Los ciclos en educación. Julián De Zubiría. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Julián De Zubiría
Издательство: Bookwire
Серия: Pedagogía dialogante
Жанр произведения: Учебная литература
Год издания: 0
isbn: 9789582014049
Скачать книгу
en Piaget a la dimensión cognitiva. “Esta noción adquiere un sentido preciso en el campo de la inteligencia, más aun que en otros”, sostuvo en el debate contra Wallon y Zazzo (Piaget, edición, 1963: 42). Esto es así ya que el criterio que utiliza al caracterizar los estadios es exclusivamente cognitivo, de allí que se refiera a los estadios indistintamente como estadios o como estadios mentales; y que cuando hable del nivel de desarrollo utilice el término en su acepción amplia y general, o se refiera indistintamente al “desarrollo mental”. Pese a lo anterior, posteriormente Piaget supuso que existía un paralelo entre el desarrollo cognitivo y el afectivo, y que este último dependía del desarrollo cognitivo alcanzado por el individuo. En sus propios términos:

      El aspecto cognoscitivo de las conductas consiste en su estructuración, y el aspecto afectivo, en su energética (o, como decía P. Janet, en su “economía”). Estos dos aspectos son, a la vez, irreductibles y complementarios: no hay que extrañarse, pues, de hallar un paralelismo notable entre sus respectivas evoluciones. (Piaget e Inhelder, 1980: 31).

      La tesis de considerar el desarrollo evolutivo esencialmente determinado a nivel cognitivo será discutida y abandonada por Wallon cuando afirma que “abordar este problema en su aspecto únicamente intelectual es hacer necesariamente un trabajo un poco abstracto y un poco superficial” (Wallon, 1953, compilado por Palacios, 1987). En su reemplazo, Wallon propondrá una caracterización de los estadios polivalentes, dialéctica e integral, como explicaremos posteriormente.

      El carácter integrativo, es decir, que las estructuras construidas en una etapa dada, se conviertan en parte integrante de las estructuras de la edad siguiente (Piaget et al, 1963: 41).

      De manera análoga a lo que sucede cuando un individuo aprende a correr, que conserva e incluso potencia la habilidad para caminar o saltar; el individuo que alcanza un estadio, incorpora las habilidades previas a su nueva estructura, sólo que ahora la nueva estructura corresponde a un nivel cualitativamente superior y por tanto estas habilidades previas estarán potenciadas al ser parte de una estructura de un mayor nivel de elaboración.

      Diversas ideas anteriormente relacionadas han sido modificadas en las últimas décadas y deben ser tenidas en cuenta al hablar de un concepto actual y pertinente de ciclos en educación.

      En primer lugar, si bien para la teoría piagetana existen factores sociales o físicos que pueden acelerar o retardar el tránsito al siguiente estadio, los factores biológicos poseen un nivel de determinación excesiva, lo que lo conduce a subvalorar el papel que cumple el proceso de mediación cultural en el desarrollo del individuo.

      Aun cuando Piaget nos ha proporcionado una formulación muy completa del desarrollo cognitivo, sus teorías se basan casi exclusivamente en experimentos donde el único factor que varía es la edad. Si bien admite que las influencias ambientales desempeñan un papel importante, tal reconocimiento no pasa de ser formal (Bruner, 1967; en Palacios, compilador, 1988).

      Piaget ubica cuatro factores generales y esenciales del desarrollo. Según su teoría (Piaget e Inhelder, 1980) en el desarrollo del individuo intervienen en primer lugar, el proceso de maduración del sistema nervioso; en segundo lugar, las experiencias físicas realizadas sobre los propios objetos; en tercer lugar, las experiencias sociales; y en cuarto lugar, la tendencia a la equilibración. Sin embargo, advierte que las experiencias sociales sólo podrían intervenir si se han presentado las condiciones biológicas básicas y previas. Bajo esta perspectiva, la escuela cumple un papel débil y, en el mejor de los casos, dependiente del desarrollo biológico. En términos de Davídov (1987), Piaget recurre al principio de la accesibidad y deja de lado el principio de la escuela que desarrolla. La escuela aparece así como una institución que deberá respetar el nivel de desarrollo alcanzado por el individuo.

      Incluso –dice– en el caso de las recepciones en las que el sujeto aparecerá más receptivo, como la transmisión escolar, la acción social es ineficaz sin una asimilación activa del niño, lo que supone instrumentos operatorios adecuados (Piaget e Inhelder, 1980: 155).

      Esto es así ya que Piaget considera la representación y la cognición como un proceso individual, idiosincrásico, personal e irrepetible, realizado esencialmente “de adentro hacia afuera”; caracterización análoga a las denominadas por Marx “robinsonadas” de la economía, a las que se refería para analizar las teorías del valor de los economistas clásicos, y en las cuales el valor aparecía determinado por el tiempo individual utilizado en su producción, independientemente de las condiciones sociales necesarias para producirlas. De allí que Marx al determinar el valor de una mercancía hablara de un “tiempo socialmente necesario”, en tanto Adam Smith y David Ricardo hablaban del “tiempo invertido por un cazador o pescador aislados” del contexto histórico y social.

      Si tuviera razón Piaget al suponer que nuestras construcciones mentales son individuales e idiosincrásicas, tal como han insistido los constructivistas en el último tiempo (Watzlawick, 1998; Glasersfeld, 1994; Guba & Lincoln y otros, 1994; Nussbaum, 1995; Driver, 1987; Vasco, 1998; Gallego y Pérez, 1994), sería totalmente inexplicable la enorme similitud que encontramos en las preconcepciones infantiles en diversos lugares del mundo que comparten factores culturales y sería también inexplicable que sean tan cercanas las representaciones sociales, políticas y físicas entre adultos de contextos históricos, sociales y culturales similares. Muy seguramente, esto es así porque el papel de los medios masivos de comunicación y el de las instituciones sociales como la iglesia, la familia o la escuela, son mucho más importantes en la formación de nuestras representaciones cognitivas