En 1911, María Sklodowska Curie recibió el segundo Premio Nobel, pero ya de Química. Sin embargo, para Alejandra este acontecimiento pasó casi desapercibido. ¡Cómo no! Los jóvenes Knórosov, que todavía vivían en Vasílievski, tuvieron a su primer hijo. Lo llamaron Serguei en honor al abuelo proveniente de Velikiy Ústiug, el comerciante Serguei Makárov. La familia de la madre era extremadamente amigable y unida.
Hay que añadir que, para este tiempo, San Petersburgo se transformaba impetuosamente. Ahí ya vivían alrededor de dos millones de habitantes. La ciudad crecía en un abrir y cerrar de ojos. Estaba por finalizar la construcción de un lado de Petrogrado, la isla Vasílievski y Peskí. Por las calles retumbaban alegremente los primeros tranvías. La electricidad desplazaba rápidamente a la iluminación por medio de gas. Los dandis iban por Nevski en automóviles que asustaban a los cocheros miedosos. Hasta las damas subían en bicicletas. Los aeroplanos eran la pasión de los jóvenes de avanzada; en aquel periodo parecían ser el verdadero milagro. Los aparatos telefónicos se instalaban más frecuentemente en las instituciones públicas y en muchas casas adineradas. El deporte (el boxeo inglés, las luchas y el juego colectivo, como el futbol) empezaba a ser moda.
Ferrocarriles del sur de Rusia
Sin embargo, en 1911 Knórosov tuvo que dejar la capital y mudarse a la provincia de Járkov. Alejandra Serguéievna y Valentín Dmítrievich ni siquiera tuvieron tiempo para visitar El Perro Callejero –un cabaré literario y artístico que se inauguró el último día de 1911 en San Petersburgo, en la esquina de la calle Italiyánskaya y de la plaza Mijáilovskaya, y que se volvió conocido rápidamente. Más adelante, ellos leían con envidia en las cartas enviadas por la hermana de Alejandra y en los periódicos acerca del éxito y la atmósfera fantasmagórica de El Perro Callejero, soñando con que algún día viajarían juntos a San Petersburgo.
La sociedad de seguros Rusia había enviado a Valentín Dmítrievich a Járkov ofreciéndole un buen salario, lo más atractivo era que se trataba de un trabajo interesante y con mucha perspectiva. El momento era muy importante, puesto que ahí se ampliaba el nudo de los ferrocarriles de la dirección sur. Todavía en la mitad del siglo xix, el conocido ingeniero Pavel Mélnikov propuso el proyecto de la construcción del ferrocarril Moscú-Járkov-Sebastopol. Veinte años después, la línea había llegado hasta Kursk y luego hasta Járkov y Rostóv. Al poco tiempo, el primer tren había alcanzado Sebastopol. Para Járkov, la aparición en 1869 de la línea ferroviaria desde Moscú marcó el comienzo de una nueva vida: el crecimiento del comercio, de la industria, de la actividad financiera-crediticia. La ciudad se convirtió rápido en un centro industrial grande. En 1907, dos direcciones (a Rostóv y a Crimea) se unieron en una línea ferroviaria que se llamó Ferrocarriles del Sur. La administración de los Ferrocarriles del Sur incluso había levantado en Járkov su propio edificio, cuya construcción finalizó en 1914.
No hay duda de que en aquellos tiempos la provincia de Járkov cedía considerablemente a la capital, San Petersburgo. Contaba con un poco más de 300 mil habitantes. Pero, en comparación con el periodo de finales del siglo xix, el flujo de la gente que había llegado del centro de Rusia se incrementaba más cada año, creando un problema inevitable de vivienda. La ciudad se construía dinámicamente. Uno tras otro aparecían edificios de varios pisos, así como lujosas casas privadas con todas las comodidades modernas. Sí, hay que aceptar que las casas de cuatro a siete habitaciones con calefacción centralizada, drenaje, electricidad y hasta ascensores correspondían a no más del 20% de la vivienda. Ahí vivía la gente con buenos ingresos (doctores, abogados, ingenieros, comerciantes). Gran parte de los ciudadanos vivían en viejas casas muy humildes. Y también se multiplicaban las zonas de chozas y barracones con decenas de cuartos. Vivían hasta en sótanos y semisótanos. Cualquier vivienda se alquilaba con facilidad, lo cual generaba buenos ingresos a los propietarios de estas casas. Los nobles, los comerciantes, los burgueses y los intelectuales ofrecían en renta sus mansiones urbanas, sus casas particulares, los apartamentos, las habitaciones, los rincones e incluso las camas por diferentes temporadas. Cada vez más aparecían empresarios que compraban bienes raíces con el fin de construir inmuebles para renta.
La familia de los Knórosov rentaba un apartamento en el centro de Járkov, cerca del departamento de los ferrocarriles del sur, que estaba en construcción. Ya en 1912 nació su única hija. La llamaron Galina. También fue la única de todos los hijos en heredar el aspecto físico llamativo de la abuela armenia, la actriz Mari-Zabel.
La joven familia seguía estando al tanto de los nuevos poetas y de la vida cultural en San Petersburgo pero ya de lejos, desde Járkov. Leían todas las publicaciones. No se sentían aburridos. Aquí daban presentaciones los famosos escritores Maksim Gorki, Serguei Yesenin, Alekséi Tolstói y Vladimir Mayakovski, y funcionaban las asociaciones literarias. Alegraba el hecho que en la universidad de Járkov se podía ir a las conferencias públicas del profesor de psiquiatría Konstantín Platónov, el alumno de Béjterev. La Universidad Imperial de Járkov tenía viejas tradiciones académicas. Fue una de las primeras universidades que se inauguraron en Rusia a principios de 1804, después de que el emperador Alejandro I hubiera aprobado las «Reglas previas de la educación pública».
Las guerras y las revoluciones
El 19 de julio de 1914 (según el nuevo estilo es el 1 de agosto de 1914) se desató la Primera Guerra Mundial. Alemania y posteriormente el Imperio austrohúngaro y Turquía declararon la guerra a Rusia. En Járkov cerraron el consulado alemán y el austrohúngaro. En la familia de Knórosov nació un niño más, el hijo Borís. Mientras tanto, comenzó la movilización general de los hombres en edad militar. Esto afectó no sólo a Járkov sino también a las afueras. Las familias de los reclutados se quedaban sin ningún recurso para vivir.
A Valentín Dmítrievich también lo reclutaron en el ejército. Él de inmediato tuvo que irse al frente. Alejandra Serguéievna, que apenas había cumplido 28 años, alistó a sus tres hijos y se fue al pueblo Yúzhnoye, que se encontraba cerca de Járkov. Este poblado fue fundado en el nudo ferroviario en 1906. Múltiples empleados del departamento de ferrocarriles pasaban a vivir de la ciudad a este pueblo, pues los costos de las rentas de los apartamentos en Járkov eran elevados y hacían prácticamente inaccesible la vida en la ciudad. Actualmente Yúzhnoye, en el nudo sureño de los ferrocarriles rusos se llama en ucraniano Pivdenni, aunque, si lo buscamos en el mapa de Ucrania, este pueblo aparece en el norte del país.
Pero falta mucho para estos acontecimientos de finales del siglo xx. Entonces, en la Primera Guerra Mundial, después de quedarse sin el «proveedor», ya le era imposible a Alejandra Serguéievna, madre de tres hijos, pagar incluso por una vivienda relativamente barata. Desde el comienzo de la guerra, la ciudad se convirtió en un enorme hospital militar a donde llevaban a los heridos de todos los frentes. En Járkov se encontraban los hospitales militares de evacuación 82, 83, 84, 85, 86, 87, 88 y 89. Los instalaban no solo en los hospitales urbanos, sino también en las escuelas, que habían dejado de funcionar por un largo tiempo. Allá comenzaron a llegar también los prisioneros de guerra heridos del ejército austrohúngaro: alemanes, polacos, checos, italianos, eslovacos y húngaros.
No había trabajo en la ciudad. Los hijos de Alejandra eran demasiado pequeños, por lo cual ella ni siquiera podía trabajar de enfermera en un hospital militar. Mientras tanto, los poblados como Yúzhnoye (donde vivía la familia) por lo menos podían alimentarse con el huerto. Alejandra tenía que sobrevivir de alguna manera u otra y esperar a su esposo.
Después de recibir una lesión, Valentín