Guía práctica para descubrir la voluntad de Dios. Troy Fitzgerald. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Troy Fitzgerald
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789877983586
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la voluntad de Dios?”

       “¿Cómo puedo determinar en qué desea Dios que me convierta?”

       “¿Cómo sabré que la voluntad de Dios para mí es su voluntad y no la mía?”

       “¿Cómo me revela Dios su voluntad?”

       “¿Me incapacitarán mis malas decisiones del pasado para conocer y vivir la voluntad de Dios ahora y en el futuro?”

       “¿Por qué no responde Dios mi oración pidiendo dirección en la vida cuando los demás parecieran tener puertas automáticas que se abren y cierran, ni que hablar de ventanas en perfecto estado cuando las puertas no están funcionando?”

      Y mi pregunta favorita...

       “¿Qué pasó con el Urim y el Tumim, esa chaqueta de ‘sí’ o ‘no’ que los sacerdotes utilizaban en la antigüedad? Me vendría bien una de esas en este momento (en un color neutro, por supuesto)”.

      Sin embargo, descubrir la voluntad de Dios no es solamente una búsqueda de los jóvenes adultos. Le atañe a cualquier persona que esté buscando el aporte de Dios en cuanto a las decisiones más importantes. Comprender la forma en que nos guía es tan importante para aquellos que son, digámoslo así, jóvenes en el corazón como lo es para aquellos que son verdaderamente jóvenes. En cada etapa de la vida tomamos decisiones cruciales. Por lo tanto, si Dios tiene algo que decir, la mayoría de las personas que conozco quiere oírlo.

      Cuando comencé a hablar sobre el tema de la voluntad de Dios para nuestra vida, la gente apareció de la nada para unirse a la polémica. El diluvio de comentarios y preguntas dejó en claro que el lenguaje impreciso y la descarga de clichés obtusos acerca de la dirección de Dios que solemos escuchar han vuelto ininteligibles algunos de los temas en cuestión. Por lo tanto, antes de comenzar esta travesía, debo dar a conocer los principios básicos que sostengo acerca de descubrir y vivir la voluntad de Dios.

      Principio básico 1: Debe haber una voluntad... y por lo tanto un camino.

      Jesús dijo: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mat. 7:13, 14). Isaías prometió: “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Isa. 30:21). David cantó ante Dios:

      Me mostrarás la senda de la vida;

      En tu presencia hay plenitud de gozo;

      Delicias a tu diestra para siempre (Sal. 16:11).

      Y el hombre sabio que escribió el libro de Proverbios nos aconsejó que tuviéramos cuidado con nuestra propia sabiduría, diciendo: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Prov. 14:12). Evidentemente, si hay una voluntad, también debe haber un camino.

      El profeta Jeremías afirmó esto al decir:

      “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma” (Jer. 6:16; énfasis añadido).

      Sin embargo, este versículo de Jeremías contiene una línea más: “Mas dijeron: No andaremos”. En última instancia, el camino por el que andamos es nuestra propia decisión.

      Hay muchos ejemplos de individuos cuyas vidas parecieran transcurrir por el paisaje sobre un sendero divino. Cuando considero la historia de vida de personas que han elegido seguir a Dios, me resulta cada vez más creíble que hay un Dios que tiene una voluntad y una manera de vivir en mente.

      Principio básico 2: Dios ha comunicado su voluntad de una manera que podamos entenderla y saber cómo seguirla.

      La comunicación con Dios es el punto de inflexión en nuestra relación con él. Tengo un amigo con el que me comunico periódicamente. Aunque nuestra interacción pueda ser frecuente, es cualquier cosa menos normal. Yo le envío correos electrónicos, y él me escribe con pluma, tinta y estampilla. No comprendo este fenómeno: ¡él tiene correo electrónico! (Es una de esas personas que se dedican a reenviar correos jocosos o generales a muchas personas). En una oportunidad recibí una nota colocada en una bolsa para el mareo del avión en el que se encontraba mi amigo. Él es raro y hasta un poco excéntrico, pero me responde; aunque nunca puedo estar seguro del método que utilizará para comunicarse. No sería raro que un día aparezca un pequeño avión sobrevolando mi casa dejando una estela de humo con las palabras: “Hola Troy, recibí tu correo electrónico. ¿Quieres jugar al golf mañana?”. El problema sería saber cuándo mirar el cielo.

      ¿Qué esperas ver u oír cuando le pides a Dios que te muestre su voluntad? ¿Un sueño? ¿Un sentimiento? ¿Una señal? ¿Cómo interpretarás una aparente respuesta negativa? ¿En qué forma te parece que vendrá la respuesta? Nuestras expectativas acerca de la dirección de Dios se encuentran en estrecha relación con que nuestra comunicación con él se esté llevando a cabo. Si esperamos su dirección, la misma no escapará de nosotros.

      Dios no nos ha abandonado a juegos de adivinanza o enigmas misteriosos para abrirnos paso en la oscuridad. ¡Él es un comunicador por excelencia! Pero la comunicación solamente es efectiva si ambas partes prestan atención. Esto nos deja con la tarea de echar un vistazo a los procesos de comunicación elegidos por Dios; desde cómo se comunica hasta qué comunica. La promesa permanece igual para todos: “y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:13).

      Principio básico 3: Conocer la voluntad de Dios para nuestras vidas tiene que ver más con conocer a Dios que con conocer el futuro.

      Obtener la dirección de Dios rara vez implica una visión del futuro; tiene más que ver con tener una relación con Dios en el presente. En cierta ocasión, mientras buscaba un lugar llamado Chain Lakes en las afueras del Parque Nacional Yosemite, me perdí por los senderos de los leñadores. Detuve el vehículo en la banquina del camino polvoriento para pedir ayuda a un hombre que estaba atando los troncos a su camión. Le pregunté:

      –¿Me encuentro en el camino correcto para ir a Chain Lakes, o hay uno mejor?

      –No puedes llegar hasta allí desde aquí –contestó con un resoplido y una sonrisa de satisfacción.

      No podía creer lo que me había dicho. Evidentemente este individuo miraba demasiada televisión. En mi mente una persona debería poder llegar a cualquier lugar desde cualquier parte. Después de todo, estábamos en los Estados Unidos.

      Esperé unos momentos hasta que quedó claro que él no tenía ninguna intención de compartir su sentencia profética. Entonces lo presioné para que ampliara su respuesta:

      –¿Por qué? ¿Cómo puede decir eso?

      –Muchacho, sólo puedes llegar a Chain Lakes a pie o a caballo –respondió.

      Tenía razón. Ni el camino en el que yo me encontraba ni ningún