Detrás de la máscara. Vol I. XPM. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: XPM
Издательство: Bookwire
Серия: Detrás de la máscara
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418911897
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      © del texto: XPM

      © diseño de cubierta: Iroepic

      © corrección del texto: Equipo Mirahadas

      © de esta edición:

      Editorial Mirahadas, 2021

      Edificio Sevilla 2 - Av. San Frascisco Javier, 9, mod. 24

      41018 - Sevilla

      Tlfns: 912.665.684

      [email protected] www.mirahadas.com

      Producción del ePub: booqlab

      Primera edición: agosto, 2021

      ISBN: 9788418911897

      «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o scanear algún fragmento de esta obra»

      Yo no aprendo de mis errores,

      mis padres son la cama de plumas al fondo del abismo.

      Especialmente la luz que siempre ilumina mi camino,

      porque con tu paciencia y confianza

      has hecho que destruya mis límites y

      supere los miedos que me encadenaban...

      Prólogo

      —¡Caaaaa! —Sahanna grita, desgañitándose, a la vez que agita los brazos por encima de su cabeza.

      —¡Cusom!, a la octava carrate y una vez allí, gire, iré indicándole…

      —¡Cusom! Tranquila, sé dónde vas, he oído hablar de ti. —El hombre mira por el retrovisor buscando la mirada cómplice de su nueva pasajera, mientras una media sonrisa se perfila en su rostro.

      —Ehhh… ¿CÓMO? —Sahanna eleva el tono de voz.

      —¡No, no temas! —Separa una mano del volante haciendo aspavientos—, lo he dicho porque hace un tiempo que llegué a Trojo, ¡y poco a poco os voy conociendo a todos!

      —¡Mi nombre es Sunmen, encantado!, espero que este trasto no me dé ningún problema, es tan antiguo…, una pregunta, niñita.

      —¿Cómo?, «Odio que me llamen niñita, ¿quién se ha creído?»— El rostro de Sahanna se torna rojo por la ira contenida—. Perdone, ehh… Sunmen, no me gu… —Sahanna intenta hablar, pero Sunmen le corta la frase.

      —¿Por qué quieres ir a ese lugar? —Sunmen lanza miradas furtivas a través del espejo retrovisor, intentando establecer contacto visual—. Sabes, está lleno de «raritos»…

      —Ehhh, si me..., tengo…

      —Ains, niñita, cómo ha cambiado todo…

      —Ehhh, si no le imp…

      —Soy demasiado mayor para adaptarme a este estilo de vida —el hombre mira al infinito, con la vista perdida—, tuve suerte de encontrar esto, pero…, ¡cómo ha cambiado el mundo!, ¿menuda lección nos dio ehh?, una durísima lección de poder, eres demasiado joven como para saberlo, ¿cómo has dicho que era tu nombre?

      Sahanna titubea, no está segura de contestarle, aunque al final accede por cortesía, sabe que será un viaje incómodo.

      —Ehhh, el caso es que no se lo he… bueno «A ver si esta vez es la definitiva»— Una amplia sonrisa se dibuja en su rostro dejando ver unos dientes pequeños y blancos como perlas—, ¡mi nombre es Sahanna!

      —¿Cuántos años tienes, Sahanna? —pregunta Sunmen con entonación infantil—. No es frecuente ver a personas de tu edad, hace mucho tiempo que no veía a nadie que fuera tan joven.

      —¡Ya tengo doce años! —Sahanna le regala una forzadasonrisa, se niega en rotundo a que su día se estropee, además, le queda aún un largo tramo de viaje—. «No hay más remedio que darle otra oportunidad».

      —Admiro a las mujeres que tuvieron el valor de tener hijos como tu madre, bueno, admiro a las mujeres y punto, yo solo me preocupé de sobrevivir, no imagino cuidar de otro ser por encima de mí en aquella situación. Ehhh…, lo siento suena fatal, no me juzgues erróneamente, eran tiempos muy difíciles, hicimos muchas cosas para salir adelante, pero ahora que la vida vuelve a estar en calma me gustaría formar una familia, que me cuide y me quiera, este nuevo mundo hace que a veces me sienta muy solo…

      «Vale, decidido, este señor no me gusta».

      Algo comienza a apretar con ansia el estómago de Sahanna, desde muy pequeña había sabido reconocer, sin lugar a duda, los momentos en que su madre se sentía desesperada, recordaba aquellos profundos ojos azabache, clavándose cuales afilados cuchillos en ella, sepultándola bajo la losa de la culpabilidad, solo ellos, podían enterrar a cualquier ser o elevarlo desde lo más profundo hasta el infinito.

      Observa cómo rápidamente pasan las últimas casas en hilera que forman la cola del pequeño reducto de civilización, colores vivos centellean ante sus ojos, fundiéndose, pero sin llegar a unirse totalmente entre ellos, no distingue ninguna forma especial, la emoción va creciendo impaciente en su interior, sabe que en breve se adentrarán en el camino que lleva a su objetivo.

      El hombre ha descamado de nuevo una herida que nunca cerrará del todo, la emoción la embriaga, pero su gran enemigo, el pasado, siempre al acecho, intenta engullirla, desencadenando que su entusiasmo y euforia mantengan una lucha encarnizada contra su mente, empeñada en proyectar recuerdos que impactan contra las paredes de su cabeza, rememorando el dolor de aquellos tiempos en que la dureza de su existencia hacía un suplicio el levantarse cada mañana.

      Sunmen habla y habla, pero ahora el eco de su voz retumba muy lejos de los pensamientos de Sahanna.

      Durante su corta infancia nunca entendió el porqué de aquella sensación de ahogamiento, su madre era su mundo, la admiración que sentía por ella emanaba de lo más profundo de su ser, mientras crecía aceleradamente se daba cuenta de lo dura que había sido la vida para su progenitora desde que ella apareció.

      Nunca hablaban abiertamente de sentimientos y de la enorme carga que ambas soportaban, las pequeñas perlitas brillantes que en un principio habían sido expuestas, cual exquisito escaparate de joyería, van desapareciendo de su rostro lentamente al recordar sus miserias.

      El hombre no para de hablar y gesticular, su mirada se posa en él, pero no lo ve, no lo oye, inclina ligeramente la cabeza para lograr un mejor ángulo de atención, ve sus labios moverse con premura a través del espejo, siente las vibraciones de su lejana voz, intenta salir de su ensimismamiento para darle al menos un veinte por ciento de atención a la absurda conversación, nunca ha entendido por qué el carrater (Nota del autor: hombre que transporta personas en Trojo), habla tanto, siempre pregunta y cuenta lo mismo, no le disgusta del todo aquel tipo, ella sí lo conocía, aunque él haga como que no recuerda las veces que se han visto anteriormente.

      Siente cierta compasión por él, pero a la vez le fastidia soberanamente que siempre actúe como si no se conocieran, ¡es la única niña de su edad y ha montado muchas veces!, hace tiempo, llegó a la conclusión de que solo necesita desahogarse.

      —Recuerdo cómo era darse un baño eterno, una copa de buen vino, el agua a la temperatura perfecta, el olor de las sales de frutas, el vapor apoderándose lentamente del ambiente hasta que todo se cubría y se hacía invisible, esa niebla…, ohhh mi jacuzzi, ¡cómo lo echo de menos! Vivía en el centro de París, qué gran ciudad, por desgracia la última imagen que quedó en mi retina es el gran atasco sufrido cuando el sistema cayó, el