Para una crítica del neoliberalismo. Rodrigo Castro. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Rodrigo Castro
Издательство: Bookwire
Серия: Fuera de serie
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9788483812716
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la expresión muy significativa de “liberalismo positivo”» (2004: 161-162) La nota de los editores, al pie en la misma página, mencionará a propósito de esto que además de la expresión liberalismo positivo se usa la expresión neoliberalismo por Rougier en la alocución inicial y por Marlio en las sesiones del coloquio, Información que hemos corroborado. Por otra parte, Baudin (1953) uno de los participantes recordará que el término había sido usado por Rougier. Escalante (2015) se lo atribuye nada menos que a Rueff. Esto sería erróneo, Rueff muestra en la cita anterior una disconformidad inicial con el término. Ver una discusión ampliada en Salinas (2017). Por otra parte Audier realiza una breve pero incisiva «arqueología» del término en el siglo xix y señala una serie de testimonios que muestran que ha sido usado ya entre 1848-1859 y en diversos momentos posteriores. Por supuesto sin la familiaridad con la que se usa en la actualidad, aunque no con sentidos tan alejados de los que tomará en la Francia de 1930 (Audier 2012: 60-66). De todos modos esta extensión terminológica en el tiempo, no anularía en la interpretación de Audier, el carácter de hito clave, e inaugural del Coloquio Lippmann. Esta posición de Audier parece generalizada, pues las recepciones han visto esta condición de hito.

      47 Todo este planteamiento que incluye un diagnóstico de las hipótesis previas y la reformulación de estas hipótesis requeriría una serie de comentarios. No es el lugar para tratar esto in extenso, aunque es importante hacerlo notar. En primer lugar aparece mucho más robusta lo propuesta de Foucault que el diagnóstico que ha hecho. El diagnóstico de Foucault resulta débil, es cierto que muchas veces Foucault no identifica a quienes hacen las propuestas que comenta, no «cita», quizás el autor más mencionado es Sombart. Es cierto que algunos de estos conceptos hablan por sí mismos, por ejemplo, es difícil no asumir que «sociedad del espectáculo» apunta a Debord. Una nota en Seguridad, Territorio, Población, también sugiere esta dirección. Los editores del curso explican la «alusión a la crítica situacionista del capitalismo, que denunciaba el doble reino del fetichismo de la mercancía y de la sociedad del espectáculo» (2006, 386). Asumamos esta sugerencia, ¿Debord está hablando de neoliberalismo? ¿O más bien de esa categoría tosca, gruesa e insuficiente, pero sin duda diferente de «capitalismo»? Hay, de hecho, un efecto de homologación entre capitalismo y neoliberalismo en el argumento de Foucault. No es una sinonimia completa, y por supuesto que no carece de fundamento, creo que se explica bien al comienzo del curso: «el orden liberal jamás había pretendido ni pretendía, en boca del futuro canciller Erhard, por cierto, ser una alternativa al capitalismo, sino una manera determinada de hacerlo funcionar» (2007: 111). Pero resulta injusto trasladar esta comprensión por ejemplo a Debord y en general a los proyectos críticos que le son contemporáneos.

      Por otra parte es evidente que la noción de espectáculo proyecta la idea de mercancía del libro I del Capital, los paralelismos entre La sociedad del espectáculo y afirmaciones de El Capital son más que evidentes. Sin embargo, Debord no sostiene la idea, que supone la crítica de Foucault, de que no hay transformación, sino que la transformación que existe es una profundización de las relaciones sociales previas, es decir, la sociedad del espectáculo es de hecho una sociedad de las mercancías, pero que ha desarrollado aspectos nuevos, afirma la vigencia del análisis de Marx, pero no que dicha sociedad mercantil sea la misma; sino todo lo contrario, el desarrollo de toda una serie de relaciones sociales nuevas en torno al espectáculo. Entonces hay que modificar el diagnóstico propuesto por Foucault, habría que decir que una serie de trabajos previos piensan las transformaciones del capitalismo a partir de mediaciones que modifican muy débilmente lo que se piensa de la economía política clásica, mientras que la mediación, la modificación planteada por Foucault, sería precisamente pensar estas transformaciones a través del neoliberalismo, es decir a través de otra economía política.

      Por supuesto lo anterior no está dicho por Foucault, es necesario mover estos planteamientos especialmente frágiles del argumento. La cuestión de un Estado expansivo como caracterización del neoliberalismo o de un capitalismo del momento es todavía más espinosa. Casi parece un caso de Foucault contra Foucault, al menos para quienes han seguido la hipótesis de la Guerra al Estado y sitúan a Foucault como un antiestatista. Pero en cualquier caso, debería parecer extraño que se asocie el neoliberalismo con esta imagen del gulag como Estado expansivo, total, campo de trabajo forzoso. Especialmente porque el gulag corresponde a la experiencia soviética. Foucault había comentado en una cita que ya he traído a colación que en estas hipótesis previas e insuficientes se considera al neoliberalismo como «la cobertura para una intervención generalizada y administrativa del Estado», pero aquí colorea un poco más la cuestión. Si asumimos como he propuesto antes que aquí neoliberalismo significa capitalismo en su forma contemporánea, quizás la referencia de un capitalismo entendido como expansión del Estado pueda apuntar a Lefebvre. En cualquier caso el tema tiene múltiples fragilidades y hay una especie de espejismo, de interlocutor fantasma construido por Foucault que sostendría este tipo de hipótesis.

      Por otra parte, y a pesar de lo anterior, las reformulaciones de Foucault parecen más robustas: 1.- modificar la forma mercancía por la forma empresa, 2.- abandonar el laissez faire como punto de identificación de la economía liberal, 3.- asumir que hay una forma de gobierno diferente a las disciplinas relacionadas al capitalismo clásico. Procedamos desde atrás hacia adelante. Creo que la tercera propuesta no admite mayor discusión. La segunda puede aceptarse, asumiendo que en todo caso en el abanico de posturas neoliberales hay algunas que en efecto sostienen esta crítica al naturalismo y otras que no, que en realidad casi reeditan este aspecto y de hecho tienen al principio de organización espontánea del mercado como su base de análisis, sin la carga metafísica del naturalismo quizás, pero con efectos no tan disímiles. Con este acento, puede aceptarse. La primera, en cambio, creo que debe discutirse abiertamente. En todo el análisis de Nacimiento de la biopolítica, no se logra mostrar un reemplazo de la forma mercancía por una forma empresa. Más bien se aprecia que esta nueva forma empresa, perfectamente descrita, se pliega a la forma mercancía, de modo que, como el propio Foucault concluirá, lo que está en juego es la extensión de la racionalidad de mercado al conjunto social. En realidad el propio análisis de Foucault termina por mostrar que en las versiones del neoliberalismo, esta empresarialización de la vida y de la sociedad extiende la condición de mercancía al conjunto social, incluso a lugares insospechados. Aunque hace participar a los sujetos de manera diferente que en las relaciones sociales de la economía política clásica basada en la salarización. Se trata por supuesto de formas sociales diferentes a las descritas en El capital, pero en las que no ha desaparecido la forma fuerza de trabajo-mercancía, sino en la que ha aparecido junto a ella la forma hombre-empresa. Lo que se observa finalmente no es tanto que el trabajo haya dejado de ser una mercancía, sino que además de eso, otros aspectos de la vida son también mercantilizables, y que el modo de vida empresarial profundiza las formas en que el sujeto es intervenido, gobernado y conducido.

      48 Si escarbamos en las discusiones del coloquio, pero hay que escarbar algo más que un poco, podríamos encontrar algunos rudimentos de principios prácticos de gobierno que no sean solo un límite o principio negativo de gobierno, por ejemplo se podría visualizar un principio de desmasificación como base de la responsabilización individual, por otro lado una especie de principio de administración del sufrimiento como esquema moral básico y también la expresión rudimentaria del principio del mínimo vital, como proto imagen de atomización de la política social. Pero estos elementos están muy lejos de ser explícitos.

      49 Se trata de argumentos bien llamativos, en los que exalta la religión como uno de los principales logros del progreso humano, contrapone civilización y barbarie y confiesa sus esperanzas en una nueva era de mayor religiosidad. Es evidente que otros asistentes al coloquio no apoyarán este tipo de ideas, Rougier el primero de ellos, pero muestran la diversidad e incluso la excentricidad de algunos momentos.

      50 Si bien esta expresión es rechazada por ejemplo por Hayek en textos posteriores, aquí se discuten de hecho y hasta cierto punto se acuerdan ciertos principios de «política social». Foucault ha desarrollado