20 Aristóteles, Metafísica, 1015a.
21 Aristóteles, Metafísica, 1017b, 24. Para la noción de accidente, ibid., 1025a, 32.
22 Aristóteles, Ética nicómaquea, 1094a, 1-10.
23 Boecio: Liber de persona et duabus naturis: ML, LXIV, 1343. Tomás de Aquino la recoge en Summa Theologiae, I, q. 29, a. 1. Hay versión en castellano: “Boecio: sobre la persona y las dos naturalezas. Contra Eutiques y Nestorio”, en Los filósofos medievales, Clemente Fernández (ed.), Madrid, bac, 1979. A la cual me referiré generalmente en este texto, con el título acortado.
24 Aristóteles, De Ánima, III 8, 431b, 21.
25 En el preámbulo de dicho documento se expresa: “Los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres”.
26 Este neologismo denominado también especeísmo, quiere significar “una especie de discriminación moral” por parte del hombre hacia los animales a los que considera inferiores. Cfr. R. D. Ryder, “Speciesism again: The original Leaflet”, Critical Society, núm. 2, pp. 1-2, 1979. Dicha posición no distingue la diferencia específica que existe entre el ser humano y los animales.
27 El texto del Génesis es el siguiente: “Dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza”. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y mujer los creó”. Gen., 1, 26 y 27.
28 La historicidad de este libro sagrado está muy documentada a través de la exégesis que proporciona el método histórico-crítico, entre cuyos representantes se encuentran J. Schreiner, H. Zimmermann y W. Stenger.
29 “Diez aportes de Nicolás Copérnico a la humanidad”, Académica. Comunidad Digital de Conocimiento. Fundación Carlos Slim [en línea], disponible en <http://www.academica.mx/observatorio/noticias/10-aportes-cop%C3%A9rnico-la-humanidad. Consultado el 19 de febrero de 2018.
30 José Ernesto Marquina Fábrega, “A cuatrocientos años de una historia genial”, Ciencias, núm. 37, enero-marzo, 1995, pp. 30-32 [en línea], disponible en <https://www.revistaciencias.unam.mx/es/busqueda/titulo/190-revistas/revista-ciencias-37.html>.
31 Cfr. José E. Marquina “Galileo Galilei”, Ciencia, Academia Mexicana de Ciencias, enero-marzo de 2009 [en línea], disponible en <https://www.amc.edu.mx/revistaciencia/images/revista/60_1/PDF/04-Galileo.pdf>.
32 Galileo Galilei, El ensayador, Buenos Aires, Aguilar; 1981, pp. 62-63.
33 Juan Arana, “¿Es la naturaleza un libro escrito en caracteres matemáticos?”, Anuario Filosófico, 2000, núm. 33.
34 V. Brenes, “El naturalismo ético en Spencer”, Revista de Filosofía, ucr, Vol. IV, núm. 13 [en línea], disponible en <http://www.inif.ucr.ac.cr/recursos/docs/>.
35 H. Spencer, La justicia, Madrid, La España Moderna, p. 10 (Biblioteca de jurisprudencia, filosofía e historia).
36 Ch. Barrionuevo, Aportes de Lavoisier a la química [en línea], disponible en <https://es.scribd.com/doc/94427631/Aportes-de-Lavoisier-a-la-Quimica>.
37 Víctor Brenes, op. cit.
38 Papa Francisco, Encíclica Laudato Sí, El Vaticano, Librería Editrice Vaticana, 2015.
39 H. Jonas, El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica, Barcelona, Herder, 1995.
40 A. Gore, “Una verdad incómoda” (documental), EUA, 21 de noviembre de 2006.
41 R. Guardini, El ocaso de la edad moderna, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1981.
42 Biography of Dr. Gro Harlem Brundtland, United Nations [en línea], disponible en <http://www.un.org/News/dh/hlpanel/brundtland-bio.htm>.
CAPÍTULO 2
Antropología filosófica, ética y bioética
Hortensia Cuéllar Pérez1
1. Antropología filosófica, ética y bioética
Atrás de toda ética hay una antropología, una concepción del hombre; lo que significa que si exploramos una ética afincada en la naturaleza humana, tenemos que conocer quiénes somos a nivel ontológico-existencial, lo que resulta clave para indagar el estatuto que como seres humanos nos corresponde, nuestra dignidad y derechos en la doble dimensión individual y social, que trae consigo el descubrimiento de una serie de concepciones morales que nos conducen a la vida buena, a una vida feliz, y permiten su distinción respecto a otras corrientes filosóficas, como el utilitarismo, el deontologismo, el consecuencialismo, el liberalismo moral, el humanismo secularista, biologicismo-cientificista, etcétera.
La pregunta en todos los casos es: ¿cuál es la concepción de ser humano que hay en esas propuestas morales, que necesariamente afecta la configuración de los diversos perfiles que podemos encontrar en la bioética? La respuesta es la siguiente: no resulta lo mismo la bioética inspirada en el utilitarismo y vinculada estrechamente con el consecuencialismo, que la inspirada en el liberalismo, el humanismo clásico, la ética del cuidado o el deontologismo. Expliquémoslo.
El utilitarismo clásico —en concordancia con Jeremy Bentham (1748-1832) y John Stuart Mill2 (1806-1873)— define la moralidad de las acciones humana por su utilidad, y la mayor o menor felicidad que pueda producir a un mayor o menor número de personas,3 que tiene, como consecuencia, la consideración de un cálculo de los efectos que puedan generar las diversas acciones morales; en ello se percibe claramente una doble vertiente: la teleológica (búsqueda de la mayor felicidad), reconocida incluso por Stuart Mill, y la consecuencialista,4 como señaló lúcidamente Elizabeth Anscombe (1919-2001), la ilustre filósofa de Cambridge, en su conocido artículo “La filosofía