Camagni también concede una gran importancia al análisis del capital territorial, porque para él
los elementos incluidos bajo el concepto integral de capital territorial, representan el potencial de desarrollo de los lugares, las dotaciones de capital territorial regional en sí mismas plantean implicaciones políticas relevantes, ya que ‘cada región tiene un capital territorial’ específico que es distinto del de otras áreas y genera un mayor rendimiento para tipos específicos de inversiones que para otros, ya que estos son más adecuados para el área y usan sus activos y su potencial con mayor eficacia (2009: 120, citando a la Comisión de Desarrollo Regional de la Unión Europea, 2005, p. 1).
Ciertamente, tanto para los organismos internacionales, como para científicos sociales que han contribuido a la comprensión y definición del concepto capital territorial, éste constituye un factor relevante para el desarrollo de las regiones, para su competitividad.
El capital territorial: desarrollo y competitividad regional
Como puede apreciarse, las regiones se han constituido en los principales territorios a los que se han orientado las estrategias y proyectos de desarrollo territorial tanto en Europa como en América Latina, aunque el paradigma comprende al territorio en distintas escalas geográficas y por ende la aplicación de sus propuestas de acción para el logro del desarrollo en espacios de diferente tamaño. Pero el interés en el desarrollo regional es significativo, por varias razones, entre ellas, la existencia o incluso ampliación de las disparidades regionales, el menor desarrollo que presentan las áreas rurales respecto a las urbanas, porque se han convertido en los actores principales que compiten internacionalmente entre sí, por capital, tecnología y mercados, a causa de la dinámica de la economía capitalista de alcance global; y porque dichos espacios son los más próximos y determinantes para los distintos bienes y servicios que sus poblaciones gozan, tales como: empleo, educación, vivienda, salud), motivos por los cuales, las regiones (aunque también las comunidades) hoy en día se han constituido en la plataforma del desarrollo. Sergio Boisier2 señala, que hay que considerar que estos espacios no son independientes, sino que se articulan entre sí (desde el espacio mundo, el de país, el de las regiones o entidades hasta llegar al ámbito local), en una real jerarquía, sin que ello signifique que los espacios de menor tamaño no puedan gozar de grados de libertad (1999, p. 26).
Precisamente Boisier considera que el potencial de desarrollo de las regiones reside en los vínculos que pueden crearse en los elementos del entorno interno, lo que en realidad significa la capacidad de las regiones de conducir y aprovechar los elementos que tienen para posicionarse mejor en el contexto global, es decir, de ser “exitosas”. Con lo que está planteando el que las regiones deben tomar en cuenta los recursos naturales, los factores económicos con los que cuenta para ser exitosas, pero enfatiza en que no sólo deben considerar esta clase de factores, sino también a los patrones culturales, a las interacciones sociales, a los aspectos psicosociales, es decir, a los recursos a los que se les ha denominado capital social.
De tal manera que Boisier, sin utilizar el concepto de capital territorial, alude a él, puesto que advierte la relevancia que tienen elementos de carácter social, cultural y político, las interacciones entre los distintos agentes que habitan una región y que construyen un entorno interno, lo que la :OECD denomina un cierto “ambiente. Por ello señala la necesidad de identificar y generar nuevo conocimiento sobre esos elementos que pueden contribuir al desarrollo de las regiones, y su obligada valorización (1999, p. 29), afirmación con la cual hace alusión sobre la necesidad de generar conocimiento y valoración del capital territorial de las regiones.
De hecho, Boisier considera que para que las regiones sean “exitosas” es fundamental contar con la información y el conocimiento sobre el territorio, con la base científica del conocimiento sobre los fenómenos del desarrollo territorial, como apunta
en otras palabras, no hay conocimiento más importante que aquel que da luz sobre los factores determinantes del desarrollo. En todo esfuerzo contemporáneo de fomento del desarrollo territorial hay que responder explícitamente a una pregunta central: ¿De qué depende el desarrollo de un territorio en un contexto de economías de mercado abiertas y descentralizadas? Si no es posible responder a esta pregunta, es claro que todo intento de intervenir sobre el proceso latente, a fin de desatarlo o acelerarlo, será un intento azaroso que dará resultado si se tiene buena suerte (1999, pp. 27-28).
El autor responde a la pregunta, afirmando que, para lograr el desarrollo, no es suficiente la obtención de información y de conocimiento sobre los factores causales del desarrollo (desde aquellos relativamente clásicos como los recursos naturales, hasta los de más moderna concepción, como la capacidad de crear progreso técnico) sino que es indispensable la generación de una sinergia entre los factores, es decir, a través de una articulación cohesionada e inteligente de los factores causales. También aclara que en realidad se trata de un proceso complejo y permanente de coordinación de decisiones por los diversos actores del territorio, que debe convertirse en una “matriz decisional” orientada al desarrollo (1999, p. 28). Esta matriz decisional debe convertirse en un proyecto político de desarrollo que advierta las fuerzas endógenas y exógenas del crecimiento y del desarrollo para propiciar interrelaciones dinámicas que beneficien a las regiones (1999, p. 22).
Evidentemente para Boisier no sólo se trata de la generación de información y conocimiento del capital territorial con el que cuentan las regiones, sino de su aprovechamiento por parte de los actores locales, quienes deben emplearlo en la construcción y ejecución de su proyecto político de desarrollo, especialmente en el contexto de la globalización, en el cual los territorios compiten entre sí por el capital y los mercados. Así que, el empleo inteligente del capital territorial puede permitir responder mejor a los actores locales frente a las fuerzas económicas de la globalización, esto es, de manera rápida, flexible, y obtener más ventajas, con otras palabras, ser más competitivos.
Cabe señalar, que de acuerdo con Boisier, el proyecto político de las regiones debe suscitar el desarrollo, entendido como no el privilegio de unos pocos; es el derecho de todos, que se alcanza mediante procesos colectivos basados en el conocimiento, en la asociatividad, en el liderazgo político.” (1999, p. 30), impulsando para ello los factores de crecimiento y desarrollo que posee la región.
Concepción del desarrollo que conlleva el conocimiento y utilización acertada del capital territorial de la región, puesto que esta capacidad de conocimiento, de grados de asociación y ejercicio de liderazgo político supone el aprovechamiento y valoración no sólo de recursos físicos, naturales y económicos, sino especialmente de los ethos de los actores, de los aspectos culturales, psicosociales, las interacciones sociales, en suma, de los denominados capital humano y capital social. Como puede apreciarse, Boisier sin emplear el concepto de capital territorial, hace referencia a la importancia que tienen los activos de las regiones para lograr su desarrollo.
Como hemos visto, Camagni le otorga una gran importancia al capital territorial para el desarrollo de las regiones, pero para comprender cuáles son los factores que él considera clave para el logro de la competitividad regional o territorial, es oportuno conocer la diferenciación que él realiza de los bienes que forman este capital, así como la definición que realiza de éstos, a saber:
1) Bienes y recursos públicos. Aquellos bienes públicos tradicionales, tales como capital social e infraestructura social, recursos naturales y culturales de propiedad pública, recursos ambientales. Bienes que constituyen la base general de atracción del territorio local, y representan externalidades, las cuales permiten mejorar la rentabilidad de las actividades locales. Aunque advierte que estos pueden ser explotados de manera insostenible.
2)