Los Elementales
Los Elementales
Michael Mcdowell
Traducción de Teresa Arijón
Prólogo de Mariana Enriquez
Índice de contenido
Primera parte. Las madres Savage
Capítulo 8
Capítulo 9
Segunda parte. La tercera casa
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Tercera parte. Los Elementales
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Cuarta parte. La vista
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Epílogo
McDowell, MichaelLos elementales / Michael McDowell. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : La Bestia Equilátera, 2020.Archivo Digital: descarga Traducción de: Teresa Arijón. ISBN 978-950-9749-45-01. Novelas de Terror. 2. Narrativa Estadounidense. I. Arijón, Teresa, trad. II. Título.CDD 813 |
Ilustración de tapa: M. S. Corley
Diseño de interior: Daniela Coduto
Corrección: Cecilia Espósito y Paola Calabretta
Primera edición: noviembre de 2017
Primera reimpresión: febrero de 2018
Segunda edición: mayo de 2018
Primera reimpresión de la segunda edición: abril de 2019
Segunda reimpresión de la segunda edición: noviembre de 2019
Título original: The Elementals
© 1981, Michael McDowell
© Teresa Arijón, de la traducción
© Mariana Enriquez, del prólogo
© 2017 La Bestia Equilátera S.R.L.
Av. Córdoba 629, 8º piso
Buenos Aires, Argentina
www.labestiaequilatera.com
Digitalización: Proyecto451
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del “Copyright”, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático.
Inscripción ley 11.723 en trámite
ISBN edición digital (ePub): 978-950-9749-45-0
PRÓLOGO por Mariana Enriquez
La casa embrujada es uno de los escenarios más frecuentes del terror. O quizá sea mejor llamar a la casa “maldita”: la verdad es que no tenemos en español una palabra tan eficaz para describir lo que es haunted, un término que puede traducirse como visitado por fantasmas o encantado o incluso poseído; un término que denota una presencia sobrenatural. ¿Por qué la casa con fantasmas es tan frecuente en los relatos de terror? Porque, sencillamente, el terror ataca mejor ahí donde nos sentimos protegidos. Y si nos preguntamos dónde nos sentimos más seguros, la respuesta casi unánime será “en casa”. Al terror le gusta encontrarnos justo en el lugar donde nos creíamos casi invulnerables.
Una casa maldita no es siempre la propia. Puede ser la casa extraña del barrio o aquella que a veces divisamos desde el auto cuando salimos a la ruta, una vieja mansión abandonada con el pasto crecido que le tapa la puerta y las ramas de los árboles golpeando en las ventanas de vidrios rotos. O la casa que nadie quiere alquilar porque alguna vez fue el escenario de un crimen, ¿quién se atreve a echarle un vistazo, arriesgarse a adivinar los rastros de sangre, el espíritu vengativo que saluda desde el primer piso? Las paredes recuerdan: en las habitaciones vacías hay ecos de un pasado que se repite. ¿Y qué es un fantasma sino una entidad que está condenada a repetir su tragedia, a visitar el lugar de su sufrimiento?
Claro que las casas no siempre están habitadas por fantasmas. A veces pueden ocultar otro tipo de seres. En Buenos Aires se habla de una casa, ya demolida, en el barrio de Belgrano, que supo albergar demonios. Es que en la iglesia vecina se permitían exorcismos y los espíritus diabólicos hicieron lo que haría cualquiera si es expulsado: buscar refugio. Y el refugio era esta casa que ya no existe. Otra se ha construido en ese lugar. ¿Los demonios se habrán ido con la demolición? Habría que preguntarles a los nuevos dueños. O a lo mejor no: a lo mejor están muy contentos conviviendo con sus inquilinos infernales. Las casas, se sabe, ocultan secretos. No sabemos nada de las vidas de los vecinos, no realmente. No sabemos qué ocurre cuando se cierra la puerta.
Michael McDowell nació en Alabama en 1950 y murió en Massachusetts en 1999 por complicaciones del sida, que le fue diagnosticado en 1994. Hasta hace diez años, casi todos sus libros estaban fuera de circulación, algo casi increíble porque McDowell fue el guionista de las películas de Tim Burton Beetlejuice