Las reflexiones de Platter sobre el aspecto religioso constituyen la sección más interesante de su relato y, en este sentido, el punto culminante de su periplo por tierras catalanas es la excursión que realiza al santuario de Montserrat.14 Su tono, hasta ahora comedido e imparcial, se torna aquí emocional y subjetivo, especialmente cuando se sugiere el miedo cerval que tiene a ser detenido por los inquisidores por haber visitado el monasterio sin pasar por el confesionario (370).15 A pesar de sus esfuerzos por ofrecer un relato objetivo y libre de acentos personales, su auténtica subjetividad16 –fruto, como se ha dicho, de años de formación en la religión protestante y modelada por el discurso de una Francia que ansiaba demonizar todo lo español– se descubre precisamente en el momento en el que Platter se convierte en su «otro» y, travestido en peregrino católico, acude a Montserrat.17 En este capítulo, el temor a ser capturado por la Inquisición parece regir incluso el ritmo narrativo de su relato y censurarlo en momentos en los que quizá el lector esperaría un mayor compromiso por parte del autor con su propia fe. Si bien desaprueba la superficialidad con la que los peregrinos del santuario parecen vivir su relación con el pecado y el perdón y subraya, nuevamente, el componente supersticioso en la religiosidad española (358), no da apenas muestras de escepticismo ante los supuestos milagros efectuados por la Virgen, a los que dedica la mayor parte de su descripción del monasterio. Probablemente más por miedo que por consideración, Platter no desea ofender en modo alguno a las autoridades religiosas del país. Su actitud se revela especialmente en la mesura con la que trata estos temas y en alguno de sus comentarios: «... so einer yetz gemelte historien nicht wahrhaftig zesein glauben wurde, man ihn alsbaldt in daß inquisition hauß gefenklich einziehen unndt vielleicht auch verbrennen wurde» (363) (Si alguien cuestionase la veracidad de alguna de estas historias, sería encarcelado al momento en la casa inquisitorial y quizá también condenado a la hoguera).
Sin embargo, esta impuesta neutralidad en sus comentarios casi lo convierte en portavoz de las mismas creencias que intenta cuestionar y justifica las aclaraciones realizadas en este sentido por el autor en su prólogo.
Por lo plasmado en su escrito resulta evidente que el viaje por Cataluña de Platter no hizo más que cimentar la imagen que el suizo tenía ya de la España de la Inquisición. Sin embargo, al examinar cómo Platter reconstruye el estereotipo español en su texto, resulta evidente que intenta derribar su calidad de cliché, fundamentando su representación de España a través de la mirada del científico. Así, la observación empírica y la descripción pormenorizada de lo vivido se acompañan de fuentes diversas a las que alude continuamente: cita libros y manuales con títulos y autor,18 se refiere a historias que declara haber escuchado de primera mano (347) y aporta asimismo pruebas varias –cartas, facturas y otros documentos–, todas ellas escritas en la lengua original. Esta evidencia dota de consistencia a su discurso y sustenta, por lo tanto, una imagen que le servirá ahora de instrumento para deconstruir el catolicismo en aras de apuntalar la Reforma.
La imagen del español que se construye paulatinamente a lo largo del texto está, por lo tanto, destinada a demonizar la fe de los papistas: el español temperamental, embaucador y superficial no puede ser guía espiritual de Europa. Con su escrito, Thomas Platter se alinea en una tendencia que caracteriza la narrativa de viajes de la época, convirtiéndola en herramienta ideológica contra la fe católica y la Contrarreforma.19
BIBLIOGRAFÍA
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GARCÍA MERCADAL, José (1999) (ed.): Viajes de extranjeros por España y Portugal: desde los tiempos más remotos hasta comienzos del siglo XX, Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura.
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Viajes de extranjeros por España y Portugal en los siglos XV, XVI y XVII, colección de Javier Liske (1878), traducción de Felix Rozanski, Madrid, Casa Editorial de Medina (facsímil: Valencia, Librerías París-Valencia, 1996).
1. El manuscrito, escrito en 1572, no fue publicado hasta 1697. Alfred Hartmann es el artífice de la edición más actual de este texto en lengua alemana. Thomas Platter (2006): Lebensbeschreibung, edición de Alfred Hartmann, Basilea, Schwabe.
2. Felix Platter escribió su Tagebuch entre los años 1609 y 1614. Si bien el autor decidió denominarlo diario, constituye en realidad un compendio de géneros: memorias, tratado de medicina y relato de viajes. La edición de Valentin Lötscher del año 1976 es la más moderna en lengua alemana (Felix Platter: Tagebuch. (Lebensbeschreibung) 1536-1567, edición de Valentin Lötscher, Basilea, Schwabe, 1976), aunque existe asimismo una traducción de la versión francesa: Felix Platter: Eine Welt im Umbruch: Der Aufstieg der Familie Platter im Zeitalter der Renaissance und Reformation, edición de Emmanuel Le Roy, traducción al alemán de Wolfram Bayer, Stuttgart, Klett, 1998.
3. No en vano Basilea fue la sede de la primera universidad en el actual territorio suizo, donde se dieron cita, entre otros intelectuales de la época, Erasmo de Rotterdam, que encontró en Basilea su segundo hogar, o Sebastian Brandt.
4. Beller realiza esta misma apreciación en relación con las ciudades alemanas situadas al oeste del Rin, muy próximas, por lo tanto, a Francia y a los Países Bajos (cf. Beller, 2006: 26). Tanto Thomas Platter padre como sus hijos realizaron numerosos viajes por Europa, interesándose por las múltiples facetas de la vida en otros países y dedicando también tiempo al estudio de numerosas lenguas.
5. Este es el título que lleva el manuscrito original conservado en la biblioteca de la Universidad de Basilea (cf. Liechtehan, 1993: 459). La edición del texto realizada por Rut Keyser –la única edición completa del texto original alemán– ha sido titulada Beschreibung der Reisen durch Frankreich, Spanien, England und die Niederlande. La edición francesa de Emmanuel Le Roy, que constituye el estudio más completo de los viajes realizados por el joven suizo, sí porta la traducción del título original, Le voyage de Thomas Platter. Curiosamente, hasta el momento, la recepción del escrito de Thomas Platter ha sido mucho mayor