Obras Inmortales de Aristóteles. Aristoteles. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Aristoteles
Издательство: Bookwire
Серия: Colección Oro
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418211713
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sustancia en muchos seres; pero lo que es común a todos los seres debe encontrarse a la vez en cada uno de ellos.

      Está claro que nada que sea universal posee una existencia aislada de los seres particulares. Sin embargo, los que admiten las ideas tienen razón en un sentido, al darle una existencia independiente, puesto que son sustancias. Pero en otro no tienen razón al hacer de la idea una unidad en la pluralidad. La causa de su equivocación es la imposibilidad en que están de decir cuál es la naturaleza de estas sustancias imperecederas, que se hallan fuera de las particulares y sensibles. De esta manera hacen estas sustancias a imagen de las sustancias perecederas, de aquellas que nosotros conocemos: el hombre en sí, el caballo en sí; no hacen más que añadir al ser sensible la expresión: en sí. Y sin embargo, incluso aunque no viésemos los astros, no por eso dejaría de haber, creo, sustancias sensibles, eternas, fuera de las sustancias que nosotros conociésemos. Y así, incluso cuando ignoráramos qué sustancias son eternas, deberían, sin embargo, existir algunas.

      Hemos demostrado que nada de lo que se aplica a todos los seres es sustancia, y que no existe ninguna sustancia compuesta de sustancias.

      Parte XVII

      ¿Qué es la sustancia y en qué consiste? Vamos a exponerlo. De esta forma constituiremos, por decirlo así, otro principio; porque saldrá probablemente de esta investigación alguna luz relativamente a esta sustancia, que existe separada de las sustancias sensibles.

      La sustancia es un principio y una causa; de este punto de vista debemos partir. Preguntar el porqué es preguntar siempre por qué una cosa existe en otra. En efecto, si se investiga por qué el hombre músico es un hombre músico, o equivale a investigar lo que se acaba de expresar, es decir, por qué el hombre es músico, o bien se investiga otra cosa. Investigar por qué una cosa es una cosa es no investigar nada. Es necesario que el porqué de la cosa que se busca se manifieste realmente; es necesario por ejemplo, que se haya observando que la Luna está sujeta a eclipses. En los casos en que se pregunta por qué un ser es el mismo, por qué el hombre es hombre, o el músico músico, no cabe más que una respuesta a todas estas preguntas, no existe más que una razón que dar, a menos, sin embargo, de que no se conteste: es porque cada uno de estos seres es indivisible en sí mismo, es decir, porque es uno; respuesta que se aplica asimismo a todas las preguntas de este género, y que las resuelve en pocas palabras. Pero se puede preguntar: ¿por qué el hombre es tan animal? En este caso, evidentemente no se trata de investigar por qué el ser que es un hombre es un hombre, y sí de investigar por qué un ser se encuentra en otro ser. Es necesario que se vea claro que se encuentra en él, pues de no ser así la investigación no tendría objeto. ¿Por qué truena?, porque se produce un ruido en las nubes. En este ejemplo lo que se busca es la existencia de una cosa en otra, lo mismo que cuando se pregunta: ¿por qué estas piedras y ladrillos son una casa?

      Está claro que lo que se busca es la causa. Pero la causa, desde el punto de vista de la definición, es la esencia. En ciertos casos la esencia es la razón de ser; como ocurre probablemente respecto a la cama y a la casa; ella es el primer motor en otros porque también es una causa. Pero esta última causa solo se encuentra en los hechos de producción y destrucción, mientras que la causa formal actúa hasta en el hecho de la existencia.

      La causa se nos oculta, sobre todo, cuando no se refieren los seres a otros: si no se ve por qué el hombre es hombre, es porque el ser no es referido a otra cosa, porque no se determina que es tales cosas o tal cosa. Pero esto es necesario decirlo, y decirlo claramente, antes de investigar la causa; porque si no sería a la vez buscar algo y no buscar nada. Puesto que es necesario que el ser por cuya causa se pregunta tenga una existencia cierta y que se refiera a otro ser, está claro que lo que se busca es el porqué de los estados de la materia. Esto es una causa, ¿por qué?, porque se encuentra en ella tal carácter, que es su esencia. Por la misma causa, tal hombre, tal cuerpo es tal o cual cosa. Lo que se busca es la causa de la materia. Y esta causa es la forma que determina el ser, es la esencia. Se observa, que respecto de los seres simples no da lugar a pregunta ni respuesta sobre este punto, y que las preguntas que se refieren a estos seres son de otra naturaleza.

      Lo que tiene una causa es compuesto, pero hay unidad en el todo; no es una especie de montón, sino que es uno como la sílaba. Pero la sílaba no es únicamente las letras que la componen, no es lo mismo que A y B. La carne tampoco es el fuego y la tierra solo. En la disolución, la carne, la sílaba, cesan de existir, mientras que las letras, el fuego y la tierra subsisten. La sílaba es, por tanto, algo más que las letras; la vocal y la consonante son también otra cosa; y la carne no es solo el fuego y la tierra, lo caliente y lo frío, sino que es también otra cosa.

      ¿Se aceptará como una necesidad que esta otra cosa sea también o un elemento o un compuesto de elementos? Si es un elemento, repetiremos nuestro razonamiento anterior, lo que constituirá la carne será este elemento con el fuego y la tierra, y otra cosa además, y de esta manera se irá hasta el infinito. Si es un compuesto de elementos, está claro que ya no se compone de uno solo, sino de muchos; de lo contrario, sería el elemento componiéndose a sí mismo. El mismo razonamiento que hemos expuesto respecto de la carne se puede hacer en cuanto a la sílaba.

      La causa planteada es, al parecer, algo que no es elemento, y que es causa de que aquello sea carne y esto una sílaba, y lo mismo en los demás casos. Ahora bien, esta causa es la sustancia de cada ser, porque esta es la causa primera de la existencia. Pero entre las cosas las hay que no son sustancias; solo son sustancias los seres que existen por sí mismos, y cuya naturaleza no está constituida por otra cosa que por ellos mismos. De lo que se desprende que esta naturaleza que es en los seres, que es no un elemento sino un principio, es evidentemente una sustancia. El elemento es aquello en que se divide un ser; es una materia intrínseca. Los elementos de la sílaba son A y B.

       Aristóteles cree en un sistema geocéntrico en el que la Tierra es el centro del sistema.

      Libro VIII

      Parte I

      Necesitamos ahora deducir las consecuencias de lo que hemos dicho, y resumiendo sumariamente cada punto llegar a la conclusión. Hemos dicho que el objeto de nuestras indagaciones era averiguar las causas de las sustancias, sus principios y sus elementos. Entre las sustancias hay unas que son universalmente admitidas; otras, por el contrario, solo son reconocidas por algunos filósofos. Las sustancias universalmente admitidas son las físicas, como, por ejemplo, el fuego, la tierra, el agua, el aire y los demás cuerpos simples; después las plantas y sus partes, los animales y las partes de los animales; en fin, el cielo y las partes del mismo. Las sustancias admitidas solo por algunos filósofos, son las ideas Y los seres matemáticos. Existen también, como hemos mostrado, otras sustancias, que son la forma sustancial y el sujeto. Además hemos dicho que el género es sustancia más bien que las especies, y lo universal más que lo particular; las ideas son análogas a lo universal y al género, porque por el mismo motivo se las considera como esencias.

      Siendo la forma sustancial una esencia, y estando su noción encerrada en la definición y el ser en sí. Y como la definición es la expresión de la noción del ser, y esta noción tiene partes, era necesario ocuparse de las partes, ver cuáles son partes de la sustancia y cuáles no y, por último, si hay identidad entre las de la sustancia y las de la definición.

      Después hemos visto que ni lo universal ni el género eran sustancias. De las ideas y de los seres matemáticos nos ocuparemos más tarde; pues algunos hacen de ellas sustancias independientes de las sustancias sensibles. Ocupémonos ahora de las sustancias unánimemente reconocidas. Estas son las sustancias sensibles, y todas las sustancias sensibles tienen una materia: el sujeto es una sustancia, ya se le considere como materia, y por materia entiendo lo que es en potencia tal ser determinado, pero no en acto; ya se le considere como forma y figura del ser, es decir, esta esencia que es separable del ser, pero separable solo por el pensamiento. En tercer lugar viene el conjunto de la materia y de la forma, único que está sometido a producción y a destrucción, y único que es totalmente separable. Porque entre las sustancias que no hacemos más que concebir, unas son separables, otras no.

      Está claro que la materia es una sustancia; porque en todos los cambios de lo contrario a lo contrario existe