6 ATANASIO DE ALEJANDRÍA [296-373] en su carta a su discípulo Marcelino sobre la naturaleza y valor de los salmos le dice refiriéndose a este salmo: «Si por causa de Cristo y de la verdad te ves despreciado y perseguido por amigos y conocidos, no desesperes, no pierdas el ánimo ni temas a los que se te oponen, antes bien apártate de ellos, y contemplando el futuro glorioso que te espera entona el Salmo 31». El Tomo I de “El Tesoro de David” incluye una traducción completa de la Carta de Atanasio a Marcelino. [Tomo I - pp. 50].
7 1 Samuel 23:1-14.
8 FRANCISCO LACUEVA [1911-2005] en su versión Española del “Comentario de Matthew Henry” se suma a esta opinión: «Es probable que David compusiese este salmo cuando era perseguido por Saúl, ya sea en lo de Queilá, o en el desierto de Maón cuando Saúl iba por una ladera del monte, y David y los suyos iban por la otra (1 Samuel 23:13,26). Es una mezcla de plegarias, alabanzas y profesiones de confianza en Dios. I. David expresa su gozosa confianza en Dios y, con esta confianza, ruega ser librado del apuro presente (vv. 1-8). II. Se queja de la deplorable condición en que se halla, pero sigue orando para que Dios se manifieste a favor de él y en contra de sus perseguidores (vv. 9-18). III. Concluye el salmo con alabanzas y expresiones de triunfo, da gloria a Dios y se anima a sí mismo, y también a otros, a poner su confianza en Dios (vv. 19-24).
9 2 Samuel 15:1,18,33.
10 Dice SCHÖKEL al respecto: «La primera impresión de este largo salmo es algo confusa. Parece como si el orante hubiera querido meter todo en su oración. Todo lo que sufre y lo que espera, lo que ha experimentado y sabe del Señor, la actividad de sus enemigos y de los malos en general; habla de hechos individuales en términos bastante convencionales y se remonta a consideraciones genéricas, casi como máximas; recuerda y promete, se dirige al Señor en segunda persona y habla de él en tercera persona; se cita a sí mismo e interpela a otros. (…) Pero una vez identificados los motivos clásicos del género, no es difícil observar bloques, es decir, segmentos del poema en los que se acumula o concentra un motivo». [Salmos, Tomo I, 1-72, Editorial Verbo Divino, Estella, Navarra, 1992].
11 En hebreo אַל־אֵבֹ֣ושָׁה ’al-’êḇōwōšāh de בּוּשׁ bosh. El verbo בּוּשׁ bosh transmite la idea de un “fracaso estrepitoso y reconocido”, y todo fracaso arrastra dos sentimientos conexos entre sí: el de frustración ligado al de confusión; y el de embarazo y vergüenza. Una traducción alternativa sería: “En ti, oh Señor, he confiado; no permitas que fracase para que no tenga que experimentar confusión y vergüenza”.
12 Juan 1:14.
13 CASIODORO [485-583] que aplica estas palabras a Cristo comenta al respecto: «¿Por qué implora el bendito Salvador la justicia divina? Porque sabía que tenía que asumir el lugar de los impíos y sufrir por sus culpas. ¡Qué intercambio tan admirable y divino! Aceptó voluntariamente la muerte y trajo a cambio la vida; soportó las injurias y devolvió honores; soportó el dolor temporal y otorgó seguridad eterna. Siendo el único libre de pecado se hizo pecado apurando la amargura para derramar dulzura».
14 Proverbios 3:5-8.
15 Estas palabras de Spurgeon nos recuerdan el famoso himno de JOSEPH GRIGG [1720-1768] “Asham’d of Jesus! that dear friend”, traducido al español por el poeta JOSÉ JOAQUÍN DE MORA [1783-1864] dice así: «Jesús, mi Salvador ¿será posible / que un día me avergüence yo de Ti, / y que olvidando tus sublimes hechos, yo niegue lo que has sido para mí? / ¡Avergonzarme de Jesús! Más pronto / repudiaría el firmamento al sol; / y se avergonzaría la mañana / del suave, fresco, nítido arrebol. / ¡Avergonzarme del mejor amigo, / mi apoyo, mi esperanza, mi sostén! / No, mi vergüenza es que aunque le amo tanto / no le amo siempre como al sumo bien».
16 2 Timoteo 4: 7-8.
17 Salmo 35:24.
18 AGUSTÍN DE HIPONA [354-430] comenta: «Sálvame, Señor, por tu justicia, puesto que si tienes que hacerlo en base a la mía mi condena está asegurada. La justicia de Dios se convierte en nuestra cuando nos es aplicada; pero sigue llamándose “tu justicia”, justicia de Dios para que el hombre no piense que alcanza justicia por sus propios méritos. Pues a así lo expresa claramente el apóstol: “al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino que cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:4-5). ¿Y quién es el que justifica al impío sino el que de un impío hace un justo? Pero los judíos, que creían poder cumplir las exigencias de la justicia con sus propias fuerzas y basados en sus propios méritos, fueron avergonzados “¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley. Tropezaron en la piedra de tropiezo, como está escrito: He aquí que pongo en Sión piedra de tropiezo y roca de caída; y el que crea en él, no será avergonzado” (Romanos 9:32-33). Pues se acogieron a la Ley que los convertiría en reos, no la que los liberaría de la culpa. […] “Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no sean sometidos a la justicia de Dios” (Romanos 10:3), buscando ser justos por sí mismos, por lo cual cabe decir que no han conocido la gracia de Dios, ya que no han querido ser salvos gratuitamente. ¿Pues quién es salvo gratuitamente? Aquel en quien el Salvador no encuentra cosa alguna a premiar, sino a condenar; en quien no encuentra méritos en razón de sus obras, sino razones sobrada para castigo. Si Dios se atiene estrictamente a la ley, el pecador debe ser condenado. Y en tal caso, ¿quién sería salvo? Pues no hay más que pecadores, y el único que fue sin pecado (Hebreos 4:15) es a quien corresponde declararnos pecadores. Es lo que afirma el apóstol: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). ¿Y qué quiere decir que están “destituidos de la gloria de Dios”? Que el único que tiene capacidad para librarte es él, no tú, y dado que tú no tienes posibilidad alguna de librarte por ti mismo, necesitas un Libertador. […] Escucha bien lo que dice el apóstol: “¡Desdichado de mí!; ¿quién me libertará de este cuerpo de muerte? La gracia de Dios a través de Jesucristo Nuestro Señor” (Romanos 7:24-25. Traducción de Agustín). ¿Y por qué le llama gracia? Porque se otorga gratuitamente. ¿Y por qué se otorga gratuitamente? Porque no ha sido en razón de tus méritos, sino a la misericordia de Dios, fueron los dones de Dios que se anticiparon. ¡Gloria sea pues a Aquel que libra gratuitamente a todos los que habiendo pecados estamos destituidos de la gloria de Dios! Por eso, oh Señor, exclama el salmista, “en ti he confiado”, no quede yo confundido ni avergonzado, porque he esperado en Aquel que no confunde ni se avergüenza jamás. “En tu justicia, líbrame”, ya que no has hallado en mí ni justicia propia ni mérito alguno, líbrame por la tuya; esto es, rescátame con lo único que me justifica: “tu justicia”, que me convierte de impío en justo, que siendo pecador me hace santo, que me transforma de ciego en vidente, de caído en firme, que cambia mi lamento en baile y mis lágrimas en alegría. No son mis méritos lo que me salva, sino tu justicia; líbrame, pues, “en tu justicia”».
19 Traducción libre pero literal del poema. El original inglés tal como lo transcribió Spurgeon dice: «Shadows are faithless, and the rocks are false; / No trust in brass, no trust in marble walls; / Poor cots are even as safe as princes› halls. / Great God! there is no safety here below; / Thou art my fortress, thou that seemest my foe, / It is thou that strik’st the stroke, must guard the blow. // Thou art my God, by thee I fall or stand; / Thy grace hath given me courage to withstand / All tortures, but my conscience and thy hand. // I know thy justice is thyself; I know, / Just God, thy very self is mercy too; / If not to thee, where, whither shall I go?»
20 El versículo contiene una retahíla de peticiones y expresiones muy habituales en los Salmos y repetidas algunas en sentido afirmativo en el versículo siguiente (31:3). Comenzando por “inclina tu oído” (71:2; 86:1; 88:2; 102:2); siguiendo con “rescátame pronto” o apresúrate (38:22; 40:13; 69:17; 70:1,