Una nueva forma de ser Iglesia. José María Arnaiz. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José María Arnaiz
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788428835251
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corregir sus deformaciones, algunas de las cuales se prolongan durante siglos, y corresponder cada vez mejor a la voluntad del Señor. Pero la misma Iglesia no está en condiciones de decirnos con exactitud qué debe cambiar y en qué dirección orientar su camino y su necesidad de fidelidad y fecundidad. El impulso de reforma es una gracia y está estrechamente ligado a una imagen de la Iglesia trazada por el Concilio Vaticano II a través de la relectura del testimonio bíblico y de lo mejor de las fuentes y de la tradición eclesial. Para nada la Iglesia se encuentra en «un punto de no retorno», como pretenden algunos.

      Por lo demás, esta tarea es urgente. No conviene que la Iglesia se acostumbre a ser como es y lo que es. Hay que proceder antes de que sea demasiado tarde. Los cambios que se van a ir proponiendo tienen carácter de urgencia. Es urgente para cada uno de nosotros mirar al futuro y regenerar la esperanza. La ausencia de esperanza construye una humanidad y una Iglesia sin juventud. El papa Francisco es un tenaz opositor a esta mentalidad que se encuentra en el corazón de la cultura actual. Nos ha invitado con fuerza a ser personas de primavera y no de otoño. Es decir, personas que esperan la flor, el fruto, que aguardan el sol que es Jesús. En la medida en que los análisis de la realidad son cada vez más correctos y certeros, el dolor es más profundo, el escándalo es mayor y se siente mucha vergüenza, que tiene que convertirse urgentemente en una indignación tal que se transformará en propuesta de reforma.

      ¿Quiénes van a llevar a cabo este empeño prometedor? ¿Quiénes van a definir e implementar esta nueva forma de ser Iglesia? Eso está muy claro. «En la historia de la Iglesia católica, los verdaderos renovadores son los santos. Ellos son los verdaderos reformadores, los que cambian, transforman, llevan adelante y resucitan el camino espiritual» (J. BERGOGLIO / A. SKORKA, Sobre el cielo y la tierra. Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 2013). «Estos procesos requieren personas con gran docilidad al Espíritu Santo para vivir según la dinámica del éxodo y del don y del salir de sí» (EG 21); personas que se relativizan mucho a sí mismas y relativizan su propio discurso, mirándose sobre todo desde la perspectiva que podría tener el oyente. Estas personas son los reales destinatarios de este libro. En ellas se ha fijado la mirada al escribirlo y a algunas de ellas se ha escuchado.

      Mahatma Gandhi invitaba a la gente a «ser el cambio que querían ver». Buen consejo, y es el consejo que dirigimos a los sencillos protagonistas de esta refundación de la Iglesia. Ellos necesitan vivir hasta las últimas consecuencias aquello que quieren y necesitan testimoniar; ser una señal para el mundo y para la Iglesia. Lucharán por ser una familia que respeta todos los dones de todos sus miembros e impulsa para utilizarlos al máximo y en bien de los demás.

      Esas personas hacen nuevas todas las cosas, regalan vida nueva (Rom 6,4) y convierten a esa nueva forma de ser Iglesia en semilla de la nueva creación (2 Cor 4,17), y descubren y comparten la misericordia del rostro de Jesús. Esos hombres y mujeres requieren apertura a la vitalidad del Espíritu. No les puede faltar un gran deseo que se convierte en pasión de reforma que se junta a la libertad para alcanzar el amor. Así quedarán invadidos por el dinamismo evangélico y teologal y se convertirán en actores de la reforma y sinceramente entregados a hacer realidad la misma.

      ¿Adónde vamos a llegar? A entregar motivación, reflexión y propuestas para elaborar a nivel local, diocesano y universal un nuevo paradigma eclesial y una nueva forma de ser Iglesia, y sobre todo elementos para un concreto plan para vivirlo. Nadie sabe muy bien cómo afrontar este escenario complejo y doloroso. Frente a esta suerte de parálisis no vamos a ofrecer nada muy sistemático ni un listado preciso de soluciones. Recogeremos inquietudes, preguntas e intuiciones. Presentaremos lo que será un proceso de conversión y de acciones concretas que materialicen esta nueva conciencia y concepción de Iglesia que busca en la realidad en la que se encuentra hacer vida el proyecto de Dios, abandonando prácticas poco evangélicas y estructuras rígidas y paralizantes que desvirtúan la misión y reconstruyendo las capacidades de sana convivencia cristiana en el respeto y el reconocimiento del otro.

      Este paradigma al que vamos a llegar se halla fuertemente influido, por supuesto, por el contexto de crisis, y no puede ser entendido con independencia de ella. Ella se convierte en desafío urgente y nos lleva a una reformulación y transformación de la misma Iglesia y a la conexión entre la emergencia de ese nuevo paradigma sobre ella y el contexto de crisis eclesial, que es profunda. Así surge una verdadera Iglesia generativa. Por ella y en ella se dará una fuerza generadora que transmite la fe. Esta debe ser una dimensión central de la comunidad cristiana. Así, la misión de la Iglesia se irradia hacia los últimos y se produce una auténtica sinergia.

      Para T. Radcliffe, OP, no debemos temer ni tener miedo a los momentos de crisis en la Iglesia; tiene que llevarnos a preguntarnos qué cosas nuevas ocurrirán y nacerán; a través de la crisis crecerá y brotará nueva vida. Es un hecho que los seres humanos crecemos por medio de las crisis. Es nuestro camino, y una crisis bien vivida nos debe llevar a una nueva claridad. Ello no quiere decir que vayamos a quitarle peso a la realidad crítica que estamos viviendo. Para algunos es un verdadero tsunami en el que se potencian la rabia y la decepción, la impotencia y el desencanto, la sorpresa y la iniquidad, la pena y la desazón. Pero de una u otra manera se transmite en estas páginas una convicción: de esta crisis se va a salir y, por lo mismo, no faltará en este libro el discurso sobre la valentía, la esperanza, la lucidez, el mirar al mal a la cara y meter el bien en el dinamismo dinamizador de toda nuestra existencia. La crisis no es sinónimo de callejón sin salida; es, sí, una encrucijada en la que se divisan diversas posibilidades de salida y hay que optar por una de ellas. Está cargada de sabiduría la reflexión de P. Neruda: «Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera».

      Por lo mismo, no faltará el tono autocrítico de la realidad eclesial en estas páginas, aunque lo más destacado será la nueva oportunidad en el modo de ser y de proceder de la misma Iglesia. Por supuesto, si tanto cambia la Iglesia no podremos seguir haciendo en ella lo mismo y de la misma manera. La envergadura del cambio va a suponer un modo diverso de actuar en nuestras formas de proceder, de sentir, de hablar y soñar, en el nombramiento y misión de los obispos, en la relación con las personas como interlocutoras y no como gente que solo tiene que escucharnos. Todo ello se convertirá en una nueva propuesta. En ella invitaremos, en los diversos niveles, a participar activamente en el proceso de traducir todo este aporte en acciones concretas adecuadas a cada realidad. Para bien responder a esta tarea ayudará entrar en un permanente discernimiento pastoral y llegar a una nueva etapa marcada por el nuevo modo de ser Iglesia.

      Sin ninguna duda, se va a repetir mucho la palabra «crisis»; y aplicada a la Iglesia y con esa fuerte palabra va unido un real cuestionamiento de ella, pero no un rechazo. A la Iglesia la he cuestionado porque la amo, y amo a quienes en ella tienen peso y responsabilidad. Confío en que ello quede claro en cada una de las líneas de este libro; lo está en mi mente y en mi corazón. En toda esta reflexión no querría olvidar que la inteligencia sin amor es gélida; el amor sin inteligencia, ingenuo. La inteligencia y el amor juntos son sabiduría; la que pedimos al Señor que no nos falte al elaborar esta propuesta de una nueva forma de ser Iglesia.

      Es verdad, la Iglesia llega casi siempre tarde a la escucha de la historia, pero llega. Confiamos en que llegará en la presente situación. Esto resulta muy exigente y demanda mucha generosidad y energía.

      No podemos olvidar que la corrupción de lo mejor se convierte en lo peor; pero, de hecho, no existe nada que no se pueda cambiar, ni ninguna oscuridad que no se pueda iluminar, ni ningún fracaso que no se pueda transformar en un nuevo comienzo. El valor de renovarse es la mejor garantía de futuro, y estamos convocados a hacer realidad «la impostergable renovación eclesial» (EG 27 y 32). La fidelidad auténtica no se ejerce ni se mide con el miedo, la perplejidad y la inseguridad, sino con «la tesitura del riesgo». El valor de renovarse es la única garantía del presente y también del futuro.

      La realidad que se describe, la propuesta que se hace, es, sobre todo, chilena, latinoamericana y europea. Pero no deja de ser global. Estas páginas responden a lo que se ve, se oye y se vive en Chile, pero, a medida que avanzaba en la elaboración del libro, me confirmaba que la propuesta de un nuevo modo de ser Iglesia no tiene fronteras. Responde a una llamada y necesidad del pueblo de Dios universal. En todas partes está presente parte del problema, como se acaba de ver en la «Cumbre anti-abusos: