Como este libro no se dirige solo a personas de su generación y de sus entornos académicos y políticos más cercanos, conviene dedicar el inicio de la Introducción a exponer algunos rasgos de su vida personal, intelectual y política. Considero que es un requisito para comprender el sentido de los textos que componen esta obra.
UNA VIDA CENTRADA EN EL PENSAMIENTO CRÍTICO Y LA ACCIÓN POLÍTICA
Francisco Fernández Buey nació en Palencia en 19431. En el primer acto que se celebró en Madrid con motivo de su muerte, en el que participé junto a Jorge Riechmann y Manuel Monereo, destaqué que este origen marcó su talante de insumiso discreto, su gran dominio de la lengua castellana y su forma de ser y estar en el mundo. Palencia no solo fue una circunstancia geográfica, sino un lugar sociocultural que le imprimió un carácter. Al terminar sus estudios de bachillerato, se trasladó a Barcelona a estudiar Filosofía. Allí conoció a Manuel Sacristán, su gran maestro2 junto a José María Valverde. También recibió la influencia de Emilio Lledó. A los veinte años (1963) ingresó en el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) y se convirtió en un activo militante de la organización universitaria de este partido, hermano del PCE. En 1966 fue uno de los creadores del Sindicato Democrático de Estudiantes de la Universidad de Barcelona (SDEUB) y posteriormente uno de los líderes estatales del movimiento de los PNN (Profesores No Numerarios) de las universidades españolas. Vivió un tiempo en la semiclandestinidad, fue detenido y encarcelado por su activismo comunista.
En 1976 abandonó la militancia en el PSUC por divergencias con la dirección de este partido y, sobre todo, por su orientación eurocomunista. También fue determinante su crítica al comunismo imperante en la URSS y en países del Este de Europa3. La invasión soviética de Checoslovaquia en 1968 le impactó mucho y le alejó del comunismo autoritario que siempre había rechazado. En 1989 participó en el I Congreso de Izquierda Unida con la que estuvo muy identificado en la época en la que Julio Anguita fue su coordinador general y, después, se fue distanciando discretamente de ella. Su compromiso político lo desarrolló fundamentalmente en movimientos sociales antinucleares, pacifistas y ecologistas.
Su vida profesional siempre transcurrió en el ámbito universitario. Fue catedrático en la Universidad de Valladolid, en la Universidad de Barcelona y en la Universidad Pompeu Fabra. Su libro Por una Universidad democrática condensa su pensamiento sobre esta institución y las transformaciones que necesita. No se dedicó exclusivamente al mundo académico. Fue fiel a la XI Tesis sobre Feuerbach escrita por Marx en 1845: «Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo». Por eso se concebía a sí mismo como filósofo comunista de inspiración gramsciana. Puso todo su saber al servicio de la emancipación de «los de abajo», expresión tomada de Simone Weil y utilizada frecuentemente por él para referirse a los explotados, humillados, ofendidos y desdichados. En la placa que varias organizaciones pusieron en la entrada a su domicilio familiar en la calle La Puebla de Palencia, está escrito lo siguiente: «Aquí vivió Paco Fernández Buey, filósofo y luchador». Es la más exacta definición de las muchas que se han dado de él.
Su influencia política e intelectual en miles de personas se desarrolló a través de sus libros, de numerosas conferencias y de escritos publicados en las revistas El Viejo Topo, Materiales y mientras tanto, en torno a las cuales se formó uno de los grupos de intelectuales más relevantes en España: el creado por Manuel Sacristán y discípulos suyos. En el futuro será imposible hacer una historia y una sociología de los intelectuales sin estudiar a fondo estas tres revistas. De modo especial, mientras tanto ha sido algo más que una revista. Ha constituido una especie de fábrica de una nueva cultura para la construcción de una izquierda roja-verde-violeta; es decir, para una articulación de la mejor tradición comunista y los movimientos sociales emergentes en el ecologismo y el feminismo.
Desde el punto de vista académico, se especializó en la filosofía marxista, pero desde la específica hermenéutica de Manuel Sacristán4. Su tesis doctoral, dirigida por José María Valverde, se publicó con el título Contribución a la crítica del marxismo cientificista, lo cual manifiesta el tipo de marxismo que rechazaba5.
Conocía muy bien el pensamiento de Marx y el de Lenin como puede verse en Marx (sin ismos), Lenin y su obra, Marx a contracorriente y diversos artículos que iré citando. Se especializó en el tipo de marxismo y comunismo elaborados por Gramsci. Es considerado, junto a Sacristán, el mejor especialista en la obra de este autor y dirigente político desde la introducción del marxismo en España. Acerca de él publicó Ensayos sobre Gramsci y Leyendo a Gramsci.
No se puede reducir su pensamiento y su acción política al marco del marxismo. De los veinte libros que escribió en su vida, solo cinco abordan temas específicamente marxistas, aunque publicó bastantes textos en revistas y libros colectivos desde esta perspectiva como podremos ver en las notas finales de esta Introducción. En Poliética, una de sus mejores obras, aparecen sus autores preferidos, además de Marx, Gramsci y Sacristán. En la universidad enseñaba el pensamiento de Simone Weil, Walter Benjamin, Hannah Arendt, Primo Levi, Karl Krauss, Bertolt Brecht, György Lukács. Tenía, influido por José María Valverde y otros maestros de su adolescencia y primera juventud en Palencia, una predilección por la novela de los grandes clásicos de la literatura, la estética, las bellas artes, el cine y, sobre todo, la poesía6.
Trabajó a fondo en la filosofía de la ciencia, en la epistemología y en la metodología de las ciencias sociales como puede constatarte en sus obras La ilusión del método. Ideas para un racionalismo bien temperado; Albert Einstein. Ciencia y conciencia y Albert Einstein, filósofo de la paz. Se dedicó fundamentalmente a la filosofía moral y a la filosofía política. En este ámbito escribió La gran perturbación. Discurso del indio metropolitano; La barbarie. De ellos y de los nuestros; Poliética; Ética y filosofía política; Desobediencia civil; Utopías e ilusiones naturales; Sobre Simone Weil (edición de Salvador López Arnal y Jordi Mir).
Nunca vivió encerrado en el mundo universitario. Fue, sobre todo, un comunista ecologista y libertario herético que se inspiraba en una lectura crítica de Marx y, especialmente, de Gramsci. En la última entrevista antes de su muerte declaró que siempre se consideró comunista antes que marxista, que para él y para Sacristán era algo secundario. Como intelectual orgánico gramsciano al servicio de organizaciones políticas alternativas y de movimientos sociales que luchan para que otro mundo sea posible, escribió Discursos para insumisos discretos y Guía para una globalización alternativa. Con Jorge Riechmann publicó Redes que dan libertad. Introducción a los nuevos movimientos sociales; Ni tribunos. Ideas y materiales para un programa ecosocialista; Trabajar sin destruir. Trabajadores, sindicatos y ecologismo. Después de su muerte, Salvador López Arnal y Jordi Mir han editado en El Viejo Topo escritos suyos pensados para este tipo de asociaciones: Sobre federalismo, autodeterminación y republicanismo; 1917. Variaciones sobre la Revolución de Octubre, su historia y sus consecuencias; Barbarie y resistencias. Sobre movimientos sociales críticos y alternativos (con textos añadidos de Manuel Sacristán).
Hay que destacar su último libro, Para una tercera cultura. Ensayos