Destino Machu Picchu. Mark Rice. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Mark Rice
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789972574764
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del siglo XIX una agricultura que se especializó en la producción de coca, caña de azúcar, café y frutas. Una élite pequeña pero poderosa dominó la política regional cusqueña durante la mayor parte de los siglos XIX y XX. Ella obtenía su poder de grandes propiedades rurales, las haciendas. Frecuentemente, sus integrantes tenían casas en la ciudad del Cusco, y algunos también en Lima. Además de poseer haciendas, la élite cusqueña usaba sus recursos para invertir en otras empresas financieras y comerciales. Al comenzar el siglo XX, la mayor parte de la población del Cusco estaba conformada por indígenas hablantes de quechua. Originalmente llamados «indios», esta población indígena quechuahablante fue identificándose cada vez más como «campesina» en los años inmediatamente anteriores y posteriores a la Reforma Agraria de 1969. Estos campesinos o bien se ganaban la vida trabajando fundamentalmente como campesinos en las haciendas, o eran pequeños propietarios o habitantes de las aldeas indígenas dispersas por la región. Las condiciones en las haciendas frecuentemente eran duras para los trabajadores, en tanto que los pobladores de las aldeas indígenas y los pequeños agricultores a menudo llevaban una existencia precaria debido a los caprichos de autoridades indolentes, que frecuentemente actuaban a favor de los intereses de la élite y sus haciendas (Tamayo Herrera, 2010, pp. 1-158). La ciudad del Cusco era el centro urbano y el mercado más importante de la región. Al comenzar el siglo XX, la pequeña industria y el comercio surgieron en la ciudad. Según un censo levantado en 1912, la ciudad contaba con una población de casi 20 mil habitantes, 22% de los cuales eran blancos, 23% indígenas y 50% mestizos; y la mitad de la población seguía siendo analfabeta (Giesecke, 1913, pp. 12, 25-27). El centro urbano del Cusco creció durante el siglo XX, al igual que el de muchas otras ciudades latinoamericanas, alcanzando una población de casi 55 mil habitantes en 1940 y poco más de 350 mil en 2007. En 1940, el censo nacional peruano documentó 486.592 residentes en la región del Cusco. Para 2017, la población regional había crecido a 1.205.527 (Instituto Nacional de Estadística e Informática, s. f.). A pesar de estos cambios, que incluyen el crecimiento del turismo, las tensiones históricas entre la tradicional élite terrateniente de la región y la inmensa mayoría de habitantes rurales e indígenas siguieron siendo un factor histórico clave en el desarrollo del Cusco en el siglo XX.

      Los turistas

      A diferencia de los migrantes y otros viajeros, los turistas se ven movidos por la búsqueda del ocio y emprenden su viaje voluntariamente. Valene L. Smith identifica al turismo como un viaje definido por tres características: tiempo de ocio, ingreso discrecional y sanciones positivas locales (1989b, p. 1). Estos elementos han distinguido a los turistas en el Cusco de los viajeros llegados a la región no por motivos de esparcimiento, sino para completar escritos o a investigar. Este libro se concentra principalmente en los turistas internacionales que viajan al Cusco. Esto no quiere decir que no haya turismo doméstico. Sin embargo, se sostiene que, desde el principio mismo, el turismo cusqueño estuvo singularmente orientado a satisfacer un mercado internacional. Históricamente, los peruanos de élite y de clase media que conformaban el mercado del turismo doméstico pasaban sus vacaciones en la costa del Pacífico, a la que era más práctico llegar desde los principales centros urbanos donde la mayoría de ellos vivía y trabajaba. En consecuencia, los turistas internacionales frecuentemente han superado en número a los visitantes locales del Cusco (figura 1). Aun más importante es que la influencia del turismo internacional ha tenido un peso económico y cultural desproporcionadamente grande, a ojos tanto de los cusqueños como del Estado peruano. Muchos peruanos han viajado al Cusco y Machu Picchu, especialmente en los últimos años, a medida que la clase media crecía y que los sitios turísticos se fueron volviendo íconos nacionales. Pero el estatus de Machu Picchu y del Cusco sigue legitimado fundamentalmente por su atractivo para los viajeros internacionales. Este libro examinará por qué es esto así.

      Ámbito y estilo

      La narrativa de este libro abarca aproximadamente un siglo y sigue el desarrollo del turismo en Machu Picchu. Como veremos, lejos de haber sido algo predestinado, su moderna transformación siguió un largo camino histórico con muchas vueltas, que a veces terminaban en callejones sin salida. En lugar de seguir un modelo fijo, la economía del turismo cusqueño frecuentemente se vio influida por la inserción, a lo largo del tiempo, de sucesivas visiones del desarrollo y de la política cultural. Aunque improbable, este proceso no fue impredecible y a menudo reflejó las respuestas locales dadas a los cambios nacionales y globales. El presente libro sigue estos cambios para alcanzar una comprensión más amplia del turismo, de Machu Picchu y de su influencia en la identidad nacional peruana. En el Cusco, el turismo pasó por tres épocas. En la primera, de 1900 a 1948, que se examina en los capítulos uno y dos, el turismo sirvió a los intereses de la política cultural para validar la modernidad del Cusco y el folklore indigenista. En los capítulos tres y cuatro, se estudia la segunda época, entre 1948 y 1975, años en los que el turismo siguió siendo visto como una fuerza positiva y modernizadora. No obstante, la población local y el Estado central lo fueron adoptando cada vez más como una herramienta para el desarrollo y con la cual efectuar las reformas económicas necesarias en el Cusco. El período final, que corre de 1975 a 2011, se documenta en el capítulo cinco, así como en el epílogo. Machu Picchu surgió como el destino turístico y el símbolo clave del Perú. Sin embargo, en lugar de constituir una fuerza modernizadora, simbolizó cada vez más lo exótico y lo aventurero. Al mismo tiempo, el control sobre el turismo pasó de manos de la población local y el Estado a intereses privados que cada vez han sido más foráneos.

      Una última nota editorial. Los nombres de lugares y sitios arqueológicos del Perú han ido cambiando con el paso del tiempo. En aras de la claridad, uso el término contemporáneo más común para referirme a la ciudad del Cusco y al centro arqueológico de Machu Picchu, en lugar de otras grafías históricamente aceptadas como Cuzco o Qosqo, Machupijchu o Machu-Picchu. No obstante, en las citas directas y en las referencias he conservado la grafía original incluida en la fuente. Seguí la misma política con otros nombres en los cuales se emplean múltiples grafías, entre ellos: inca, Sacsayhuamán, Coricancha, Ollantaytambo. El pueblo al pie de Machu Picchu y sede del Gobierno local del distrito del mismo nombre también ha tenido múltiples denominaciones. Aunque la población local le conoce cada vez más como Machu Picchu Pueblo, aludo a este como Aguas Calientes para reflejar así el nombre principal usado durante la mayor parte del siglo XX y evitar confundirlo con el actual centro arqueológico. Los mismos cambios en las denominaciones valen para el estatus del Gobierno Regional del Cusco. Durante la mayor parte de su historia republicana, el Cusco fue un departamento. En la fallida reforma descentralista en las décadas de 1980 y 1990, se le fusionó con los departamentos de Madre de Dios y Apurímac para formar la Región Inka. Esta y las otras regiones del país fueron disueltas por la Constitución de 1993 y los antiguos departamentos, restaurados. Después de la creación de regiones –y gobiernos regionales– en 2002, es más común llamar al Cusco –al igual que a los otros 24 departamentos del Perú–, como Región Cusco. Entonces, mis referencias a esta corresponden a los linderos del territorio que antes se llamaba departamento y actualmente región.

      4 YPEP (box 15, folder 239, «Speech copy with corrections», Washington, D. C., 11 de enero de 1913). El discurso y los eventos de la gala fueron publicados en National Geographic Magazine («Honors to Admundsen [sic] and Peary». 23, N° 1, enero de 1913, 113-130). Para más detalles de este evento, consúltese: Heaney (2010, pp. 163-166); Bingham (1989, pp. 291-292).

      5 Agradezco a Roger Valencia que me haya proporcionado este documento.

      6 Por ejemplo, consúltese: Recopilación bibliográfica del Santuario Histórico Machu Picchu (Fondo de Promoción de las Áreas Naturales Protegidas del Perú, 2000). Esta bibliografía, que tiene más de 15 años, enumera aproximadamente 1.140 publicaciones académicas sobre Machu Picchu, excluyendo los usos más extensivos de Machu Picchu que se encuentran en guías, propaganda y publicaciones comerciales.

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