IX. ACCIÓN COLECTIVA Y ORGANIZACIÓN
Movilizaciones memorables, el germen de los actuales movimientos sociales
La Constitución del 91 y la Ley 70 en movimiento
Organizaciones sociales, nodos y redes comunitarias en el norte del Cauca
X. JUSTICIA PROPIA PARA LA AUTONOMÍA TERRITORIAL
XI. ADORACIONES Y VIOLINES, EXPRESIONES CULTURALES Y ARTÍSTICAS AFRONORTECAUCANAS
Adoraciones al Niño Dios, una natividad resignificada en Villa Rica
Los violines caucanos, protagonistas en las Adoraciones
Una mirada al futuro desde los abuelos
EPÍLOGO. LA FINCA TRADICIONAL AFROCAUCANA, EMANCIPACIÓN Y UTOPÍA
Formas emancipatorias más allá del capital
PRINCIPALES COLABORADORES DEL TRABAJO EN EL TERRITORIO
LISTA DE FIGURAS
Figura 1. Formas comprensivas aplicadas al territorio
Figura 2. Acepciones, dimensiones y relaciones del movimiento en la investigación
Figura 3. Localización del norte del Cauca en Colombia
Figura 4. Producción azucarera en el valle geográfico del río Cauca
Figura 5. Territorio: conflicto, diversidad y diferencia
Figura 6. Conflictos territoriales en el Cauca
Figura 7. Conglomerado bioindustrial de la caña de azúcar en el valle del río Cauca
Figura 8. La conquista de las tierras del norte del Cauca por el monocultivo de caña de azúcar
Figura 9. Organizaciones en la red de la Unidad de Organizaciones Afrocaucanas
Figura 10. Propuesta inclusiva de la Justicia Comunitaria Afro en la estructura de la Rama Judicial en Colombia
Figura 11. Procedimientos de resolución de casos en el Tribunal de Justicia Comunitaria Afro
¿Es posible otro mundo? Esta pregunta está lejos de ser ajena a Isabel, la autora de este libro, pues no solo es una de las entrañas del libro que tenemos entre manos, su esencia, sino que orientó e inspiró su escritura. Esta pregunta impulsó a Isabel a realizar la investigación que sustenta este texto y la motivó a correr un inmenso riesgo, ya que buscó resolverla en su tesis doctoral. ¡Y lo hizo! Otro mundo sí es posible.
En el epígrafe con el que introduce uno de los artículos escritos como parte de su formación doctoral, que no casualmente se titula “Otro mundo sí es posible: la finca tradicional afrocaucana, una experiencia de autonomía”, Isabel transcribe un bello aparte de un conocido libro de Mateo Mina (Michael Taussig) que dice: “En aquellos tiempos, los antiguos esclavos del Valle casi conquistaron un Nuevo Mundo para el pequeño agricultor, un mundo sin terratenientes, sin mercados, donde los campesinos vivían en fructuosa armonía entre sí y con la naturaleza”. Este programa, ubicado por Taussig en el pasado, es el de una ausencia, pues ese Nuevo Mundo no se logró, ya que el latifundio, el mercado, la hostilidad del ser humano con la naturaleza y, en definitiva, la soberanía de la gran propiedad se consolidaron en este territorio y, lo que fue más grave, sus consecuencias fueron valoradas como progreso. Esto es, las élites, los gobernantes, los intelectuales y los científicos naturalizaron como cierto que el pequeño agricultor era la rémora del desarrollo, que el campesino que allí habitaba era un ruralita y que, como tal, era ignorante e incivilizado. Nos convencimos así de que este era el mejor de los mundos y aún hoy, que somos testigos de las catástrofes a las que ha dado lugar, seguimos defendiéndolo.
La ausencia de ese Nuevo Mundo, pero que intuimos que es necesario, a pesar de estar convencidos de que habitamos en el mejor de los mundos posibles, ha dado lugar a una preocupación que nos acompaña insistentemente: la sostenibilidad del desarrollo. Así, la idea de progreso —de carácter liberal y burguesa en su proyecto de informar al Estado nación, al capitalismo, a la democracia representativa, a una idea de igualdad, en la que no caben todos los seres humanos, y a una concepción de la naturaleza como fuente de los deseos insaciables de ese acumulador obsesivo que es el burgués— se convirtió en la quintaesencia de lo que aceptamos como el mejor de los mundos posibles. Por eso nos convencimos de que solo al lograr la sostenibilidad del desarrollo, el mundo del progreso seguiría siendo el mejor de los posibles. Sin embargo, la sostenibilidad no pasa de ser la mesura en el desarrollo, la cautela en la velocidad del crecimiento, la sensatez en la escala de la acumulación. Nuestro mejor mundo posible no es, por tanto, una alternativa real de futuro, sino un anhelo acrítico que prolonga el presente.
Entonces, ¿es posible otro mundo? La primera dificultad que encontró Isabel para responder esta pregunta fue precisamente eso, la pregunta, pues dice la ciencia moderna que no es posible inquirir por lo que no puede existir. Un segundo asunto se desprendió inmediatamente del anterior: es inútil, o por lo menos ingenuo, buscar lo que para los científicos sociales solo existe y puede ser exitoso dentro de las coordenadas del progreso, del desarrollo o del crecimiento. Por esto, para poder buscar ese otro mundo, se debía superar la barrera de las epistemologías, de los marcos teóricos, de las metodologías, en fin, de los programas investigativos propios de la modernidad científica, pues estos están orientados al desarrollo, como una verdad aceptada por esas comunidades académicas. Sin embargo, lo que este libro entrega, en este sentido, no es solo el atrevimiento de preguntar por ese otro mundo, sino la aventura de haberlo buscado y el riesgo de afirmar que sí existe, pues el texto examina un hallazgo: la finca tradicional afrocaucana como un manifiesto de ese otro mundo. Esta fue la tesis. Este es el libro.
Un punto de partida y dos condiciones posibilitaron dar forma a este manifiesto de un mundo distinto: primero, la consciencia de que el hallazgo fuera posible de lograr, pero que no conseguimos encontrarlo, pues requerimos de dos condiciones particulares para buscarlo: la epistemología/geografía del sur y la verdad sentipensante. Por eso, Isabel declara en la introducción de su tesis doctoral: “Reconozco la necesidad de una nueva forma de conocimiento íntimo, comprensivo, creativo y responsable en la articulación de lo científico natural-social, en múltiples dimensiones y escalas relacionadas, involucrándome de manera íntima e incorporando el sentido común”. Y, de esta manera, da
cuenta del lugar para aportar al saber mostrando cómo los pobladores han constituido