El pequeño libro del lenguaje. David Crystal. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: David Crystal
Издательство: Bookwire
Серия: Yale Little Histories
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418236198
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cuando escribimos algo de manera incorrecta. La palabra equivocada es resaltada de algún modo en la pantalla, normalmente con un subrayado rojo. Sin embargo, no deberíamos confiar ciegamente en un revisor de ortografía, pues solo señala palabras que no existen en su diccionario. No indicará errores ortográficos que resulten ser palabras reales. Por ejemplo, si queremos decir «¿Con quién habló?», pero escribimos <¿Con quién hablo?>, el corrector no detectará un problema, pues la palabra hablo, sin tilde, también existe. Una vez, un profesor estadounidense llamado Jerrold Zar escribió un poema titulado An Ode to a Spellchecker (Oda a un revisor de ortografía), que comienza así:

      Eye halve a spelling check her

      It came with my pea sea.

      It plane lee marks four my revue

      Miss steaks aye kin knot sea.3

      Ningún corrector ortográfico de ordenador encontraría nada raro en estos versos.

      Si nuestra ortografía es descuidada, muchas cosas pueden salir mal. No solamente nos perderemos por internet, sino que se nos hará muy difícil enviar buenos mensajes. Para que sea «guay» comerse letras, ¡lo primero es saber que esas letras iban ahí en primer lugar! La gente que mejor manda mensajes omitiendo letras son siempre los mejores en ortografía. Piensa también en que, cuando nos registramos en sitios de internet, nos piden un nombre de usuario y una contraseña. Escríbelos mal y no te será autorizado el acceso. Vale la pena hacer el esfuerzo por escribir tan bien como sea posible.

      Hay muy pocos lugares donde a la gente no le importe si escribimos las cosas incorrectamente. Quizá podemos permitirnos escribir de forma incorrecta cuando estamos chateando en alguna red social, como Facebook o Twitter, o estamos wasapeando, o escribiendo un correo electrónico. Sin embargo, incluso ahí debemos estar atentos. Si nuestra ortografía es demasiado incorrecta, los demás seguramente no entiendan lo que queremos decir.

      Por este motivo se desarrolló la ortografía estándar. Si todos escribimos las palabras del mismo modo, todos entenderemos la escritura de los demás. En cambio, si cada uno utiliza su propio sistema personal de ortografía, será imposible comprenderse. En la Edad Media no existía una ortografía estándar. La gente escribía las palabras más o menos como quería, plasmando en el papel su pronunciación. En Gran Bretaña, alguien del norte escribiría las palabras de una manera, reflejando el acento del norte, y alguien del sur las escribiría de otra manera, reflejando el acento del sur. Las personas también tenían unas combinaciones de letras predilectas, pero nadie se preocupaba demasiado por ser sistemático. En los manuscritos medievales es común encontrar una palabra escrita de diferentes maneras en la misma línea. Ni siquiera los nombres de las personas se escribían con consistencia. Existen seis firmas que se piensa que fueron escritas por el mismo Shakespeare. Entre ellas aparecen Shaksper, Shakspere y Shakspeare.

      La situación cambió en el siglo XVIII, cuando una nueva tendencia se abrió paso entre la sociedad. La ortografía se convirtió en una de las maneras en que se podía distinguir a una persona educada de una sin educación. Desde entonces, en los colegios ingleses, los niños tuvieron que aprender correctamente la ortografía. Cada día llevaban a casa una lista de palabras que debían aprender para aprobar un examen al día siguiente. ¡Generaciones de niños aprendieron a golpes la buena ortografía!

      ¿A qué se debe que la ortografía del inglés sea tan difícil? A las diferentes influencias que este idioma ha recibido a lo largo de los últimos mil años. La primera vez que se escribió el inglés fue en la época anglosajona, alrededor del siglo XVII, por monjes que intentaron que la escritura reflejara fielmente los sonidos. Por ejemplo, la palabra queen ‘reina’, que —si escuchamos con atención— tiene cuatro sonidos, solía escribirse con cuatro letras, usualmente como cwen. Esta grafía cambió después de la conquista normanda de 1066. Los escritores franceses llegaron a Bretaña, trayendo consigo sus maneras predilectas de escribir las palabras. Una de ellas era el uso de <qu>. También comenzaron a escribir el sonido vocal largo como <ee>.

      Cientos de palabras fueron reescritas debido a estas nuevas prácticas traídas por los normandos. De ahí viene la <gh> de la palabra night ‘noche’, que no se pronuncia. ¿Y por qué escribimos circle ‘círculo’ y cell ‘célula’ con una <c> y no con una <s>, que correspondería a su sonido inicial /s/? Los franceses comenzaron con eso también.

      ¿Y la <gh> de ghost, donde se pronuncia la <g> pero no la <h>? Antes, en época anglosajona, era simplemente <g>. Esta vez los franceses no son los culpables. Este cambio vino de otra parte del mundo: Bélgica y Holanda. Cuando un londinense llamado William Caxton montó su imprenta en 1476, empleó gente del norte de Europa, donde había aprendido su oficio. Ellos trajeron consigo algunas de sus formas de escribir; la <gh> fue una de ellas. La palabra ghost era gheest en holandés.

      Cuando comenzó la impresión de libros, la ortografía de muchas palabras quedó fijada. Esa es la buena noticia. La mala noticia es que las personas gradualmente fueron cambiando su manera de hablar, así que, con el tiempo, la ortografía dejó de reflejar su pronunciación. En la época anglosajona, la gente pronunciaba la <k> de palabras como know ‘saber’ y knight ‘caballero’, y continuaron haciéndolo durante la Edad Media. Caxton, naturalmente, imprimió estas palabras con una <k>, pero después la gente dejó de pronunciarla (en un capítulo posterior veremos por qué), lo que derivó en la pronunciación vigente en la actualidad. Habría sido maravilloso que la ortografía hubiera cambiado para reflejar la nueva pronunciación, pero eso no sucedió, sino que se mantuvo la ortografía de Caxton. En consecuencia, hoy tenemos que aprender las «letras mudas» en numerosas palabras como estas.

      Un poco después, en el siglo XVI, más letras mudas se integraron sigilosamente. Algunos escritores pensaron que sería útil que la ortografía inglesa reflejara el origen de las palabras. Esto ocurrió, por ejemplo, en la palabra debt ‘deuda’. Se pronuncia como «det» /'dεt/ —y así es como se escribía en la Edad Media: hay testimonios escritos de <det> y <dett>—. Entonces, ¿de dónde viene la <b>? Debt proviene de la palabra latina debitum. Los escritores agregaron la <b> para dar una pista de los orígenes de la palabra, y esa práctica se expandió. Ahora todos la escribimos así.

      Durante los siguientes cuatrocientos años, la gente de Bretaña viajó por todo el mundo y al volver trajo consigo nuevos objetos, experiencias, ideas —y palabras—. Estas nuevas palabras provenían de muchos idiomas: portugués, italiano, árabe y chino, y se tuvo que decidir cómo escribirlas. El resultado fueron palabras con una ortografía muy extraña —ortografía que nunca antes se había visto en inglés—. He aquí una pequeña selección:

      grotesque, pizza, gymkhana, karate, tattoo, llama, bazaar, guitar

      Con algunas de estas palabras pasó mucho tiempo antes de que se eligiera la manera más adecuada de escribirlas. Aún hoy existen palabras sobre las que los escritores no han logrado ponerse de acuerdo. ¿Se come yogurt, yoghourt o yoghurt? En la actualidad se pueden encontrar estas tres formas de escribirla en inglés.

      En resumen, la ortografía del inglés es complicada porque su sistema original, que era bastante sencillo, ha sido estirado en muchas direcciones a lo largo de los últimos mil años. Algunas personas han tratado de reformarlo, de hacerlo más simple, pero nunca con mucho éxito. Aprender a escribir en inglés, pues, exige mucho tiempo y energía, pero una vez conseguido, contamos con una enorme habilidad a nuestra disposición. Sabemos que seremos capaces de leer cualquier cosa que se haya escrito en inglés en cualquier parte del mundo. Y sabemos que lo que escribimos podrá leerse por cualquiera de habla inglesa. En cuanto todos aprendimos a escribir de la misma manera, la tarea de comunicarse se volvió mucho más sencilla. Ese es el fundamento, de hecho, de algunos sistemas de comunicación. Sin una escritura estándar, internet colapsaría.

HORA DE JUGAR CON LA ORTOGRAFÍACuando existe un sistema estándar de escritura, la gente puede jugar con él para crear algunos efectos especiales. Hay tiendas que escriben su nombre de una forma distintiva,

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