El pequeño libro del lenguaje. David Crystal. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: David Crystal
Издательство: Bookwire
Серия: Yale Little Histories
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418236198
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de palabras y un vocabulario activo de ninguna.

      Sin embargo, esto estaba a punto de cambiar. Aproximadamente una semana después de aquel pequeño experimento pronunció su primera palabra. Sus cariñosos padres estaban encantados. Habían estado esperando con impaciencia. ¿Sería mamá o papá?

      No fue ninguna de ellas. Fue «ya está».

      No se puede predecir cuál será la primera palabra de un niño. La primera palabra de muchos es, en efecto, la que significa mamá o papá en su propio idioma, pero a menudo es una primera palabra inesperada, una que expresa algo que el niño considera especialmente importante. La primera palabra de un niño fue coche. La de otro, «gaeta» (refiriéndose a galleta). Otro dijo gato. Otro, más. Steven, que estaba aprendiendo inglés, dijo all gone ‘ya está’.

      Parecen en realidad dos palabras, ¿verdad? All + gone. Pero Steven todavía no sabía eso. Lo único que oía era una serie de sonidos con dos golpes de fuerza. Y así es cómo lo dijo: le salió algo parecido a «oudou», como si fuera una sola palabra. Aún no podía pronunciar correctamente los sonidos, claro. No podía hacer el sonido /g/, así que la palabra gone le salió como si empezara con /d/. Tampoco parecía haber oído los sonidos al final de all y de gone (en un capítulo posterior veremos por qué esos sonidos representaban un problema.) Pero el resto lo dijo perfectamente.

      En cuanto Steven se las apañó para pronunciar su primera palabra, su vocabulario activo empezó a crecer rápidamente. Intentaba otra y otra más. En el transcurso de un mes ya pronunciaba alrededor de diez palabras. Con dieciocho meses, su vocabulario activo había crecido hasta unas cincuenta palabras. También su vocabulario pasivo se había incrementado. Era capaz de entender al menos unas doscientas palabras. Estaba metido de lleno en el camino hacia el lenguaje.

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¿CUÁNTAS PALABRAS CONOCES?Todos los idiomas del mundo tienen miles y miles de palabras, y uno de los trabajos que los investigadores realizan es recopilarlas en libros, llamados diccionarios, donde podemos buscarlas si no estamos seguros de lo que significan.
¿Cuántas palabras conoces? Apuesto a que no tienes la menor idea. Le he preguntado esto a mucha gente. Alguien me dijo una vez que conocía quinientas. Otro me dijo que mil. Otro, que cinco mil. Y todos se equivocaron por muchos miles.
¿Has entendido todas las palabras de este libro hasta ahora? Si es así, significa que has tenido que lidiar con más de ochocientas palabras diferentes. Y eso tan solo en veinte páginas. Cuando hayas terminado este libro, el total será de varios miles. También aprenderás algunas nuevas que tienen que ver con el estudio del lenguaje, pero la mayoría de las palabras de este libro ya las conocerías antes de empezar a leerlo. Y estas son únicamente una pequeña parte de todas las palabras que tienes en la cabeza. Este libro trata solo del lenguaje, así que su vocabulario será bastante restringido. No trata de la exploración espacial, ni de coches deportivos, ni de ropa, ni de comida, ni de programas de televisión, ni de ninguna de las miles de cosas con las que tratamos en nuestro día a día. Piensa tan solo en cuántas palabras debe de haber para hablar sobre la ropa, por ejemplo. O en todas las palabras relacionadas con animales que conoces. O en todas las palabras raras que hay en Harry Potter o en El señor de los anillos.
La mayoría de las personas posee al menos veinte mil palabras cuando empieza la adolescencia, y esta cifra crece muy rápidamente conforme se avanza de un curso a otro y se aprende sobre temas especializados de historia, geografía o física, entre otras asignaturas. Así, la mayoría de los adultos posee un vocabulario el doble de extenso que cuando entraron en el instituto. Si, además, has ido a la universidad y has estudiado una materia en profundidad, y continúas leyendo después, tu vocabulario se habrá duplicado una vez más.
Si tienes tiempo, puedes comprobar todo esto tú mismo. Un diccionario de mil quinientas páginas contiene información sobre unas cien mil palabras distintas. Puedes leerlo de principio a fin, palabra por palabra, y contar las que ya conoces. ¡Solamente te llevará un mes!

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      PRODUCIR VIBRACIONES

      Mi hijo Steven entendía all gone cuando tenía seis meses de edad, pero no intentó decirlo hasta que cumplió un año. Incluso entonces no lo dijo correctamente. ¿Por qué hubo semejante retraso? ¿Y por qué no pudo decirlo de manera correcta la primera vez?

      Ya conocerás la respuesta si has comenzado a aprender un idioma extranjero. Algunos de los sonidos de un nuevo idioma son diferentes, y lleva algo de tiempo descubrir cómo pronunciarlos. ¿Dónde colocamos la lengua? ¿Cómo ponemos los labios? Algunas personas son brillantes y tienen la habilidad de copiar con exactitud, sin ningún problema, sonidos extraños y desconocidos. La mayoría de nosotros no somos tan afortunados: tenemos que practicar, practicar y practicar.

      Eso es lo que hacen los bebés. Recuerda que ellos empiezan de cero. Tienen que descubrir cómo acomodarlo todo —lengua, dientes… todo—. Es un asunto complicado que requiere de varios meses para poderlo resolver.

      ¿Qué significa «todo»? ¿Qué partes de nuestro cuerpo usamos cuando hablamos? Son unos órganos que forman parte del denominado aparato fonador, y son más de los que podríamos imaginar. Algunos, como nuestros labios, los podemos ver con facilidad. Otros están ocultos, pero podemos sentirlos. Algunos son diminutos. Y otros son realmente grandes.

      Los más grandes son nuestros pulmones. Quizá no se te había ocurrido que los pulmones son órganos del aparato fonador. Después de todo, están en el pecho, muy lejos de la boca. Sin embargo, sin pulmones no seríamos capaces de hablar, pues para hacerlo se requiere de una corriente de aire que lleve los sonidos; esa corriente de aire comienza en nuestros pulmones.

      Detengámonos un momento y pensemos en cómo oímos. Si yo estoy de un lado de la calle y tú estás del otro, ¿cómo es posible que te oiga cuando me llamas? No parece haber nada entre tú y yo que nos una. ¿Cómo cruza el sonido la calle?

      Es transportado por el aire. Los movimientos que realizas con tus órganos del aparato fonador provocan vibraciones en el aire, y estas viajan a través de la calle como una serie de movimientos invisibles llamados ondas sonoras. Estas ondas sonoras entran en mis oídos y activan una red de pequeños huesos y células que me permiten oírte. Un nervio especial llamado nervio auditivo envía las ondas a mi cerebro, donde reconozco los sonidos y comprendo lo que has dicho.

      Nada de esto sería posible si no hubiera aire, obtenido con los pulmones, que llevara los sonidos hasta mis oídos. Cuando inhalamos, se introduce una cantidad considerable de aire. Cuando exhalamos, usamos ese aire para transportar los sonidos del habla.

      Resulta muy interesante cómo modificamos nuestra forma habitual de respirar para poder hablar. Normalmente inhalamos y exhalamos cada dos o tres segundos. Cronométrate si quieres. Mira el reloj y cuenta cuántas veces respiras en un minuto. Si estás quieto, serán unas veinticinco veces. Si acabas de correr, serán el doble.

      Cuando hablamos, ocurre algo con nuestra respiración. Primero inhalamos rápidamente y luego dejamos salir el aire muy lentamente. Pueden pasar cinco o diez segundos antes de que volvamos a inhalar. Algunas personas pueden hablar durante largos periodos de tiempo sin tener que volver a respirar. ¿Cuánto puedes decir con una sola respiración? Inhala y empieza a contar despacio: «uno, dos, tres…» Deberías poder llegar fácilmente hasta el nueve o el diez. Si inhalas muy profundamente, quizá seas capaz de llegar hasta veinte.

      Entonces, cuando hablamos, tenemos que hacer tres cosas. Primero, debemos decidir qué queremos decir. Esa actividad se desarrolla en el cerebro. Luego, el cerebro tiene que enviar un mensaje a los pulmones para reducir la velocidad del flujo de aire. Por último, hay que dar forma a los sonidos que conformarán nuestro discurso. ¿Cómo se hace eso? Si seguimos el recorrido del aire en su trayecto