Política y memoria. Virginia Martínez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Virginia Martínez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786079275761
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y serenada. Por tanto, el contenido del libro es producto de un proceso de maduración intelectual desde distintas formaciones disciplinarias —como la historia, la ciencia política, la sociología, la psicología y la cinematografía— que reconoce su raíz en el acto conmemorativo. Esta conjunción de enfoques propende a la multiplicación de puntos de acceso para su observación presente. Hay que señalar que quienes participan de este esfuerzo editorial no son ajenos en muchos casos a lo observado y analizado. O dicho de otra forma, son parte de la generación que vivió los acontecimientos o de su entorno de transmisión. En ellos anida (¿por qué no?) esa apuesta al legado cívico, a la enseñanza.[8]

      Así pues, con la conmemoración de los golpes de Estado se pretendió evocar el pasado, reconocer su pervivencia en el presente y reflexionar desde el déficit de futuros de esta temporalidad. Una temporalidad que tiene su propia estructura en la sensibilidad actual. El pasado no muere por vejez y muerte natural, sino por otras causas. Busca formas de trascender, para bien o para mal: como pasado carga o como pasado fuerza.[9] No se puede negar así el carácter imperativo de la empresa conmemorativa y su inserción en un reforzamiento de códigos culturales que hacen propios distintas generaciones.[10]

      En el mismo sentido, y con motivo de los cuarenta años de aquellos sucesos de ruptura, el libro acompaña desde México —tierra emblemática de exilios latinoamericanos y escenario en el que se produce esta conmemoración— el esfuerzo de reflexión y análisis que desplegaron las ciencias sociales y humanidades en Chile y Uruguay, así como en diversos países del mundo.[11] Es heredero de la complejidad de los tiempos a los que se aplica. Desde la perspectiva del presente, con la rémora de su difícil transitabilidad y con incertidumbres por el futuro, los capítulos que aquí se reúnen revaloran realidades históricas, constatan permanencias y legados y emiten mensajes hacia la región.

      Está organizado en cuatro apartados temáticos: “Los golpes de Estado: ayer, hoy mañana”, “Justicia transicional: retos y experiencias”, “Cine, historia y memoria” y “A modo de cierre”. Dos de ellos están acompañados por anexos: “1973 en la memoria de los protagonistas: testimonios” y “Tiempo y verdad: reflexiones de los documentalistas”.

      Bajo el apartado “Los golpes de Estado: ayer, hoy y mañana” y con un ordenamiento histórico-cronológico de los quiebres institucionales, se presentan trabajos centrados en el análisis de los periodos dictatoriales en ambos países. Lo anterior se ofrece desde una doble mirada. Una de ellas está dedicada al estudio de las coyunturas nacionales en las que se inscribieron. La otra mirada se aboca a la consideración de los regímenes surgidos de estas rupturas-continuidades, a partir de variables relacionadas con el sistema político, la estructura de partidos y el espectro ideológico en el que se desarrollaron e imprimieron su impronta al presente.

      Aunque pueden advertirse variantes metodológicas, todos los estudios —sociológicos, politológicos, históricos— están orientados a la caracterización de los sistemas políticos, particularmente los subsistemas de partido, lo político ideológico, lo político institucional y el análisis de coyunturas. Se advierte que los analistas del golpe chileno parecen mucho más impactados por el periodo transicional en el que jugaron distintos, diversos e incluso muy encontrados actores. Mientras que quienes analizan el golpe uruguayo ponen mayor énfasis en la construcción explicativa de cómo se produjo la ruptura institucional y qué juego de fuerzas y estrategias permitieron la “noche” dictatorial.

      Dos son los estudios especializados que dan cuenta de las características, la evolución y consolidación del régimen rupturista uruguayo. La temprana precipitación de la crisis en este país encuentra en el estudio de Gonzalo Varela múltiples consideraciones. A partir de un rastreo que toma en cuenta la estructura poblacional del país y la particular configuración que alcanzó la sustitución de importaciones, otras explicaciones se sobreponen a la problemática demográfica y aun económica. Ella funge en el intento explicativo como uno de los componentes, y no precisamente el más significativo, de un encadenamiento crítico que condujo al colapso de la vida institucional de un país sólidamente fincado en su respeto y cultivo. La hipótesis central enfatiza el lento y constante deterioro del sistema político a partir de la crisis del subsistema de partidos en una peculiar estructura gubernativa que aunaba coparticipación, competencia y sabotaje en todos los niveles de la estructura estatal, aun en el Ejecutivo colegiado. Subsistema que, si bien solventaba con fluidez los desafíos electorales, se enfrentaba a organizaciones de la sociedad civil, particularmente a un movimiento sindical independiente y clasista, liderado por una izquierda política, predominantemente comunista, que se erigió como un oponente de fuste a partir de un proyecto programático de dimensión nacional.

      Varela enmarca la aparición de nuevos actores en la crítica conflictiva de cambios del contexto internacional y latinoamericano de fines de los años sesenta. Analiza así el surgimiento de una izquierda armada y la mayoritaria concreción de un agrupamiento político opositor de más tímida definición programática que la Unidad Popular chilena: el Frente Amplio. La exacerbación del conflicto en nuevas instancias electorales introdujo también un nuevo e insólito actor en la crisis política uruguaya: las Fuerzas Armadas. En un clásico panorama de crisis que conjuntaba fraccionamiento de los partidos tradicionales, deterioro económico y administrativo, conflicto social, ruptura de normas jurídicas, violencia política e intervención militar, el sistema político uruguayo expiró con un gemido apenas, que no fue detonado por la vistosa irrupción de algún liderazgo ambicioso, sino el epílogo final de la “descomposición de un sistema político carente de dirección”. Frente a la opacidad del quiebre institucional destaca la singular forma que adquirió el enfrentamiento a partir de la huelga general de quince días protagonizado por el movimiento sindical. El aporte de Varela se centra en el diseño de una cartografía que da cuenta de la compleja y gradual mecánica golpista. Este autor la analiza en su proyecto político y económico oscilante entre el proteccionismo y la liberalización, para enfatizar el carácter represivo y terrorista del poder estatal, con su clausura de la vida política, intelectual y cultural de Uruguay, acorde con el contexto regional conosureño.

      En diálogo con el estudio de Varela, el lector encontrará el de Álvaro Rico, cuyo eje rector es la caracterización de la dictadura uruguaya. Con una acuciosa fundamentación, el autor explica las peculiaridades de la naturaleza cívico-militar de esa formación dictatorial. Aunque todas las dictaduras de la región gozaron de un aporte civil, el caso uruguayo exige una especial consideración en función de su condición de proceso signado por la continuidad-ruptura que imprimió el autogolpe dado por el presidente constitucionalmente electo, Juan María Bordaberry, conjuntamente con las Fuerzas Armadas. Hecho que no supuso, como en el resto de las dictaduras de Seguridad Nacional, la sustitución del Ejecutivo y la presencia de elencos militares en ese cargo desde el inicio sino hasta el último tercio del proceso dictatorial. En esta transformación de iure a facto, Rico sienta las bases de la continuidad que marcó el autoritarismo nacional, tanto en los aspectos operativos como en la definición de la nueva estructura burocrático-estatal. De manera que se conformó un bloque mixto que asumiría el nuevo poder. Este análisis le permite singularizarla como “dictadura-institución”, de “poder único-compartido”. Un “Estado híbrido” que comporta una doble dimensión institucional: la pública, basada en las leyes aprobadas por la propia dictadura, y la clandestina, cuyo objetivo fue gobernar, reprimir y controlar a la sociedad y a las organizaciones de izquierda. En esta caracterización se ubica uno de sus principales aportes.

      En el capítulo se considera la prefiguración del bloque en el poder en el inmediato periodo pregolpista. Es aquí donde se sellan las alianzas políticas y se da forma incipiente a la estructura jurídica legal e ilegal que luego se aplicaría en la fase propiamente dictatorial. En ese espacio se conjuga la relación compleja democracia-autoritarismo en la coyuntura anterior al golpe, no como términos antagónicos sino tensionados en paralelo.

      A partir de estas definiciones, el autor aborda el estudio de los dos “gobiernos de crisis”, los de Jorge Pacheco Areco y Bordaberry, que graduaron el largo desmonte de la institucionalidad uruguaya y que sentaron las bases estructurales que serían conservadas y profundizadas durante el periodo propiamente dictatorial. En este pregobierno de facto se ubican también otros elementos de continuidad, básicamente,