No tengas miedo... Actúa. Mª Amparo Gimeno Tamarit. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Mª Amparo Gimeno Tamarit
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788416848188
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segunda carta:

      “Hola María, te escribo porque no tengo otra cosa mejor que hacer, y te digo esto en el buen sentido de la palabra”.

      ¿Aquello se podía leer con otro sentido que el que tenía? María alucinada siguió leyendo.

      “Si no te he dicho nunca lo que pensaba respecto a ti y a mí ha sido porque tenía miedo, es porque perdona, pero conozco más tus defectos que tus virtudes”.

      Otra vez tenía que parar y releer. No podía dar crédito a lo que leía. Tal vez lo estaba entendiendo mal. Ella no debería tener defectos para él.

      “Sabes que yo te quiero, y es por eso por lo que sufro. Tengo miedo de ti, me preocupa tu obsesión por salir de casa, de ir aquí o allá. No puedo pensar que otro…

      Soy consciente de que me he vuelto celoso pero te necesito y no te tengo.

      Intenta ser mía. No salgas por ahí.

      Hoy es un domingo perdido de mi vida que no recuperaremos jamás.

      Necesito que me quieras y que me lo grites, TE QUIERO”.

      “Dios como le quiero, se me abre el alma, no entiendo cómo puede pensar que voy con otros”, pensaba María.

      Aquella carta había logrado hacerla sentirse mal. Preguntarse, ¿por qué? ¿En que había metido ella la pata? Rompió a llorar hasta que los ojos le dolieron y tuvo que cerrarlos. Solo el cansancio hizo que se durmiera.

      Su padre se asomó, apagó la luz y la dejó con sus sueños. Dulces creía él. Oscuros en realidad.

      Al día siguiente había que volver a la rutina. Todo en casa igual.

      No iba a contarle nada de aquello a nadie. Su mejor amiga iba a ser ella misma, porque las demás le dirían que saliera y si él se enteraba iba a tener una fuerte discusión. Y para ella no merecía la pena. Si no pasaba nada el fin de semana iban a estar juntos. No sabía si le sacaría el tema o no.

      —Dejaré que hable él…

      Capitulo 2

      Aquella fue la primera ocasión que María se quedó pensativa con respecto a él. Pero le quería tanto.

      Ella tenía la intención de llegar virgen al matrimonio, y eso lo habían hablado, según contó a los amigotes.

      Ella no tenía los pies en el suelo en cuanto a él se refiere. Soñaba despierta, creía que un matrimonio con Javier sería relajante, como un baño templado, o como el suave acariciar una flor, y sus sueños ponían el resto.

      Sin embargo para Javier no estaba todo tan claro...

      —Lo perfecto es aburrido— le decía cuando ella soñaba en voz alta que era muy a menudo.

      Volvían a repetir la misma situación en la playa como cientos de jóvenes que no tienen dinero para ir a un hotel. Aunque, —¿para qué voy a gastar dinero si no lo vamos a hacer?— le tiraba el dardo envenenado.

      Pero era capaz de sortearlo y seguir con los valores que ella tiene.

      Dejaron discurrir su amor, se besaron como si no hubiera un mañana.

      Sentía sus manos ceñidas a la cintura, locos de deseo los dos, sin pensar, deslizando los labios suavemente buscando la boca.

      Por un momento parecía que perdía la noción y luego tendría que arrepentirse.

      Pero la cordura se imponía.

      Jamás había imaginado que una persona así entrase en su vida. Era su héroe, su caballero,

      Y guapo, que guapo.

      Nada de lo escrito. Para que iba a enturbiar una tarde tan maravillosa. Ya lo hablarían cuando él estuviera ya en casa.

      La tercera carta no se hizo esperar.

      “… cuando me escribas quiero que me cuentes como estas, como van tus estudios y a dónde vas los fines de semana.

      Por otra parte sé que eres una persona maravillosa y te digo que cuando te apetezca salir que lo hagas, pero no te fíes de nadie, ni de tus amigas.

      Tengo que decirte algo, que ahora pienso menos en ti, pero es porque no tengo tiempo, no pienses mal”.

      A María le hacía gracia lo obsesivo que se estaba volviendo Javier. Cuanto la quería.

      Y firmaba la carta como: “Alguien que te aprecia y te quiere”.

      ¿Cómo puede despedirse como alguien que te aprecia? Menos mal que María tenía un corazón de repuesto que siempre llevaba puesto, porque aquel se lo había cargado por completo con aquella despedida.

      *****

      Acaba de darle por teléfono la noticia de que no irá a casa a pasar las fiestas. Esta arrestado. Y por esta vez ella se lo cree.

      Se queda en silencio y pensativa. Él prosigue con su discurso.

      — Me alegra que me digas que vas a cambiar por mí y para mí— le decía él por teléfono, — eso es lo que más me importa que todo lo que hagas lo hagas por y para mí, así todo irá mejor. No es una conversación machista, nada más lejos, es que lo quiero así. Me pides que sea un poco tolerante contigo, ni lo sueñes— siguió hablando— Te quiero como a nada en el mundo, si me diese cuenta que para ti soy un capricho, te daría de ostias sin confirmar, hasta que recibieras tu merecido.

      —Pero que burro eres Javier. Sabes que yo no soy así, que te quiero— contestaba María sin dar importancia a aquellas palabras.

      La vida de María iba cambiando lentamente, ella no se daba apenas cuenta.

      Empezó a no salir con las compañeras de clase. Después solo lo hacía a casa de su mejor e íntima amiga Julia.

      Con ella si hablaba y le contaba y le leía las cartas.

      A ella no le hacían la menor gracia, pero su amiga todo lo traducía al amor que él le tenía

      —Siempre hay un pájaro que vive en ti y otro en tus sueños,— le decía Julia —solo espero que los dos pájaros vuelen juntos mucho tiempo, porque ello querrá decir que sigues soñando.

      *****

      Una tarde de lluvia, con ese olor especial de tierra mojada, él vino a verla sin avisar.

      —No está, pero sube que no tarda— dijo su padre

      —No, esperare en el coche. Gracias— contestó él.

      La rabia iba apoderándose de él aun sin saber el motivo ni donde estaba María. Tardaba, más de la cuenta, le pareció a él. Una locura pura de amor invadía todo su ser. Tenía que verla, tenía que besarla, tenía que amarla.

      —A saber de dónde vienes. Me has hecho mucho daño— dijo al verla llegar jadeante de alegría por la sorpresa.

      —Si supieras cuanto te quiero, me querrías más— dijo zarandeándola sin mucha fuerza. Hasta fundirse en un abrazo.

      María lloraba no sé si de la alegría de verle o por el tono que había usado para decirle que la quiere. Es la primera vez que le levanta la voz, pero claro pobre, viene de la mili a verla y ella está por ahí. Todo lo entendía y todo lo justificaba.

      Su padre ha visto desde la ventana la situación y cuando se quedan solos le pregunta.

      —¿Os pasa algo?

      —No papá, no pasa nada,— intentando quitar importancia a la actuación de Javier.

      —Parecía que te estaba gritando— insistía su padre.

      —Que no de verdad. Déjalo— dio media vuelta y se encerró en su habitación.

      ¿Cómo podía pensar su padre que le estaba gritando?, solo había levantado un poco la voz, pero era normal, si ella no estaba en casa, encima que había venido