7. El carácter profundamente ilustrativo de sus escritos se revela ya en el prólogo, en el que el autor establece la estructura –de carácter marcadamente pedagógico– que sustentará su escrito e indica que recurrirá en ocasiones a ilustraciones o dibujos para ofrecer al lector un soporte gráfico con el que cotejar sus explicaciones.
8. Platter parte acompañado de un compañero de estudios, el joven noble Wilhelm Dietrich Notthaft de Hohenberg, apodado Wolff, y de un mercader de Lausanne que responde al nombre de Antoine Durant. Aproximadamente tres semanas después de su partida, la pequeña expedición arriba a Montpellier, ciudad que se convierte en su campamento base para los numerosos viajes que realizará en los años sucesivos por la comarca de Languedoc.
9. A partir de aquí y para facilitar la lectura, cuando las citas pertenezcan al volumen de Platter ya mencionado se indicará tan solo el número de la página entre paréntesis.
10. A pesar de que el desarrollo de la literatura se había visto reducido debido a la crisis económica existente, Platter manifiesta que existen libros impresos en catalán y que incluso ha adquirido algunos (326).
11. Thomas Platter no es el único viajero de la época que señala la existencia de estas bandas de salteadores que amenazan a los que transitan por los caminos de España. Cf. Liske (1878: 19) y Thomae (1961: 93-94).
12. También los mencionados grupos de bandoleros son una consecuencia de la crisis social y económica que se vive en la Cataluña que visita Thomas Platter, situada en la «periferia del Imperio» de Felipe II.
13. La actitud de Platter en este sentido es comparable con la de muchos otros viajeros que visitaron España durante los siglos XVI y XVII. Cf. Díez Borque (1990: 91-98) y Thomae (1961: 154-156).
14. El santuario de Montserrat era ya en aquel momento un renombrado lugar de peregrinación y el mismo autor afirma encontrar allí un ingente número de visitantes extranjeros (364).
15. Un miedo que no era en absoluto irracional, pues los extranjeros –especialmente los provenientes de países protestantes– eran objeto de persecución. Aunque en Cataluña no se registran núcleos protestantes, su situación fronteriza también es considerada un peligro por las autoridades inquisitoriales, por lo que se extrema la represión contra cualquier conducta u opinión consideradas heterodoxas. Cf. Díez Borque (1990: 109-112) y García Cárcel (1992: 23).
16. Al final, aunque carente de cualquier intención autobiográfica, el texto de Platter vuelve una vez más a hablarnos de él, a través de su retrato del otro.
17. La transgresión de Thomas Platter –su propia carnavalización de la religión– parece ajustarse a la realidad de un sujeto a caballo entre el Renacimiento y el Barroco. Si bien su «travestismo» podría apuntalar también la reiterada tesis del autor de que todo cuanto define la fe y la religiosidad en España es apariencia y «disfraz».
18. Platter aporta sus fuentes en varias ocasiones, con la clara intención de demostrar que las suyas no son impresiones subjetivas, sino que poseen una base documental. Como él mismo establece en su prólogo (6), no sólo su descripción de los lugares visitados, sino el relato completo de sus viajes, se fundamenta en dos textos por los que confiesa sentir una gran admiración: Theatrum Orbis terrarum (1570), una colección de 53 mapas realizada por Abraham Orthelius (1526-1598), y Relationi Universali (1591-1598), obra en la que Giovani Botero (1544-1617) recogió las relaciones en la cristiandad en diferentes lugares. En lo que respecta a España, entre otros autores, Platter se refiere a los escritos de autores tan dispares como Jakob Meyr (338) y Fray Pedro de Burgos, autor de Historia y Milagros de Nuestra Señora de Montserrat, volumen del que Platter extrae las historias y leyendas con las que adorna su excursión al santuario (363).
19. Cf. Liechtenhan, 264.
JESUITAS ALEMANES EN ESPAÑA DE CAMINO AL NUEVO MUNDO. CONTACTO Y CONFLICTO ENTRE CULTURAS
Albrecht Classen
University of Arizona
INTRODUCCIÓN
Lamentablemente, la historia de Occidente conoce innumerables casos de estereotipos que han dado como resultado racismo, agresión, guerras y violencia en general. Lo peor es que ni la inteligencia ni el conocimiento de los otros, que son las víctimas de los estereotipos, pueden evitar esos conflictos. A partir de aquí voy a utilizar la definición de Eskin como base de mis reflexiones:
A prejudice is a favorable or unfavorable attitude toward, opinion on, or judgment about someone or something considered as a mere instance or occurrence of a class or type –and thus, by definition, directed at a string of referents– held by a string of proponents of sound mind in spite of sufficient knowledge, information, evidence, experience, or reason to support or justify such an attitude, opinion, or judgment, carrying an implicit or explicit intent to denigrate, derogate, or detract from someone or something else, and coming with a string of prejudices in tow (Eskin, 2010: 59).
El alto reconocimiento de que gozan Martín Lutero y sus compañeros de lucha llega hasta nuestros días por haber influido y transformado su mundo de forma radical en los inicios del siglo XVI al desencadenar la Reforma protestante, al crear una nueva Iglesia y al catapultar con estos hechos de manera definitiva, ya sea al menos desde una perspectiva histórico-religiosa, la Edad Media. No obstante, no es menos lo que los miembros de la orden de los Jesuitas fueron capaces de hacer en el curso de la Contrarreforma, que desde el año 1540 no sólo renovó la Iglesia católica de raíz, sino que al mismo tiempo consiguió extender la influencia de la fe católica no sólo en países aislados, sino también de forma global. Sin embargo, los Jesuitas fueron prohibidos en toda Europa en el año 1763 por el Papa Clemente XVI y de forma universal en 1767, pero la orden volvió a ser autorizada en el año 1814 por el Papa Pío VIi y goza desde entonces de una popularidad creciente y una influencia nada desdeñable. Y todo esto, de nuevo, a escala global.
Parece evidente que el vasco Ignacio de Loyola comprendió extraordinariamente bien los rasgos de su tiempo cuando en 1534 fundó, junto a un grupo de simpatizantes, una nueva orden estructurada de forma militar que consiguió la aprobación papal en 1540 y que verdaderamente dejaba ver características que apuntaban al futuro. Los Jesuitas se