Entonces, los hermanos dominicos creyeron que fray Cristóbal estaba entregando su Colegio a la orden. Pero ¿con qué objetivo?
Para que fuera un seminario de la orden. En esa época había un problema originado en el Concilio de Trento. Una de las grandes discusiones del concilio fue la vida de los monjes. A veces, los monjes vivían una vida disoluta y la educación que recibían internamente en los conventos era muy deficiente. Por eso, se crearon lo que se llamaban “seminarios conciliares” para la formación de los sacerdotes.
Como esto acá era tan pobre, en Santafé no había este tipo de seminarios. Entonces los dominicos consideraron que fray Cristóbal estaba dándoles a sus hermanos de la orden un seminario conciliar para la formación de sus sacerdotes.
Y fray Cristóbal se opone…
No exactamente. El punto definitivo de la ruptura con los dominicos fue el día de la fundación.
Fray Cristóbal aparentemente ya había empezado algunas obras de construcción, cuando recibió el permiso de funcionamiento. Lo que hizo fue acelerar ese proceso, y terminar de construir tanto el Claustro como la capilla anexa. Ahí citó, finalmente, a la eucaristía de fundación, el 18 de diciembre de 1653.
A esa misa —y eso es importante, y está documentado— no asistieron los jesuitas. La Compañía de Jesús no asistió, a pesar de ser un acto social importantísimo de la época, lo que dio origen a una tensión sobre la precedencia en los actos sociales. Ahora bien, en ese momento los jesuitas se habían opuesto en España a la fundación del Colegio y se habían considerado derrotados. Por otro lado, el disenso con los dominicos se presentó con el nombramiento de los colegiales. Fray Cristóbal se había reservado el derecho a escoger a los colegiales, y no designó a ninguno de los hermanos dominicos. Eso creó una enorme confusión en la orden, y es ahí cuando se tranzó la pelea.
Fray Cristóbal hizo los nombramientos, dictó las Constituciones y decidió que el Colegio iba a funcionar como el de Fonseca o el del arzobispo, en Salamanca. Ese sistema, el de Fonseca, tenía como fundador a otro arzobispo, y venía del siglo XIV, que, a su vez, tenía también como modelo el colegio referente de Bolonia: el Colegio de San Clemente, cuyo fundador, el cardenal Gil de Albornoz, lo había instituido hacia 1300.
He ahí el origen del modelo de gobierno del Rosario. Acogerlo era estratégico, porque a través de ese modelo se le permitía independizarse de los dominicos y zanjar la disputa con la orden.
Pero ahí no paró todo: justo por acoger ese modelo de gobierno y “despojar” a los dominicos de lo que creían su herencia, se desató el pleito…
Así es. Ese es un punto que conviene estudiar. Lamentablemente, no hemos tenido acceso a los documentos completos del pleito, pero la historia es más o menos así:
Cuando empieza el pleito con los dominicos, fray Cristóbal decide enviar a quien nombra como primer rector del colegio: Cristóbal de Araque y Ponce de León, que era un fiel escudero, para que lo representara e hiciera valer su voluntad. Fray Cristóbal de Torres lo nombra rector perpetuo del Claustro y lo envía a España para defender su causa; y, por cierto, nunca regresa. Cristóbal de Araque y Ponce de León muere allá, después de diez años de pleito.
Es algo que quiero resaltar: la perseverancia, la persistencia de fray Cristóbal en su idea de fundar un colegio. Él dura diez años sacando el permiso, y luego diez más esperando a que le confirmen la voluntad que él tenía de formar su colegio autónomo.
De ahí surge la originalidad del Rosario. En un momento en que tanto la educación como la salud eran desarrolladas por las órdenes religiosas, había un sometimiento de la Iglesia al rey por medio del Patronato Real; sin embargo, ambas instituciones tenían una separación natural de funciones, puesto que a la Iglesia se la encargaba de las necesidades en salud y en educación, y al Patronato Real, de los asuntos propios de la administración pública.
Pero lo curioso está en que, por razones de ese pleito insólito entre los dominicos y los herederos de fray Cristóbal, el Colegio termina surgiendo como una institución autónoma, original, fuera de esas dos órbitas, con sus propias normas y con su vida independiente de la Iglesia, lejos de los mandatos de ninguna orden.
Y, bueno, eso nos deja en que el Colegio queda prácticamente sin un dueño…
Exacto. Fray Cristóbal también había contemplado la posibilidad de que en ese sistema autónomo de gobierno, el arzobispo debía ser el patrono del Colegio que estuviera por encima de todo; sin embargo, el rey, al aprobar el funcionamiento del Colegio, en 1664, y confirmar la voluntad de fray Cristóbal resolviendo finalmente el pleito con los dominicos, se nombra a sí mismo patrono; es decir, producto del pleito, el Colegio va a adquirir una figura jurídica autónoma y sui generis que no existe en otra parte de la América española.
Yo recuerdo la primera vez que hablé con Ignacio Berdugo, rector de Salamanca, quien me manifestaba, con sorpresa, que no podía creer que el Rosario se constituyera en 1653 como persona jurídica autónoma siendo que esa ficción legal no existía en aquel entonces. Yo le expliqué que eso fue resultado del pleito. Que ese proceso obligó a crear una entidad sui generis: una entidad autónoma con sus rentas propias, con un sistema de gobierno propio y que desarrollaba una actividad muy concreta. Eso le pareció rarísimo.
Y es que todavía es raro…
Es una rareza histórica, porque no se presentó en ninguna otra parte. Es decir, existían universidades como la de San Marcos, en Lima, que eran, más bien, creaciones virreinales. La Universidad de México también lo era, pero, en todo caso, la Corona le encargó su administración a una comunidad religiosa. Acá se creó una entidad privada, sin dueño, autónoma y autogestionaria.
¿Quiénes son los dueños de la Universidad hoy en día?
Es una fundación y, como tal, no tiene propiamente dueños. Ahora, precisamente, cuando se acaba de aprobar una reforma a las Constituciones, se recoge muy claramente la idea de la autonomía y la independencia de la Universidad; es decir, el Rosario no pertenece a una orden, ni a un partido político, ni a nadie distinto de los mismos rosaristas.
Es interesante ver cómo el pleito se dio porque los dominicos querían apropiarse del Colegio y el rey lo impidió. Frente a eso se ha visto que, históricamente, siempre han existido ciertos grupos que se han querido tomar la Universidad…
Pues el sistema electivo mismo ha reflejado la fuerza de determinadas ideas del momento. Es importante aclarar que eso no es fruto de la época republicana, sino que viene desde la Colonia.
Se sabe que en el siglo XVIII, en el Rosario se va a dar la confrontación entre novatores y peripatos. Los peripatos eran quienes continuaban con la idea de una educación basada en la escolástica, mientras que los novatores estaban más a la vanguardia de los tiempos, tomando como base las nuevas ideas de la Ilustración. El sistema electivo permitía la alternancia ideológica en el Claustro: a veces llegaba un rector que era más afín a las ideas de los novatores y ajustaba el pensum, y luego llegaba otro más afín a las ideas de los peripatos y hacía lo propio. Esas confrontaciones ideológicas y su influencia son un tema que debería ser objeto de investigación.
Hablemos de otro símbolo del Rosario: el patronato. Hemos hablado de que el rey Felipe IV, cuando resuelve el pleito, se asigna a sí mismo como patrono del Colegio.
En las Constituciones, fray Cristóbal consideraba que por ser él mismo el arzobispo de Santafé, entonces sus sucesores deberían ejercer el patronato. Pero en la cédula real donde resuelve el pleito con los dominicos, Felipe IV se nombra patrono y dice que en lo sucesivo los monarcas de Castilla que lo sucedan serán patronos del Colegio. Eso va a tener una importancia enorme, porque un tiempo después se va a crear el Virreinato de la Nueva Granada, y el nuevo virrey es el que va a ejercer directamente el vicepatronato sobre el Rosario. Entre otras funciones, como la de pedirles a los rectores que rindieran cuentas anualmente sobre la gestión del Colegio, está, además, la de escoger entre la terna