Pero Yuri, sobre todo después de haber leído el artículo de Thompson de la colección Smithsoniana, estaba obsesionado con la idea del desciframiento de la escritura maya. En la Facultad de Historia no enseñaban lingüística. Yuri había comenzado a estudiar estas materias por su propia cuenta. No era casualidad que Knórosov conociera el artículo del renombrado mayista alemán Paul Schellhas, titulado «¿El desciframiento de jeroglíficos mayas es un problema sin solución?».[5] El propio Knórosov lo menciona en la entrevista a Tiahoga Ruge en 1996, para la película documental, insistiendo en que no era nada casual y había sucedido todavía en Moscú.
Hay que tomar en cuenta que la Biblioteca Estatal Lenin (la principal biblioteca nacional), con sus enormes fondos, se encontraba en aquellos tiempos muy cerca de la Facultad de Historia, a cinco minutos de camino. La literatura necesaria estaba también en los fondos del Instituto de Etnografía, donde el asesor de Knórosov, Serguei Tókarev, encabezaba el área de estudios americanistas y podía solicitar cualquier publicación necesaria, como se acostumbraba hacer en la Academia de Ciencias. Además, el importante trabajo de Schellhas relativo a mitología y lectura de jeroglíficos con las denominaciones de los dioses mayas (Representation of Deities of the Maya Manuscript), publicado en Estados Unidos en 1904, se volvió a publicar repetidamente.
Pero ¿cómo había llegado la publicación hasta el estudiante? Lo más probable es que el mismo Tókarev se lo diera a Yuri. Precisamente a este tiempo se remonta la historia oficial relativa a la pregunta que posteriormente le hacían siempre a Knórosov: ¿Cómo se había animado a dedicarse al desciframiento maya? Yuri Valentínovich me explicó que todo se decidió prácticamente «en una apuesta».
De cualquier forma, en 1945 llegó a las manos de Knórosov el artículo recién publicado del investigador alemán Paul Schellhas, titulado «El desciframiento de la escritura maya: un problema sin solución». Según la versión del periodista Agranovski, que tras la famosa defensa publicó su ensayo «Los felices», donde se contaba del descubrimiento de Knórosov, fue Tókarev quien le dio el artículo a Yuri.
—¿Vio? ¿Leyó? –preguntó el profesor Tókarev, agitando la revista extranjera recién recibida.
—No, Serguei Aleksándrovich, no vi –contestó Knórosov.
—¡Mira qué es lo que está escrito aquí!
En la revista había un artículo de un gran lingüista alemán, Paul Schellhas, con un melancólico título: «El desciframiento de la escritura maya: un problema sin solución». El autor llegó a esta conclusión después de haber gastado 50 años de su vida resolviendo el antiguo enigma. Él escribía que en la escritura maya no había frases, tampoco había formas gramaticales. Sólo había nociones rituales. Todos los intentos de leerlas fueron inútiles... [6]
Luego, el autor narra de un modo pintoresco que Tókarev propuso a Knórosov estudiar a los mayas y Yuri se había quedado pensando e imaginando los años perdidos sin sentido. Y decidió: «¡Aquí está la verdadera obra con la que soñaba!» Y fue ahí cuando Tókarev le ofreció al estudiante: «¿No quiere estudiar eso, Yura? El asunto es sumamente complicado. Pero supongo que Schellhas no tiene razón, y habrá que contestarle y defender el prestigio de la ciencia».[7]
No cabe duda de que entre Tókarev y Knórosov tenía que haber sucedido algún tipo de conversación sobre el desciframiento de la escritura maya. En primer lugar, porque Yuri ya estudiaba a los mayas, y por eso mismo Tókarev le llevó a él, un simple estudiante, el artículo extranjero recién publicado. Es probable que Tókarev quisiera demostrar que este tema ya estaba definitivamente «cerrado». Además, responder a un famoso científico no le tocaba a un estudiante desconocido. Se suponía que, por el estatus, eso le correspondía a un científico realizado, un investigador del instituto académico. Es evidente que Knórosov, quien hacía tiempo ya se había sumergido en los estudios de la escritura maya, tomó las palabras de su asesor como un desafío o estímulo personal: contestaremos a Schellhas y descifraremos la escritura. Entonces, en aquel glorioso 1945, se hizo una especie de apuesta sobre el desciframiento de la escritura maya. Knórosov estaba convencido de que Tókarev no creía en él y que hacía todo solo por hacer rabiar a Tolstóv, a quien «detestaba».
En todo caso, el artículo alemán de alguna manera puso de relieve sus propios planes científicos. Incluso Yuri dejó durante un tiempo los estudios de prácticas chamánicas para responder al desafío de Schellhas: «¿Cómo que este problema no tiene solución? Lo que fue creado por una mente humana tiene que ser entendido por otra mente humana. ¡Desde este punto de vista, no existen problemas que no tengan solución y no pueden existir en ninguna de las áreas de la ciencia!». Esta postura, que mantuvo durante toda su vida, Knórosov la expresó también en 1996, en aquella entrevista para una película mexicana.
No hay duda de que Yuri revisó meticulosamente los catálogos de todas las bibliotecas de Moscú para encontrar la literatura necesaria. Probablemente este era el primer paso para responder al desafío de Schellhas.
Sea como sea, en agosto de 1948, cuando Tókarev escribe un perfil personal de Knórosov para su primer intento de entrar al doctorado él ya menciona un gran avance en el desciframiento de la escritura maya y la traducción de la Relación de las cosas de Yucatán, de fray Diego de Landa.
Los «compañeros» y los gentlemans no estaban para nada sorprendidos de la nueva afición de Knórosov. Existe una especie de personas especiales que pueden tener las ideas más increíbles, y la gente que las rodea muy rápidamente comienza a tomarlas sin ninguna sorpresa; las toman como si se tratara de algo común. La gente solo exclama de admiración por dentro –y espera otro milagro. Están seguros de que esto sucederá indudablemente. Y se sorprenden en el caso de que tal milagro no ocurra. Yuri Knórosov provocaba tal actitud. Sin embargo, hablar de los resultados todavía era temprano. «Nosotros no nos olvidamos de nada, sólo lo posponemos», amaba repetir.
Poema
Todos los testigos de esa época señalan que, inmediatamente después de la guerra, a la mgu llegó una cierta libertad ideológica y un estallido de la creatividad casi incontrolable. Los estudiantes publicaban periódicos murales, revistas escritas a mano, escribían artículos sobre temas actuales o de interés para todos. Los excombatientes de guerra que habían traído la victoria se sentían con el derecho de expresar su opinión en cuanto a los problemas existentes. En cambio, los administradores, que habían quedado en retaguardia, así como los funcionarios del Partido Comunista, no se atrevían ponerlos a su lugar. Al parecer este entusiasmo espiritual «de abajo» en la mgu, que siempre ha sido una ufana vanguardia avanzada de la ideología, reflejaba el espíritu común en el país. Según los recuerdos de Mira Gueffen, los estudiantes comenzaron a publicar una revista escrita a mano en la que participaban poetas y prosistas; incluso agregaron ensayos etnográficos utilizando los materiales de sus propias expediciones.
Por lo visto, tras el ascenso espiritual común en el país, Yura comienza a escribir un poema junto con sus hermanos. Precisamente así es como se ha conservado, con su nombre original: «poema». Al parecer lo escribían reuniéndose en la misma casa del muelle Smolenskaya. La victoria de la Unión Soviética en la Gran Guerra Patria inspiró a los hermanos Knórosov para escribir este poema. Ahora es bastante difícil imaginar de qué manera trabajaban los hermanos con el texto, pero a Yuri le tocaba la parte histórica. Y no solamente la parte histórica, sino también la poética: su hermano Borís apreciaba mucho el talento poético de su hermano menor, al que delegaban un texto consolidado y sus propias ideas. Afortunadamente, no solo se ha conservado el texto del poema, sino incluso las variantes y las correcciones que recopilaron los sobrinos de los Knórosov: Alexandr, Tatiana y Natalia.
El poema comenzaba