Por qué se suicida un adolescente. Héctor Gallo. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Héctor Gallo
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789878372693
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Hacia una clínica del suicidio

      Las epidemias de suicidios que en la actualidad se producen, pues ya no se trata de casos aislados, son testimonio de una especie de nuevo malestar en la civilización, y es algo que no debemos minimizar acudiendo a inútiles diagnósticos de trastorno mental, que, por aportar poco o nada a nivel explicativo, trivializan un fenómeno subjetivo y social tan enigmático como lo es el suicidio.

      El suicido es transclínico, pues no es propio de ninguna estructura clínica en particular. Lo puede llevar a cabo tanto un psicótico como un sujeto obsesivo o histérico. La estructura en la que hay mayor facilitación subjetiva para que se realice un acto suicida es la melancolía, que hoy suele ser confundida por los psiquiatras con la llamada “depresión profunda” y el denominado “trastorno bipolar”. Este trastorno está de moda, a tal punto que, en la actualidad, es aplicado a no pocos casos de histeria y obsesión, vía por la cual no pocas mujeres y hombres que no deberían ser medicados se encuentran consumiendo antipsicóticos y antidepresivos.

      Entre las expresiones que suelen asociarse con el instante en que alguien decide suicidarse, empieza a planear el suicidio o a ser invadido por ideas suicidas, tenemos las siguientes: “uno cree que se le cierra el mundo”, “que ya no hay solución para nada”. Objetivamente, el mundo no está cerrado para nadie, y lo poco o mucho que ofrece la vida que se lleva está ahí para que cada quien se sirva de lo que esté a su alcance. Sin embargo, dado que para disfrutar la vida no basta con tenerla, sino que hay que autorizarse íntimamente para lograrlo, y que la realidad no es como es, sino tal como nos la representamos a nivel imaginario y simbólico, el hecho de vivirla como una entidad que ha perdido su sabor es suficiente para que se convierta en invivible.

      Entre las soluciones que se les ocurren a las personas en calidad de consejo para que la gente no se suicide, tenemos estás: “la comunicación en la casa, con los vecinos, con los amigos, expresar lo que se siente”, pues “uno traga y traga, y es ahí donde toma malas decisiones, hay que hablar”. Sin duda, no hay que quedarse callado, hay que buscar ayuda, pero no en cualquiera, pues a veces no es suficiente hablar con los padres, la pareja, un amigo, un consejero espiritual. Lo más adecuado, aunque tampoco es garantía de salvación, es dirigirse a alguien que se ha formado en la escucha de personas en quienes, por haberse debilitado su relación con la vida, aparecen de manera recurrente ideas suicidas, a veces acompañadas de pasajes al acto contra sí mismo, cuestión que requiere haberse escuchado a sí mismo mediante un análisis o alguna modalidad de terapia relacional.

      Cuando un psicólogo recibe a un adolescente en busca de ser escuchado porque está sufriendo y parte de este sufrimiento tiene que ver con que ha perdido el sabor de vivir, si aquel no cuenta con la garantía de una formación suficiente en la escucha de la relación del sujeto con la existencia y con su parte autodestructiva, puede suceder que experimente angustia por no saber de antemano cómo responder en estos casos. Por otro lado, si trabaja en una institución de salud, ha de remitir al psiquiatra; y si es educativa o pedagógica, hay la recomendación expresa de activar inmediatamente lo que se denomina la “ruta de atención en salud” establecida no solo para estos casos, sino también para el abuso sexual y el acoso. Esto quiere decir que institucionalmente se considera al psicólogo inhabilitado profesionalmente para atender estos casos de urgencia subjetiva, así que, de no seguir el protocolo establecido para tal efecto, se expondrá a sanciones éticas y jurídicas por mala práctica, cuestión que puede dar al traste con el ejercicio de su profesión.

      En cuanto al psiquiatra de orientación biológica y que interviene teniendo como soporte de su acto médico la química farmacéutica, por contar con la potestad de hacer uso de la camisa de fuerza química para aquietar el cuerpo, puede sentirse más seguro, porque al obrar de acuerdo con un protocolo, se pone a salvo de posibles demandas por mala práctica. Sin embargo, queda la interrogación sobre su posición ética en cuanto al uso que hace del medicamento, sobre todo cuando después se produce un pasaje al acto suicida en la persona que fue atendida.

      Ahora bien, dado que las causas del suicidio son psíquicas y no genética, ni cerebrales, las investigaciones cuantitativas al respecto no pasarán de una descripción general del fenómeno.

      Se suicidan niños, adolescentes, jóvenes adultos, adultos maduros, ancianos –hombres y mujeres–. Los distintos entrevistados coinciden en que esto sucede porque ya no hay conversación y en los hogares hay poca comunicación. Uno de los entrevistados dice al respecto lo siguiente: los unos viven