Y en realidad sí que no le faltaba, pero las condiciones laborales y derechos de los fijos son mejores que los de los eventuales, no nos engañemos. Además de la tranquilidad que supone el no preocuparte para el resto de tu vida de tu puesto laboral, de tus días libres, de tus vacaciones, trienios, permisos sin que te rescindan el contrato, bajas sin sentirte mal, sueldo todos los meses… En fin, qué queréis que os diga. Hay muchas ventajas.
Así que empieza tu lista y no te dejes a nadie. Este ejercicio no cambiará el hecho de que tu entorno o personas allegadas sigan pensando así, pero sí que darás un giro a tu forma de afrontar y gestionar lo que te dicen.
Y eso ya es un paso enorme para la liberación total.
2.Expresa con palabras lo que sientes. Qué emociones afloran en ti cuando tú o alguien de tu alrededor cuestiona tus estudios, las horas que echas, el esfuerzo invertido, el tiempo ocupado… O los suspensos anteriores, los entrenos fallidos, esas galletas de más que te hacen saltar la dieta, esa ley que se te atraviesa y vas obviando con tal de no dedicar tiempo a estudiarla…
3.Busca y escribe los motivos por los que tú no te has perdonado aún por esos intentos fallidos de aprobar con plaza y por no aprender de ellos.
Y a su vez, haz lo mismo con esas personas que te dicen palabras desmoralizantes o actúan de forma molesta o frustrante hacia tus estudios.
No te dejes nada. Sácalo todo y sé preciso y minucioso. Cuanto más lo seas, mejor. Más liberador es.
4.Busca aquellas cosas que sí puedes agradecerte, que hiciste bien pero nunca reconoces.
Hazlo también con las personas. Busca circunstancias y situaciones en que hicieron algo bueno por ti y agradéceles por ello.
Escribe todas y cada una de ellas.
5.Ahora escribe la frase:
«Me perdono a mí mismo para mi propia felicidad y por mi propia salud física, mental y espiritual, por …………………………………………………………………………………………………………….».
«Perdono a ……………………… para mi propia felicidad y por mi propia salud física, mental y espiritual, por………………………………………………………………………………………………………….».
6.Ahora toca disculparse. Hacia los demás y hacia nosotros mismos. Así que haz lo propio con la siguiente frase:
«Me disculpo por …………………………….».
Rellena todo lo que se te ocurra, haz la lista interminable. Que, como te mencioné anteriormente, es mucho más liberador.
7.Describe fielmente qué te ha aportado hasta ahora esa situación y cómo podrías haber actuado de manera diferente para un desenlace distinto.
«La situación de mis suspensos anteriores me ha aportado…………………………………………….».
«Podría haber actuado de esta manera ……………………………………………………….»
«La situación ……………….. con ……………. me ha aportado…………………………………………….».
«Podría haber actuado de esta manera………………………………………………………con ……………………….».
8.Solo queda perdonar. Y dirás: «¿Y eso, cómo se hace?». Pues un secreto es que la intención real y verdadera de perdonar, desde el corazón, es suficiente y es lo que vale.
Tú en tu interior sabrás si esa intención de perdón hacia ti y los demás es real o fingida. Quedará para tu interior. Solo tú sabes la respuesta, así que no te engañes, no merece la pena (que seguirás llevando dentro). Sé absolutamente franco contigo mismo y todo te saldrá a pedir de boca.
Te dejo los pasos, de manera esquemática, de lo que he llamado la rayuela del perdón, una invención mía para que al rellenarla sea más gráfico y práctico. Puedes copiarla en un folio aparte, fotocopiarla o rellenarla en el mismo libro, así te será más fácil cumplir todos los pasos y podrás repasarla de un vistazo cuando quieras.
Rayuela del perdón
Otro truco para perdonar es repetir el siguiente mantra tres veces cada vez que pienses mal de ti o de otra persona, te acuerdes con desprecio de alguien o algo que hiciste, estés enfurecido por un mal resultado… Te he expuesto ejemplos simples, y este mantra te servirá para liberar y a la vez bajar revoluciones cuando te enojas por una acción tuya o de alguien:
Te perdono, me perdono.
Te amo, me amo.
Te aseguro de todo corazón que funciona, y verás que con el tiempo la mayoría de los pensamientos negativos hacia ti o los demás, por hechos pasados, desaparecerán y serán fruto del perdón.
Responsabilidad vs. culpabilidad
Cuantos problemas y malos ratos me habría ahorrado si alguien me hubiera enseñado esto antes.
Quiero hablarte de la responsabilidad y la culpabilidad, que, aunque van de la mano, no se parecen en nada y lo peor de todo es que una nos ayuda a empoderarnos y hacernos crecer, mientras que la otra nos puede llegar a destruir.
Según la Real Academia Española, «responsabilidad» se define de las siguientes maneras:
1.f. Cualidad de responsable.
2.f. Deuda, obligación de reparar y satisfacer, por sí o por otra persona, a consecuencia de un delito, de una culpa o de otra causa legal.
3.f. Cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o asunto determinado.
4.f. Der. Capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente.
Y para «culpabilidad» tiene estas acepciones:
1.f. Cualidad de culpable.
2.f. Der. Reproche que se hace a quien le es imputable una actuación contraria a derecho, de manera deliberada o por negligencia, a efectos de la exigencia de responsabilidad.
Como verás, en la misma definición de culpabilidad se introduce la responsabilidad. Hemos recibido durante muchos años enseñanzas relacionadas con la culpabilidad. Todas ellas con diferentes mensajes y máscaras. Por ejemplo, hay que sentirse culpable cuando de pequeños hacemos algo mal, y, por ende, lo hacemos de adultos; hay que dejar salir la culpabilidad si queremos que los demás nos perdonen. Subliminalmente nos dicen que somos culpables de lo que nos pasa, porque está mal o es de sincericidas decirlo en voz alta… Nos enseñan que la culpabilidad debe reinar en nuestras vidas, y que, según lo que hayamos hecho, si nos sentimos culpables, está bien y, además, es lo esperado.
A mí me gustaría creer y crear un cambio de paradigma y de mentalidad. Me encantaría cambiar la culpabilidad por la responsabilidad. No sé si lo conseguiré, pero de granito en granito se pueden mover montañas.
Creo fervientemente que hoy en día son más importante las capacidades y habilidades individuales que el conocimiento. Aun sabiendo que primero es el conocimiento, y que con él parece la habilidad, posteriormente la capacidad y por último la competencia, hay