Einstein, como he escrito anteriormente, es una de las fuentes de inspiración para la rectificación de la cultura laica sobre las religiones. Fernández Buey propugna la «integración de la religiosidad laica einsteiniana» en la cultura de la izquierda alternativa.
Otra de las razones de su interés por las religiones de liberación está asociada a cuestiones que podríamos denominar meta-físicas y meta-materialistas de la condición humana. Con el paso de los años cada vez le interesaron más. Él constataba fuertes vacíos en el marxismo y en la cultura laica sobre estas. No le satisfacían las respuestas de las religiones y, por eso, era ateo; sin embargo, encontraba en ellas un ámbito en el que se planteaban esas cuestiones y en el que se había elaborado a lo largo de milenios un saber sapiencial que no había que despreciar y merecía la pena ser conocido. Había un tema que a él y a Sacristán les preocupaba profundamente y era el de la muerte37. En sus conversaciones con Jaume Botey, en la que fue la última entrevista que realizó en su vida, afirmó lo siguiente:
Manuel Sacristán tenía muy claro que uno de los problemas principales del marxismo es que nunca ningún marxista había dicho nada interesante sobre un tema tan clave para las personas como la muerte. Nuestras cosmovisiones, que se pretenden globalizadoras, no tienen explicaciones para casi nada de lo profundo, no solo de la muerte, sino de casi ninguno de los grandes problemas de la persona.
Es desgarradora la conversación que mantuvieron Jordi Guiu y Antoni Munné con Manuel Sacristán sobre este y otros asuntos38.
EL ESTUDIO DE LA OBRA Y LA VIDA DE CRISTIANOS
QUE LUCHARON POR LA EMANCIPACIÓN DE LOS EXPLOTADOS Y EMPOBRECIDOS EN UNA HUMANIDAD SUFRIENTE
Francisco Fernández Buey también era un historiador de las ideas interesado en las culturas emancipadoras a lo largo de los siglos desde la perspectiva gramsciana de la dialéctica pasadopresente. Por este motivo, analizó el pensamiento y la praxis de cristianos que impulsaron estas culturas, especialmente Bartolomé de Las Casas y Girolamo Savonarola39. También estudió la obra y la acción del obispo Vasco de Quiroga, de Tomás Moro y de Erasmo40.
En bastantes ocasiones se olvida que la teoría marxista de la religión considera a esta como protesta contra la miseria y no solo como expresión de ella. Engels desarrolló este aspecto en La guerra campesina en Alemania, que en la edición de Capitán Swing cuenta con una notable introducción de Ernst Bloch. Este autor escribió Thomas Müntzer, teólogo de la revolución. Fernández Buey cita en sus escritos esta frase de Bloch: «la alianza entre revolución y cristianismo en la guerra de los campesinos, en el siglo XVI, no ha sido la única en la historia». Sobre el líder de esa guerra, Thomas Müntzer41, afirma en el capítulo 4 que «podría ser un excelente dirigente de masas en un fin de siglo para excampesinos excluidos de todo». Él exploró esta senda de pensadores y activistas cristianos que en su tiempo impulsaron la emancipación de los empobrecidos y criticaron a los poderes existentes.
Bartolomé de Las Casas: pensador y activista en la defensa de los indios explotados
De todos los autores citados, al que más tiempo y extensión dedicó fue a Bartolomé de Las Casas42, aquel dominico que criticó la conquista española de las tierras americanas y se enfrentó a los poderes que la impulsaron y a los intelectuales de la época que la legitimaron. El estudio de su persona, de su obra y de su acción estaba íntimamente unido a uno de los temas que más le preocupaban: las migraciones y el diálogo intercultural, dentro del cual incluía el diálogo con diversas religiones43. Joaquim Sempere ha afirmado que «Francisco Fernández Buey dedicó a Las Casas un libro importante, el más ambicioso y sólido de los que publicó»44.
Los dos textos sobre Las Casas que se publican en este volumen sintetizan muy bien su proyecto de fundamentar una conciencia de especie universal. Destaca «el escándalo moral del cristiano consecuente» ante el primer colonialismo moderno. Para nuestro autor, Las Casas es un modelo de filósofo activista que es lo que él siempre intentó ser. Entre los muchos aspectos interesantes de estos textos, quiero subrayar dos: la crítica a la actitud y al pensamiento indolente de los filósofos ilustrados ante la explotación de las llamadas colonias, y el nexo que establece entre la obra de Las Casas y el nuevo indigenismo político latinoamericano.
Simone Weil: revolucionaria y mística
En las conversaciones con Jaume Botey, afirma lo siguiente sobre Gramsci y Weil: «de todos los personajes del siglo XX que he leído con pasión, son los dos que más me han impresionado». Hay que tener en cuenta que la dirección de la New Left Review, uno de los principales referentes de la izquierda alternativa internacional, ha declarado que Simone Weil es una de las tres pensadoras más importantes del siglo XX, junto a Simone de Beauvoir y Hannah Arendt45.
Afortunadamente disponemos de un libro que recoge todos sus escritos sobre Simone Weil, publicado por El Viejo Topo en una edición de Salvador López Arnal y Jordi Mir. La vida y la obra de esta pensadora y activista es fascinante46. Tenemos una deuda grande con Albert Camus, un autor muy importante para Fernández Buey47, por haber sido su primer editor en Gallimard.
Para responder a la pregunta sobre por qué situó a Simone Weil de forma tan destacada en la elaboración de su pensamiento y en su activismo sociopolítico, conviene tener en cuenta que conocía bien lo que sobre ella pensaba Albert Camus. Este, en Lettre à Mme. Weil, afirmó lo siguiente sobre la autora de La condición obrera: «yo lo sé ahora, es el más grande espíritu de nuestro tiempo». Sobre L’enracinement48 escribe que «es uno de los libros más lúcidos, más elevados, más bellos que han sido escritos desde hace mucho tiempo en nuestra civilización» y en Projet de Préface a esta obra declara:
Ella llevaba orgullosamente su gusto o más bien su locura de verdad […] Esta locura permitió a Simone Weil comprender la enfermedad de su época y discernir los remedios. Me parece imposible en todo caso imaginar para Europa un renacimiento que no tenga en cuenta las exigencias que definió Simone Weil49.
Conviene dar unas breves pinceladas sobre su vida, pues no hay que dar por hecho que quienes lean este libro la conozcan. Simone Weil fue una profesora de Filosofía que estuvo muy vinculada al sindicalismo revolucionario. Sin ser estrictamente anarquista, sí podemos considerarla claramente como libertaria. Su identificación con el sufrimiento del proletariado la llevó a dejar su trabajo como profesora y entrar a trabajar como obrera en diversas fábricas; entre ellas, la Renault. Además, fue una internacionalista solidaria en la guerra de España, se desplazó a Aragón y formó parte de una columna de la CNT. También participó en la resistencia antinazi. Se convirtió al cristianismo