Enseñanza virtual. María Beatriz Taboada. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: María Beatriz Taboada
Издательство: Bookwire
Серия: Ateneo Aula
Жанр произведения: Учебная литература
Год издания: 0
isbn: 9789500211543
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      ¿Cómo realizar un diagnóstico inicial del grupo de destinatarios antes de diseñar un recorrido virtual?

      Antes de tomar decisiones sobre nuestro recorrido virtual, conviene analizar, como se ha sugerido en la pregunta previa, el perfil de los destinatarios de la futura experiencia educativa a fin de elaborar un diagnóstico inicial del grupo. En este sentido, además de datos de tipo más general, como la edad y el nivel educativo, necesitamos relevar información sobre los conocimientos previos relativos a los contenidos fundamentales de la propuesta de enseñanza, así como sobre la dimensión tecnológica.

      En relación con este último aspecto, se puede considerar:

       La disponibilidad de dispositivos (tipos y cantidad en el hogar).

       El tipo de acceso a Internet (por wifi, con datos móviles).

       La cantidad de horas que usualmente pasan frente a las pantallas.

       Los usos de Internet, lo cual llevaría a distinguir entre los programas, las aplicaciones y los materiales digitales utilizados por los participantes en contextos educativos y los empleados en el ámbito extraescolar.

      Pero ¿cómo recabamos información sobre los participantes de nuestra propuesta de enseñanza? A fin de relevar los datos necesarios sobre el grupo, una alternativa es diseñar y aplicar cuestionarios (en formato impreso o digital) con preguntas cerradas o abiertas sobre los temas mencionados previamente. En este sentido, es importante caracterizar los tipos de pregunta:

       Las preguntas cerradas limitan las posibilidades de respuesta. Por ejemplo, una pregunta como “¿cuántas horas al día estás conectado a Internet?” que incluya las siguientes opciones como respuesta: “entre 1 y 5”, “entre 6 y 10”, “más de 10 horas”. Las respuestas a estas preguntas suelen ser cuantificadas y sistematizadas, lo cual se logra con facilidad y en poco tiempo.

       Las preguntas abiertas habilitan respuestas personalizadas y muchas veces más amplias. Por ejemplo: “¿Ha utilizado tecnologías digitales en alguna asignatura, curso o taller? Especifique cuáles han sido estas instancias formativas y qué tecnologías se han puesto en juego”. Con esta pregunta se exploran las experiencias previas de los destinatarios en situaciones de aprendizaje con tecnologías. Si bien en ocasiones la sistematización de las respuestas a este tipo de preguntas insume más tiempo, las respuestas suelen ofrecer más información sobre la realidad y las perspectivas de los participantes.

      En la actualidad existen alternativas diversas para crear y compartir cuestionarios de manera virtual. Con estas aplicaciones se puede, a su vez, sistematizar e incluso cuantificar las respuestas, especialmente cuando derivan de preguntas cerradas. De hecho, muchas de las aplicaciones procesan los datos en forma de cuadro o gráficos que permiten visualizar con facilidad y claridad los resultados. Entre las alternativas más conocidas, destacamos los Formularios de Google (Google Forms), la plataforma SurveyMonkey y la aplicación Quizlet. Para quienes todavía no accedieron a estas herramientas digitales, existen tutoriales, ya sea los que se ofrecen en los sitios oficiales de las aplicaciones como los que un usuario encuentra en YouTube u otras redes sociales indicando algunas palabras clave en esta búsqueda (por ejemplo: “tutorial formulario google forms”).

      Junto con los cuestionarios o como alternativa a estos instrumentos, podríamos solicitar el desarrollo de actividades breves que también permitan relevar información significativa para las propuestas de enseñanza. Una alternativa sería una actividad en la que los estudiantes tengan que emplear funcionalidades de alguna herramienta específica. Por ejemplo, solicitar a los destinatarios que incluyan un comentario en la entrada de un blog propio de la escuela o del curso con el objetivo de evaluar cómo realizan esta tarea.

      Más allá del cuestionario o la actividad seleccionada para relevar información sobre los participantes, lo importante será obtener estos datos a fin de guiar el diseño de nuestros recorridos virtuales. En este sentido, recordemos el testimonio incluido en la pregunta 4, en el que Candelaria relataba las diferentes dimensiones que tuvo en cuenta antes de planificar su propuesta de enseñanza virtual.

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      ¿Qué conocimientos ponemos en juego al diseñar recorridos virtuales?

      Al diseñar recorridos virtuales ponemos en juego conocimientos sobre los procesos de aprendizaje, sobre las disciplinas/áreas vinculadas a la propuesta y sus didácticas específicas, y también sobre la tecnología.

      En relación con estos conocimientos, los investigadores norteamericanos Matthew Koehler y Punya Mishra compartieron en 2006 un marco teórico para pensar las relaciones entre contenidos a enseñar, pedagogía y tecnología, al que denominaron “conocimiento tecnológico pedagógico disciplinar” o TPACK, por sus siglas en inglés (Technology, Pedagogy and Content Knowledge).

      El marco aborda los conocimientos necesarios para la integración de TIC en procesos de enseñanza y aprendizaje e identifica tres núcleos (figura 2):

       Conocimiento disciplinar, que involucra los saberes que hemos construido sobre la disciplina que enseñamos.

       Conocimiento pedagógico, sobre el proceso de enseñanza y de aprendizaje y las estrategias para su gestión.

       Conocimiento tecnológico, sobre las tecnologías disponibles y su uso.

      Los saberes vinculados a las tecnologías no aparecen como algo accesorio, sino como conocimientos que obligan a repensar las dimensiones disciplinares y pedagógicas de nuestras prácticas.

      Figura 2. Componentes del conocimiento tecnológico pedagógico disciplinar (TPACK)

      Esos conocimientos o saberes construidos por los docentes, siempre abiertos y en desarrollo, se entrelazan para construir nuevos conocimientos:

       El conocimiento pedagógico disciplinar, vinculado a la transformación de los saberes de cada disciplina para su enseñanza así como a las didácticas específicas. Es decir, conocimiento sobre el modo en que los estudiantes aprenden los contenidos de una disciplina particular que ponemos en juego, por ejemplo, cuando diseñamos actividades para ellos, buscando las mejores estrategias para que se apropien de ciertos contenidos en una disciplina particular.

       El conocimiento tecnológico disciplinar remite al modo en que se articulan e influyen mutuamente la tecnología y los contenidos. En este punto, algunas tecnologías pueden resultar más pertinentes para el abordaje de determinados contenidos frente a otras. Desde este conocimiento evaluamos esa pertinencia en el proceso de selección de recursos. Pensemos en un docente que emplea un diccionario en línea en actividades de lectura, por ejemplo, o que sabe cómo utilizar herramientas específicas para realizar cálculos matemáticos.

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