4 Ricard Huerta y Romà de la Calle (eds.): Espacios estimulantes. Museos y educación artística, Valencia, PUV, 2007, 240 pp. También Ricard Huerta y Romà de la Calle (eds.): La mirada inquieta. Educación artística y museos, Valencia, PUV, 2005, 249 pp.
INTRODUCCIÓN: FUE(RA) ADENTRO
Andrés Alonso Martos
Universitat de València
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El lector tiene en sus manos los textos presentados en el congreso internacional de filosofía dedicado al pensador Emmanuel Lévinas (1906-1995) –lituano de origen, francés de adopción y judío– con ocasión del primer centenario de su nacimiento. Bajo el título «Lévinas: la filosofía como ética», fue celebrado en el MuVIM (Valencia) durante los días 15, 16 y 17 de noviembre del 2006 y organizado por el propio MuVIM y la Universitat de València; tuvo en su dirección académica a José Miguel Martínez Castelló, Francisco Amoraga Montesinos y quien esto escribe.
Hay algo arriesgadamente significativo en la celebración de este congreso; tiene por ello este libro rasgos de hito editorial en lengua castellana. El riesgo reside en que no es Lévinas un filósofo conocido fuera del mundo de la academia filosófica española, a la vez que no es demasiado estudiado dentro de ella; incluso a veces –según se argumenta en uno de los artículos aquí recogidos– no se le considera ni filósofo. Sin presencia fuera de este ámbito y con escasísima relevancia dentro de él, constituye un riesgo, por tanto, plantear cualquier proyecto sobre dicho pensador en España; de hecho –y mientras se han sucedido en todo el mundo decenas de ellos–, el congreso de Valencia ha sido el único que se ha organizado aquí para conmemorar esta efeméride. El significado de este riesgo tiene, por su parte, doble faz: por un lado, es significativo que el MuVIM y la Universitat de València decidieran incluir este nombre –Lévinas o Levinas, como verá el lector a lo largo de estas páginas: doble nombre propio que señala su doble procedencia lituana y francesa, disyunción que expresa, quizá, un proceder lévinasiano– dentro de los congresos anuales sobre filosofía que realizan conjuntamente desde el 2004, pues sitúan a este pensador en una secuencia filosófica que va de Kant (2004) a Schiller (2005), pasando por Hegel (2007) y Rousseau (2008);1 el otro lado de esta significación arriesgada: dada la poca o nula existencia de Lévinas –aunque va en aumento– en el ámbito filosófico español, pocos son los investigadores que dedican sus esfuerzos a este ¿filósofo?, por lo que un congreso que los reúna a prácticamente todos consigue ser un acontecimiento en los estudios sobre Lévinas, al mismo tiempo que un libro que contenga las conferencias de dicho acto –está en tus manos, lector– deviene un hito ¿filosófico? en lengua castellana.
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¿Por qué Emmanuel Lévinas: la filosofía como ética? Parte de la respuesta a esta cuestión tal vez desemboque en que el amor a la sabiduría –la filo-sofía– es en verdad la sabiduría del amor;2 o en que «la ética no es en modo alguno una capa que envuelva a la ontología, sino que de alguna manera es más ontológica que la ontología».3 Tal vez así ocurra, cierto, pero para ello se exige la lectura del volumen que el lector tiene entre sus manos, con ello se le obliga a seguir todos los pasos que el pensamiento de Lévinas recorre: su posición dentro y fuera de la filosofía (Antonio Pérez Quintana, Patricio Peñalver, Antonio Lastra, César Moreno, Manuel E. Vázquez), la torsión al concepto tradicional de ética (Agustín Domingo Moratalla, Graciano González) o de lenguaje (Antonio Domínguez Rey), la convergencia o divergencia de la ética y la política (Gérard Bensussan, Zygmunt Bauman, Ángel Gabilondo), o entre ética y derecho (Gabriel Bello), así como las raíces judías de su pensamiento (Julia Urabayen, Alberto Sucasas).
Lo exige y lo obliga porque no hay en Lévinas un abandono del concepto; digámoslo también de doble manera: su pensamiento opera con lo que hace su entrada, su intervención y con lo que se introduce –y esto mismo hay que decirlo en toda introducción: «la sexualidad, la paternidad y la muerte introducen en la existencia una dualidad que concierne el existir mismo de cada sujeto»–4 en el concepto desde un más allá o más acá de él, desde la exterioridad, para (des)habitar en su centro; existe en Lévinas, además, la firme voluntad de salir por la misma puerta por la que entró, desorientando la ordenación.5 Y es que allí donde se corre el riesgo con Lévinas porque, siendo su temática la alteridad, él es el otro, allí donde se le emplaza afuera y adentro, ni afuera ni adentro, pero en el adentro del afuera y el afuera del adentro,6 allí donde hay un rechazo a la exhibición, a la correlación o al encadenamiento, allí donde todo se asemeja a todo y cualquier cosa nos es familiar y forma género, allí donde poca cosa –tampoco Lévinas, ¿por qué Lévinas?– tiene transcendencia, «¿hay algo en el mundo que pueda hurtarse a este orden primordial de la contemporaneidad sin dejar por ello de significar?».7 El riesgo de este congreso, también el de Lévinas, era significativo porque no carecía de significado:
Todo depende –continúa poco después– de la posibilidad de vibrar con una significancia [signifiance] que no se sincroniza con el discurso que lo capta ni se sitúa en su orden; todo depende de la posibilidad de una significación que significaría como una perturbación [dérangement] irreductible.8
Salir por la misma puerta por la que se entró, poniendo a vibrar el concepto hasta su perturbación, desde adentro para crear un afuera, pensar el exterior para respirar,9 todo ello sería un modo de dejar esta puerta de la filosofía un poco entreabierta para una intromisión que al mismo tiempo es una huida, pues «la perturbación entra de una manera tan sutil que ya se ha retirado»:10 Lévinas no es un fenómeno, sino un enigma.
Parejo modo de hacer esa entrada –la intervención, la introducción– es el que el lector pueda encontrar en este volumen, junto con los artículos presentados en el congreso, dos textos que añadimos ahora: una entrevista inédita a Lévinas como puerta de entrada, «La asimetría del rostro», y un poema de Francisco Amoraga Montesinos como salida del libro, a modo de despedida, «Antepués». El lector debe cruzar la duplicidad de esta puerta.
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Por último, los agradecimientos y reconocimientos. El agradecer y el dar las gracias no son ajenos al propio Lévinas, pero siempre en la forma del darlas sin recibirlas, de la exposition sans merci –sintagma recurrente en De otro modo que ser o más allá de la esencia hasta casi alcanzar un estatuto trascendental–. Ante todo, exposition sans merci con nuestros huéspedes: agradecemos a los ponentes haber aceptado nuestra invitación. Queremos destacar la colaboración del Instituto Francés de Valencia –en especial de su director, M. Pierre Berthier– en la configuración definitiva del programa del Congreso. También la de la Universidad Autónoma de Madrid –en particular a Jorge Pérez de Tudela, su director de Servicio de Publicaciones– por editar este volumen junto con PUV. El apoyo económico y el aliento anímico del Decanato de la Facultat de Filosofi a i Ciències de l’Educació de la Universitat de València –tanto de su antiguo equipo, con Manuel E. Vázquez a la cabeza, como del actual, con Ramón López y Juan de Dios Bares– han sido absolutamente necesarios para llevar a cabo este proyecto. Muchas gracias.
Absolutamente necesario tendría que querer decir al mismo tiempo más