la denuncia de numerosísimos casos de violencia sexual que tenían lugar en los escenarios bélicos del mundo, situaciones que nos llevaron a formular una petición a la ONU, la Organización de las Naciones Unidas: establecer para la violencia sexual las mismas sanciones y los mismos procesos terapéuticos de recuperación contemplados para la tortura. Pero también, más en concreto, encontramos la financiación para regalar a una monja congoleña que se ocupaba de curar a las mujeres violadas abandonadas en el bosque un jeep equipado con ambulancia móvil para recogerlas y tratarlas.

      En nuestra reflexión sobre las mujeres y su emancipación era central el tema de la maternidad, prerrogativa femenina defendida con fuerza por la Iglesia y a menudo ignorada en el debate feminista. Maternidad concreta –como la que tantísimas mujeres en diferentes partes del mundo se ven obligadas a vivir cada vez más en soledad– y maternidad simbólica, como la de las religiosas.

      Desde este punto de vista se reveló como especialmente interesante el número de diciembre de 2017, en que publicamos una serie de instantáneas, obtenidas en diferentes partes del mundo, en las que una mujer, con su sola presencia, impedía que se desencadenara la violencia militar sobre la población o el enfrentamiento entre dos grupos masculinos rivales. Lo interpretamos como señal de la fuerza del cuerpo femenino, que nace de su capacidad para dar vida. Tema sobre el que reflexionaron periodistas y filósofas feministas en este mismo número de la revista.

      Al mismo tiempo que nacía la revista en 2015 comenzamos la práctica de un retiro anual, en un monasterio, en el que nos reuníamos durante unos días. Las creyentes, para orar; todas, para reflexionar y para debatir los temas que íbamos a tratar en nuestro mensual. Esta experiencia dio cohesión a la redacción y permitió la preparación de temas de gran alcance y a largo plazo. Así, de nuestra exigencia de retiro nació el rico y fructífero contacto con algunas hermanas de la comunidad monástica de Bose, que compartieron con nosotras los debates, conduciéndonos a nuevos temas y nuevos interrogantes, y surgió así una rica red de contactos intelectuales que amplió y enriqueció nuestro grupo de colaboradoras. En particular debemos a Enzo Bianchi su amable y exquisita hospitalidad y su contribución particular: algunos de los artículos que publicamos, e incluso una receta para la comida de Navidad, llevan su firma.

      Los días que pasamos en Bose, entre paseos por la campiña piamontesa y admirables liturgias, debates animados y cargados de inteligencia e ironía, fueron, sin duda, los momentos más hermosos y fecundos de ideas y estímulos en nuestra experiencia de trabajo conjunto. Compartimos con las hermanas y hermanos de Bose nuestra pasión intelectual, la voluntad de dialogar entre creyentes y laicos o pertenecientes a otras confesiones cristianas y a otras religiones; en el fondo, la magia de esos momentos en que surgían ideas de un grupo compuesto por personas vivaces y que deseaban colaborar. Momentos en los que sentimos que el crecimiento espiritual nace del diálogo, del trabajo conjunto, de la amistad y de los objetivos compartidos.

      Si nuestro mensual ha podido reflejar, aunque haya sido solo parcialmente, estos momentos felices, este entusiasmo y esta apertura, ha obtenido ya un magnífico resultado.

      La riqueza de nuestro trabajo radicaba