Las actividades y empresas, su mayor o menor concentración geográfica y su estructuración (tamaño de las empresas, sectores, etc.).
Los mercados y las relaciones externas, en particular, su integración en los distintos mercados, redes de intercambio, de promoción, etc.
La imagen y la percepción del territorio, tanto interna como externa” (Observatorio Europeo Leader, 1999, p. 22).
Poco tiempo después, en (2001, p. 15) la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (:OCDE), establece que las unidades territoriales dentro de los países cuentan con un capital específico –esto es el “capital territorial”– que es distinto de otros de otras áreas y es determinado por muchos factores […]” que pueden incluir:
la localización del área geográfica,
su tamaño,
dotaciones de factores de producción,
clima,
tradiciones,
recursos naturales,
calidad de vida,
economías de aglomeración provistas por sus ciudades,
incubadoras de negocios,
distritos industriales u otras redes de negocios que reducen costos de transacción.
Otros factores pueden ser:
interdependencias no comerciales, tales como entendimientos, costumbres y reglas informales que permiten a los actores económicos trabajar juntos bajo condiciones de incertidumbre o de solidaridad, asistencia mutua y cooptación de ideas que a menudo se desarrollan en grupos de pequeñas y medianas empresas que trabajan en el mismo sector (capital social).
Por último, según Marshall, hay un factor intangible, “algo en el aire”, llamado “ambiente” y que es el resultado de una combinación de instituciones, reglas, prácticas, productores, investigadores y responsables políticos que hacen posible una cierta creatividad e innovación” (:OECD, 2001, p. 15).
Por su parte, el economista Roberto Camagni, en el año 2009 define el “capital territorial” como el sistema de una variedad de bienes o activos territoriales de naturaleza económica, social, cultural y medio ambiental y específica los bienes o activos de la siguiente manera:
Un sistema de externalidades localizadas, tanto pecuniarias (donde sus ventajas son apropiadas mediante transacciones de mercado) como tecnológicas (cuando las ventajas son explotadas por la simple proximidad a la fuente).
Un sistema de actividades de producción localizadas, tradiciones, habilidades y conocimientos.
Un sistema de relaciones de proximidad localizadas, que constituyen un “capital” –de carácter social, psicológico y político– en el sentido de que eleva la productividad estática y dinámica de los factores locales.
Un sistema de elementos y valores culturales que atribuyen sentido y significado a las prácticas y estructuras locales y definen las identidades locales, elementos que adquieren un valor económico siempre que puedan transformarse en productos comercializables – bienes, servicios y valores – que pueden impulsar la capacidad interna de explotación de las capacidades locales.
Un sistema de reglas y prácticas que definen un modelo de gobierno local (Camagni R., en Capello, Caragliu y Nijkamp 2009, p. 120).
Además, Camagni elabora una clasificación para los elementos del capital territorial de acuerdo con su grado de competencia, a saber: bienes privados y bienes públicos y éstos a su vez los clasifica en bienes tangibles, duros, bienes tangibles mixtos (duros-blandos) y bienes intangibles, los cuales dependiendo de su uso, desarrollo y aprovechamiento alcanzan un cierto nivel de competencia: alta o baja (Camagni, 2009, pp. 121-122). Más adelante ahondaremos en ellos.
La clasificación de Camagni permite la identificación y análisis de los bienes y activos que posee cada territorio y especialmente conocer aquellas interacciones que existen entre diversos factores y descubrir cuáles son aquellas que pueden constituir una fuente de impulso al desarrollo endógeno, constituir su base para el logro de la competitividad.
Es importante señalar, que tanto para el Observatorio Europeo Leader, como para la :OECD y para Roberto Camagni, el capital territorial es mucho más que sólo una lista de activos locales, de hecho, en la perspectiva territorial del desarrollo se subraya que no sólo se trata de un inventario contable, sino de la identificación de especificidades susceptibles de aprovecharse y ponerse de relieve (Observatorio Europeo Leader, 1999, p. 19). Por su parte, como se ha mencionado, la :OECD destaca que el capital territorial también está integrado por activos inmateriales, es decir, por patrones culturales, ideas, relaciones sociales, políticas e interacciones entre los distintos actores de un territorio, a lo que denomina “algo en el aire”, en el “ambiente”. De tal suerte, que lo que tiene cada territorio es distinto, no sólo por las diferentes dotaciones de bienes, sino especialmente por las especificidades del ambiente que ha creado, aquellas que pueden significar un potencial para lograr un mayor desarrollo. Incluso ello lleva a la :OECD a afirmar que “Esto significa que las áreas no solo tienen las ventajas comparativas que David Ricardo señaló (es decir, que son más competitivas debido a los costos relativos de los factores de producción), sino también tienen ventajas absolutas, porque tienen activos únicos” (:OECD, 2001, p. 16). Con respecto a esta afirmación, Camagni, va más allá, al señalar que “Las regiones no compiten entre sí sobre la base del principio Ricardiano de las “ventajas comparativas”, el cual garantiza a cada región un papel en la división internacional del trabajo, sino más bien sobre el principio de Smith, de la “ventaja absoluta” (Camagni, 2002).
Para Camagni, la importancia del capital territorial descansa en que se pueden definir las propiedades de los activos locales, e identificar las potenciales interacciones y sus implicaciones para las políticas de desarrollo. Incluso, anota que el potencial de este concepto reside en el reconocimiento de posibles interacciones entre factores de distinta naturaleza. De tal suerte, que se considera que el “capital territorial” puede desempeñar un papel esencial en el logro del desarrollo de los territorios, en conseguir competitividad en la economía global, lo cual depende de la capacidad de los actores locales para utilizar de manera efectiva sus activos o capacidades, de valorizar sus activos (naturales, patrimoniales, de conocimientos, técnicos, relaciones sociales, patrones culturales, instituciones, etc.).
Sin embargo, Camagni reconoce que el nuevo concepto de capital territorial merece ser examinado más profundamente, especialmente por lo que respecta a sus componentes y significado económico. Para este autor está claro que algunos elementos del capital territorial pertenecen a la misma clase y otros difieren sólo en términos del enfoque teórico de sus proponentes, mientras que otros faltan. Incluso cuestiona acerca de la pertinencia de aplicar la noción de “capital” a algunos de los elementos, porque no implican inversión, o remuneración ni son un factor de producción expresado en términos cuantitativos (Camagni, 2008, p. 37).
Un aspecto importante que el Observatorio Europeo Leader, subraya sobre el concepto de capital territorial, es que éste no es estático, sino dinámico, porque está asociado al proyecto político territorial que los actores locales deben construir, así como a la búsqueda de la competitividad territorial. Además, plantea que para evaluar el capital territorial es indispensable hacerlo en función de la historia del territorio, para comprender el presente, y poder reconocer elementos del pasado con los cuales se pueda desarrollar una estrategia de desarrollo para el momento y con una visión a futuro. Esto último porque los actores locales deben forjarse una visión de futuro de su territorio, en la cual la identificación y ponderación del capital territorial con el que se cuenta se convierte en un elemento clave para desprender estrategias con las cuales se aprovechen