No tengas miedo... Actúa. Mª Amparo Gimeno Tamarit. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Mª Amparo Gimeno Tamarit
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788416848188
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seguro a estas horas— dijeron y se fueron.

      Le devolvió el carnet e inmediatamente se fueron de allí.

      No fue el último sábado que pasarían en la playa por la noche, a María le gustó la experiencia, las caricias, los besos, la conversación sobre su futuro con él.

      Era un embaucador, a todo le decía que sí y ella encantada.

      El domingo no había quedado así que llamo a Laura y salieron a tomar unas copas. Se rieron las dos, hablaron de recuerdos de la infancia cuando jugaban en el colegio y en el patio de la escalera ellas dos.

      —Cuantos años han pasado y que cambio. ¿Ha cambiado todo o no ha cambiado nada? Recuerdas cuando los niños jugaban en la calle, no habían coches no habían máquinas electrónicas, por desgracia si había cambiado todo. La edad, ellas.

      María aspiraba a no haber cambiado mucho, pero era otra persona, estaba irreconocible.

      Cuando se despidió Laura le dijo:

      —Sé tú otra vez. Sigue persiguiendo tus sueños, eso te hará cada día un poco más libre.

      Ambas sabían que ya no volvieron a salir juntas.

      Pero María había equivocado su sueño o más bien la persona con quien llevarlo a cabo. Hay gente que pasa por tu vida un tiempo y otras que se quedan para siempre y dan sentido a la palabra amor, vida, familia. Para ella Javier representaba todo eso.

      Le amaba. Y él a ella también. Y los comentarios de Laura no tenían cabida en la relación.

      *****

      Javier cumplía los 21 años, y eso significaba que irremediablemente tenían que separase. Llegó la hora de despedirse. Él tenía que ir a la mili, el servicio militar. La patria te llama como decía la televisión.

      No habían tenido suerte en el sorteo que los militares realizaban para repartir a los muchachos por los diferentes cuarteles de España.

      Iban a estar algo más de un año separados y por muchos kilómetros. Él solo en Galicia y ella en Valencia, en casa con los suyos. Era injusto, pensaba Javier, pero a todos les pasaba lo mismo.

      Tenían que aprovechar los días o mejor dicho las noches que les quedaban.

      María tenía exámenes, pero podían esperar. Si no aprobaba tendría mucho tiempo ese año para estudiar.

      Cada fin de semana volvían a la playa.

      Cada rincón de su cuerpo, cada curva, la dibujaba con sus dedos rozando el oro de sus pechos sin abrazarlos porque en los ojos de María veía el miedo.

      María no quería y él se lo había prometido, pero cuán difícil era mantener esa situación en aquellos íntimos momentos.

      Aquellos besos interminables, apretando los cuerpos hasta impedirles la respiración.

      Su boca corría los caminos que su deseo dibujaba, pero él sabía que era todo cuanto le iba a dar.

      *****

      Llegó el día de su partida.

      La estación estaba llena de jóvenes abrazando a la familia y a sus novias. El jaleo de idas y venidas era grande.

      Ellos se despidieron delante de todos con un cordial abrazo que en nada hacía sospechar la pasión con la que la noche anterior bebieron los dos de sus respectivos labios la sabia del amor.

      El tren empezó la marcha y cientos de jóvenes partieron hacia lugares lejanos de España dejando familias, novias, trabajos, estudios. En fin su vida aparcada por un año.

      La llegada al cuartel fue en cierto modo divertida. En el tren había hecho amigos que iban a estar con él. Gente de Castellón, de Zaragoza. Ellos no lo sabían, pero iban a ser los mejores amigos.

      Llegar y empezar a recibir órdenes fue todo uno.

      “Sí mi sargento, sí mi cabo”, tenían que aprender a hablar a sus mandos, y no era fácil recordar cuantas puntas, cuantos galones tenían cada uno y como se debían dirigir. Aquella era la primera lección.

      La segunda era que no se podían quejar absolutamente por nada. Todo estaba correcto y perfectamente hecho para ellos.

      Así, en ese estado no era de extrañar que algunos quisieran abandonar, otros caían en depresión, y ya sabemos que más de uno dejó este mundo por desgracia incapaz de resistir esa vida.

      Javier era fuerte, y tenía las ideas claras. Él obedecería por la cuenta que le trae y así cuanto antes regresaría a su casa y a su vida.

      Mientras la vida para María seguía lentamente. Sus estudios no avanzaban demasiado bien. Siempre estaba pensando en él. Le había dado fuerte. Le echaba mucho de menos. Sobre todo por la noche cuando se acostaba no dejaba de pensar en los dulces besos que se daban, en las ganas que tenían de ser el uno del otro.

      “Cierro los ojos, oigo la música, si tu no estas se tiñen de tristeza las canciones y mi mente vuela”, pensaba y escribía cuanto le venía a la cabeza para después escribírselo en sus cartas.

      “¿El no besarle se puede aguantar? ¿El no pegarte a él y respirar su aliento?, no, no se puede. Solo en ese momento en que se nota tu ausencia, cambia el ritmo de la mañana. Mi mayor ilusión es seguir teniendo ilusión”.

      Y en estos pensamientos estaba cuando llegó el cartero. Su primera carta.

      “Querida María, quiero decirte que mi voluntad era escribirte antes, pero no he podido porque nos han tenido muy mareados con la revisión médica, enseñándonos el campamento, etc.

      Hoy nos han dado la ropa y me viene bastante bien. Respecto al pelo, decirte que ya no hay. Ya volverá a crecer.

      Escribiendo en serio, tengo ganas de verte y claro está también de meterte mano y no precisamente a la cabeza.

      Siguiendo: he hecho un grupo bueno de amigos que compartimos todo.

      La comida no está nada mal por el momento.

      Solo me resta decirte y creo que eres lo más importante para mí, que recuerdes que no estoy aquí por mi gusto. Que soy tu novio, aquí, en China y en Rusia. Respétame y te respetaré.

      Quiero que te lo aprendas de memoria y se grave bien en tu mente. Te quiero”.

      Leía y releía la carta todos los días. Bueno al menos le decía que eran novios y que la quería, porque de manera oficial, él no le había pedido nunca ser su novio.

      Ella respondía a sus cartas con verdaderas obras maestras de amor. Largas cartas llenas de poesía y con sabor a lágrimas.

      Nunca hubiera podido imaginar que en ese momento de su vida iba a aparecer aquella maravillosa persona que nunca pensó conocer. Justo en el momento en el que más centrada tenía que estar. En la Universidad. Pero hagas lo que hagas, no dudes. Ya habrá tiempo de estudiar y tiempo para arrepentirse de no haberlo hecho.

      *****

      Las noches se hacían largas, eternas, escuchaba de madrugada la radio, canciones que la transportaban a las noches en las que estaban juntos. Parecía que su destino era levantarse por la mañana y sentir que su vida discurre alrededor de él y cuando él no está las mismas canciones suenan tristes.

      Había vuelto a leer la carta varias veces desde la distancia de los días. Poca cosa le contaba. En verdad nada nuevo.

      Si lograba concentrase algún rato, aprovechaba el poco tiempo que no pensaba en él para repasar, pero su cabeza no regía, no era capaz de memorizar. Tiempo perdido.

      La magia de los sueños puede cambiar tu vida, todo empieza por creer en uno mismo y saber que tú puedes. Y ella podía. Lo había estado haciendo hasta ahora. ¿Por qué iba a cambiar? Nada tenía que cambiar. Soy como soy, siento como siento, a mi manera y tener el corazón compungido no es razón para dejar de hacer su vida normal, pero con la pasión que me lleva a quererle tanto.