La escritura del destierro. Michelle Evans Restrepo. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Michelle Evans Restrepo
Издательство: Bookwire
Серия: Ciencias Humanas
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789587845587
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y á que número asciende su población actual, anunciando por separado los esclavos y los libres.6

      Efectivamente se intuye la influencia de las Relaciones Geográficas, sin embargo, donde realmente queda claro el profundo conocimiento del modelo español es en el decreto del 4 de octubre de 1825 (apéndice 1), por el cual Santander exigía a los alcaldes de parroquia la remisión de informes sobre sus provincias conforme un formulario adjunto. El temario incluía cuestiones de población, infraestructura, producción agropecuaria, minería, geografía, clima, etc., que revelan una manera de indagar el mundo hija de la estadística, entendida como el inventario de las riquezas del Estado.

      El secretario de Gobierno de entonces era José Manuel Restrepo, autor de “Ensayo sobre la geografía, producciones, industria y poblacion de la provincia de Antioquia en el Nuevo Reino de Granada” y a quien probablemente se debe la redacción de ambos decretos. El ensayo de Restrepo hacía parte de una serie de artículos publicados en el Semanario de la Nueva Granada, en el que también aparecieron los trabajos de Joaquín Camacho y José María Salazar sobre las provincias de Pamplona y Santafé, respectivamente.7 Tal como constató Hans-Joachim König, “los autores de estos estudios no se limitaron a una simple descripción de las condiciones físicas y climáticas de la zona investigada, sino que indicaban también qué recursos naturales existían, qué productos se daban allí y cómo eran comercializadas [sic]”.8 Las noticias de las provincias en el Semanario indican la familiaridad de los ilustrados criollos con las prácticas relatorias del sistema hispánico, y específicamente con las Relaciones Geográficas. Restrepo, en particular, había sido compañero de pluma de Caldas y miembro del gabinete del vicepresidente Santander, cuando este asumió el encargo del poder ejecutivo en ausencia de Bolívar.

      Ya fuera por sus propias luces o por contacto con Restrepo, en su Diario Santander también refleja manejo de las fórmulas narrativas de los cuestionarios oficiales. El registro de la mirada colonial está incorporado en la visión de Santander cuando, al encuentro de ciudades, repite sistemáticamente la misma estructura del tipo:

      Glasgow está situado cerca del mar (canal de San Jorge) con el cual comunica por el río Clyde, que siendo navegable hace de la ciudad un puerto de mucha consideración. Ella tiene cerca de 200 mil habitantes, el río la atraviesa y es manufacturera de tejidos de algodón. Los edificios son de piedra […].9

      La lógica de la exposición recuerda la última solicitud de información con destino expreso al Nuevo Reino de Granada (1807), cuyas instrucciones mandaban consignar

      El nombre, o título; a saber, ciudad, villa, parroquia o pueblo […] si en costa del mar con puerto, […] con inmediación de algún río o de quebrada […] o si en orilla de río o de quebrada notable con explicación de sus raudales […], materiales de sus fábricas […], el número de familias avecindadas y también el total de personas […], que es lo que se encuentra de más estimación en su propio territorio […].10

      A esto las autoridades de Riofrío respondieron un año más tarde así, no mediando mucha diferencia, desde el punto de vista de la organización de la información, entre la noticia de un pequeño municipio del Valle y la mayor ciudad de Escocia:

      Este pueblo está situado en paraje seco y bueno; es tierra de naturales; su situación señala a occidente. Está inmediato al río llamado Riofrío; este mantiene competente agua, es muy caudaloso; al otro lado el río hay otro derecho de tierras de los mismos naturales, donde se mantienen algunas personas en ambas partes; en el pueblo sus pobladores es gente de toda clase, y en el otro lado otras personas con el título de agregados.11

      El modelo cognitivo de las Relaciones Geográficas ya se perfilaba en el relato de viaje del todavía príncipe español, conocido comúnmente como el Felicísimo viaje.12 En 1545, don Felipe partió para los Países Bajos al encuentro de Carlos V, su padre, en una excursión que lo inició en el arte de gobernar y el carácter de los pueblos. Según Ana María Sierra, el libro cumple con las pautas genéricas de las relaciones y “se adscribe perfectamente a la moda cultural, o a los designios monárquicos que propugnaban las descripciones topográficas de sus territorios”.13 Es decir, tanto el relato de viaje como las Relaciones Geográficas tenían como fin último el mejor conocimiento de los dominios de Su Majestad.

      Santander no acusó, que se sepa, alguna deuda con el Felicísimo viaje, de hecho, proyectaba indirectamente en Felipe II el despotismo de Bolívar cuando se comparó con el príncipe de Orange,14 víctima de una orden de proscripción emitida en 1581 por el monarca español. Sin embargo, ya fuera a través del relato de viaje o de su perfeccionamiento en las Relaciones Geográficas, la esencia del modelo filipino se instaló fijamente en la tradición retórica americana, subsistiendo incluso en época republicana.

      Pero ¿qué tienen en común el Diario de Santander, el Felicísimo viaje y las Relaciones Geográficas?: las descriptiones urbium. Tal como señalan Ana María Sierra y Victoria Pineda,15 las descripciones de ciudades son materia central en el relato de viaje de ‘el Prudente’ y en los cuestionarios del Consejo de Indias. Sierra y Pineda coinciden en el origen clásico del retrato de ciudades, tipificado desde antiguo en diversas fuentes retóricas como laus urbium. Ambas investigadoras concuerdan en rastrear las raíces de ese discurso en uno y otro texto hasta el tratado de Menandro (siglo III). En División de los discursos epidícticos de Menandro Rétor, el autor divide el género laudatorio en tres grupos, siendo el segundo sobre el elogio de países y ciudades. Según la preceptiva de Menandro, para el encomio de ciudades se deben considerar sus características físicas, el origen, la población, los habitantes ilustres, etc., conforme un derrotero resumido en el apéndice 2. Seguramente Santander no era consciente de las autoridades que dictaban su escritura, sin embargo, su manera de ver y ordenar el mundo se remonta al tiempo clásico y penetra su campo de representación por vía del uso secularmente repetido de las mismas fórmulas burocráticas por parte de las entidades de control colonial.

      Aunque Santander no fuera consciente del anclaje de sus palabras al sistema de pensamiento identificado con Felipe II, y a través suyo a la retórica clásica, lo que sí suscribía era la importancia de la estadística. Varias veces enfatizó en la necesidad de elaborar un informe estadístico de Colombia,16 en Europa asistió al italiano Adriano Balbi en esa misión17 y en París fue nombrado miembro corresponsal de la Sociedad Francesa de Estadística.18 Sin embargo, no era la estadística como la entendemos hoy, ni la versión inglesa conocida como aritmética política, basada en el cálculo numérico del objeto de gobierno. La estadística que gravita sobre el Diario de Santander es el modelo alemán, de la descripción cualitativa y omnicomprensiva: “Todo lo que tiene de remarcable un Estado, tanto en términos materiales como históricos, filosóficos y jurídicos”.19 Etimológicamente el origen del término es la palabra Estado, y con ese sentido trascendió durante los siglos XVIII y XIX: como el conocimiento del Estado por el Estado. Tal como se aprecia en el apéndice 3, el interrogatorio sugerido por la estadística recuerda nítidamente las preguntas de las Relaciones Geográficas, no por acaso Francisco de Solano las consideró un valioso precedente de esa disciplina.20 Desde el punto de vista epistemológico, el Diario de Santander bebía de ambas fuentes. Un manual de la época explica bellamente el camino para acceder a la verdad: “El arte, mas dificil de lo que parece, de preguntar y responder”,21 un ejercicio dialéctico cuyo filtro principal era la utilidad, aquello que pudiera servir al arte de gobernar, a la llamada “ciencia del gobierno”. Aunque se confesaba neófito en la materia,22 Santander se inspiraba en la ciencia del gobierno, y probablemente en virtud de esa preferencia es que conservaba un libro del mismo título en su biblioteca.23 Al respecto, Mario Germán Romero afirmó: “Avido [sic] de conocimientos, pero de conocimientos