Ruina y putrefacción. Jonathan Maberry. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jonathan Maberry
Издательство: Bookwire
Серия: Ruina y putrefacción
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9786075572116
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sonrisa tolerante destelló sobre la cara del Hermano David.

      —No usamos esa palabra, hermanito.

      Benny no supo qué responder, así que Tom acudió a rescatarlo.

      —El nombre viene de Lázaro de Betania, un hombre que fue levantado de entre los muertos por Jesús.

      —Sí, recuerdo haber oído de eso en la iglesia.

      La mención de la iglesia abrillantó la sonrisa del Hermano David.

      —¿Crees en Dios? —preguntó, esperanzado.

      —Supongo…

      —En estos tiempos —dijo el Hermano David—, con eso estás mejor que la mayoría —y dedicó un guiño disimulado a Tom.

      Benny miró más allá del Hermano David, a donde las muchachas se habían llevado al zombi.

      —Estoy, vaya, totalmente confundido. Ese tipo era… Ya sabe. Estaba muerto, ¿no?

      —Muerto viviente —corrigió el Hermano David.

      —Eso. ¿Por qué no estaba tratando de…? Ya sabe —hizo la mímica de agarrar y morder.

      —No tiene dientes —dijo Tom—. Y ya viste sus manos.

      Benny asintió.

      —¿Ustedes le hicieron eso? —le preguntó al Hermano David.

      —No, hermanito —dijo el Hermano David haciendo una mueca—. No, otras personas le hicieron eso al Viejo Roger.

      —¿Quién?

      —¿No querrás decir “por qué”?

      —No… Quién. ¿Quién haría una cosa así?

      El hermano David dijo:

      —El Viejo Roger es sólo uno de los Hijos que han sido torturados así. Puedes verlos por todo este condado. Hombres y mujeres con los ojos arrancados, los dientes extraídos o las mandíbulas destrozadas a balazos. A casi todos les faltan dedos o manos enteras. Y no voy a hablar de algunas de las otras cosas que he visto que han hecho. Cosas que tú eres demasiado joven para saber, hermanito.

      —Tengo quince —dijo Benny.

      —Eres demasiado joven. Yo recuerdo cuando tener quince significaba que aún eras un niño —el Hermano David se dio vuelta y miró a las dos jóvenes regresar sin el viejo zombi.

      —Está en el cobertizo —dijo la joven negra.

      —Pero está agitado —dijo la otra, una pelirroja pálida de veintitantos años.

      —Se calmará después de un rato —dijo el Hermano David.

      Las mujeres estaban en pie ante el despachador de gasolina y miraban a Tom, aunque Tom parecía haber encontrado de pronto algo fascinante en el movimiento de las nubes. La propensión habitual de Benny hubiera sido hacer alguna broma a expensas de Tom, pero no quiso. Giró hacia el hombre barbado.

      —¿Quién hace esas cosas de las que está hablando? A ese viejo. A los… otros que mencionó. ¿Qué clase de malditos hacen eso?

      —Cazarrecompensas —dijo la muchacha pelirroja.

      —Asesinos —dijo la muchacha negra.

      —¿Por qué?

      —Si tuviera una respuesta —dijo el Hermano David—, sería un santo en vez de un monje de estación de paso.

      Benny volteó hacia Tom.

      —No entiendo. Tú eres un cazarrecompensas.

      —Supongo que eso soy para algunas personas, sí.

      —¿Tú haces ese tipo de cosas?

      —¿Tú qué crees? —preguntó Tom, pero Benny ya sacudía la cabeza—. ¿Qué sabes tú en realidad de los cazarrecompensas?

      —Matan zombis —dijo Benny, y se encogió al ver las expresiones de disgusto en las caras del Hermano David y las dos mujeres—. ¡Bueno… eso hacen! Para eso están los cazarrecompensas. Vienen a Ruina y Putrefacción y cazan a los… este… ya saben, a los muertos vivientes.

      —¿Por qué? —preguntó Tom.

      —Por dinero.

      —¿Quién les paga? —preguntó el Hermano David.

      —La gente del pueblo. La gente de otros pueblos —dijo Benny—. He oído que el gobierno lo hace a veces. Casi siempre para limpiar de zoms una ruta comercial y cosas así.

      —¿De quién oíste eso? —preguntó Tom.

      —De Charlie Matthias.

      El Hermano David miró intrigado a Tom, quien dijo:

      —Charlie Ojo Rosa.

      Las caras del monje y las dos mujeres hicieron muecas de asco. El hermano David cerró los ojos y sacudió la cabeza despacio de un lado a otro.

      —¿Qué pasa? —preguntó Benny.

      —Se pueden quedar a cenar —dijo el Hermano David, tieso, con los ojos todavía cerrados—. Dios pide compasión y generosidad para todos Sus hijos. Pero… una vez que hayan comido, quiero que continúen su camino.

      Tom puso una mano en el hombro del monje.

      —Nos iremos ahora.

      La pelirroja caminó hacia Tom.

      —Era un día hermoso hasta que ustedes llegaron.

      —Deberían irse de aquí —dijo la mujer más joven.

      —No —continuó el Hermano David, cortante, y luego lo repitió con más suavidad—: No, Sarah —dijo a la pelirroja—. No, Shanti —dijo a la adolescente negra—. Tom es nuestro amigo y estamos siendo groseros —abrió los ojos y Benny pensó que el hombre, ahora, parecía de setenta—. Lo siento, Tom. Por favor perdona a las hermanas, y perdóname a mí por…

      —No —dijo Tom—. Está bien. Sarah tiene razón. Era un lindo día, y decir el nombre de ese hombre fue incorrecto de mi parte. Me disculpo contigo, con ella, con la hermana Shanti y con el Viejo Roger. Ésta es la primera vez que Benny sale aquí a Ruina. Él conoce a… ese hombre… y ha oído muchas historias. Historias de caza en este lado. Es un niño y aún no comprende —hizo una pausa—. No lo he llevado a Sunset Hollow todavía. ¿Entienden?

      Los tres Hijos de Dios lo estudiaron durante un rato, y uno por uno asintieron.

      —¿Qué es Sunset Hollow? —preguntó Benny, pero Tom no contestó.

      —Y gracias por su oferta de una comida —dijo—, pero tenemos kilómetros por recorrer, y creo que Benny tendrá un montón de preguntas que hacer. Algunas de ellas será mejor que se pronuncien en otro lado.

      La hermana Sarah acercó su mano y tocó la cara de Tom.

      —Lamento mis palabras.

      La hermana Shanti tocó su pecho.

      —Yo también.

      —Nada tienen que lamentar —dijo Tom.

      Las mujeres le sonrieron y acariciaron su mejilla. Shanti giró y puso las manos a ambos lados del rostro de Benny.

      —Que Dios proteja tu corazón aquí afuera en el mundo —y con eso besó su frente y se alejó. La hermana Sarah sonrió a los hermanos y siguió a Shanti.

      Benny miró a Tom.

      —¿Me perdí de algo?

      —Probablemente —dijo Tom—. Vamos, niño, a caminar.

      El Hermano David se interpuso en el camino de Tom.

      —Hermano —dijo—. Preguntaré una vez y con eso terminamos.

      —Pregunta.