La extraordinaria vida de la gente corriente. Iván Ojanguren Llanes. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Iván Ojanguren Llanes
Издательство: Bookwire
Серия: Crecimiento personal
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788418263422
Скачать книгу
contextos donde actúan. Así, mimar su entorno y echar un cable siempre que puede es algo importante también en la vida de María: «Me encanta pasar tiempo con mis amigos y la gente que quiero; procuro quedar y charlar con las personas para tratar de mejorar sus vidas, sobre todo si están pasando un mal momento. Creo que es importante estar ahí y crear el mundo desde las cosas pequeñas –y concluye–: tengo la convicción de que, así como haces algo pequeño, así harás algo grande. No puedes ayudar a cien mujeres en Tanzania si no eres capaz de ayudar a un amigo cercano».

      En el momento en el que mantuve las entrevistas con María, Inakuwa estaba creciendo mucho y muy rápido. En julio del 2018 eran quince voluntarios y en enero del 2019 ya eran más de ochenta, de modo que lo que funcionaba a nivel organizativo hacía unos meses comenzaba a dar síntomas de agotamiento… De algún modo María sentía que Inakuwa se le podía escurrir entre los dedos. Como no podía ser de otro modo, yo quería ayudarla en su maravilloso proyecto, así que le propuse echarles una mano del modo que creí más valioso en ese momento. A través de unas sesiones de coaching de equipo, los directivos y vocales de la ONG podrían decidir cómo querían trabajar y organizarse para sostener ese crecimiento con éxito, amén de reconectar con sus valores e identidad como organización. María no se lo pensó ni un instante: adelante. Total, hablé con una compañera, Andrea Caride, con la que ya había trabajado en Anantapur, India, en el otoño del 2018 para los directivos de la Fundación Vicente Ferrer, y preparamos dos sesiones. Aquella experiencia fue alucinante tanto para Andrea como para mí –y me consta que también lo fue para Inakuwa–. Aprendimos lo que no está escrito. Descubrimos en primera persona el empuje, las ganas, la seriedad, la intensidad, la madurez, la profesionalidad, la claridad y el deseo de contribución de todo el equipo de líderes de la organización. Quince jóvenes en su mayoría universitarios que nos alegraban el día tras cada sesión. Tras ver en acción a estas almas libres supimos que hay esperanza. Supimos que el mundo está en buenas manos. Personalmente confirmé que existen dos realidades: la que te cuentan en los medios de comunicación y la que experimentas en la vida real. No digo que no haya todavía mucho por hacer ahí fuera para mejorar este mundo; queda por hacer, y mucho. Por eso existen organizaciones como Inakuwa. Hay muchas personas que están haciendo cosas bellísimas y absolutamente necesarias ahí fuera; tan solo tenemos que permitirnos verlas. Y eso también forma parte del mundo. Te invito a que también centres tu atención en ellas.

      Termino con una reflexión personal: señalar lo que no nos gusta con el dedo está bien, aunque no soluciona nada. No cambia nada el hecho de que te guste o no una determinada realidad. Te invito a que pienses: ¿cómo puedo contribuir a mejorar esa situación? ¿Qué acciones concretas puedo llevar a cabo para objetivamente ser parte de un cambio positivo de esa realidad que no me gusta? Te animo a que pases a la acción, y, si no sabes por dónde empezar, busca iniciativas que ya estén en marcha y colabora con ellas.

      ¿Sabes? Soy de los que piensa que el mundo no se cambia: el mundo se crea. A cada instante estás creando el mundo en el que vives. Lo creas en cada contacto con otro ser humano, en cada conversación. Lo creas cuando te levantas por la mañana y das los buenos días a tu pareja. Lo creas cuando das las gracias al camarero que te sirve ese café calentito y humeante por la mañana. Lo creas cuando agradeces una ducha a presión, porque, créeme, la echas de menos cuando no la tienes. Lo creas cuando buscas tu propio beneficio a la par que el beneficio de los demás. Porque la vida no trata de elegir una cosa u otra… ¡Qué va! Se trata de comprender que las dos partes deben tenerse siempre en cuenta.

      Tú. Y los demás.

      Si quieres escuchar a la protagonista contando su historia en primera persona, puedes hacerlo con ayuda de este bidi:

      

      1 El número aproximado de células que mueren y nacen en el cuerpo humano fue sacado de este artículo del periódico El País: https://elpais.com/elpais/2017/04/19/buenavida/1492611746_017597.html

      2 El artículo por el que supe de María por primera vez se encuentra en el número 27 de la revista Club Renfe; puedes ojear ese número en este enlace: https://issuu.com/prisarevistas/docs/renfe27

      3 La Phillips Academy Andover es probablemente el colegio de alto rendimiento más prestigioso de Estados Unidos especializado en cursos preparatorios para la universidad; prestigioso hasta el punto de que las universidades más importantes se fijan en sus alumnos para comenzar los procesos de selección y reclutamiento.

      4 Puedes saber más de Inakuwa aquí: http://inakuwa.org

      La vida es un viaje, no un destino

      Escucha a la vida, pues ella te dirá siempre

      dónde debes estar.

      David Carricondo

      «¡¡Yepaaa!! Anoche dormí en un albergue único; se respiraba paz, era mágico, Iván. Me acordé mucho de ti. El hospitalero, David, un tío alucinante; éramos su familia, todos éramos una familia… Nos dio de cenar, nos habló de la vida y de su propio viaje, de cómo él vive el Camino de Santiago… Luego nos invitó a que nos presentásemos y les contásemos a los demás las razones que nos empujaron a hacer el Camino. Iván, la noche más mágica de mi vida; por algo dicen que este albergue te marca el Camino. Éramos veinte personas, de seis nacionalidades y todos emocionados, llorando… Indescriptible. Tienes que venir. Ya te lo contaré. Un abrazo».

      Este fue el mensaje de Whatsapp que recibí de mi buen amigo Andrés Fernández un 4 de julio del año 2017. Durante el proceso de investigación para escribir este libro comprobé que las personas corrientes y extraordinarias tienen el don de inspirar en las distancias cortas. Tal vez no sean famosas o no hayan ganado ningún premio. Puede que tampoco sean hijos predilectos de ninguna ciudad. No importa, tienen la capacidad de provocar emoción gracias a la pasión que ponen en todo lo que hacen. Tras investigar un poquito más acerca de David y su albergue, solo encontré buenos comentarios, cálidas experiencias y enormes sentimientos de gratitud por parte de decenas de peregrinos que habían pasado la noche con este hospitalero del Camino de Santiago. Total, me decidí a contactarle y, como esperaba, se mostró encantado a la par que incrédulo con la idea: «Claro que acepto tu proposición de charla y entrevista. Solo decirte que no hay ninguna intencionalidad en lo que se crea cada día en mi casa, solo atender a las personas del modo en el que me han atendido o me gustaría que me cuidaran a mí en el Camino». Y es que las personas que han encontrado su vocación profesional por norma general no buscan la gloria o el reconocimiento: simplemente hacen lo que sienten que está bien para ellos y para el mundo y se dejan llevar desde la humildad y la modestia. «…Cuido a las personas como me gustaría que lo hiciesen conmigo», dice David. Más adelante nuestro protagonista me reconocería que a raíz de nuestros encuentros empezó a ser verdaderamente consciente del impacto que tiene en la gente.

      El Camino de Santiago es probablemente uno de los recursos de crecimiento personal más alucinantes que existen en el mundo. ¿Lo mejor de todo? Los españoles lo tenemos al alcance de nuestra mano. Bien, para entrevistar a David quise vivir la experiencia en primera persona como peregrino, así que metí en la mochila algo de ropa para sobrevivir unos pocos días, un saco de dormir y me puse en ruta. El albergue de David se encuentra en el pueblecito de Bodenaya, dentro del Camino Primitivo –el que conecta Oviedo con Santiago de Compostela– y como resido en Oviedo fue sencillo: tan solo tenía que echar a andar hasta llegar a su albergue.

      Cuando le llamé por teléfono para decirle que estaba en ruta no dudó en darme pequeños consejos: «No tengas prisa; el Camino está ahí las veinticuatro horas –me decía–. Puedes hacer una parada en Salas para retomar fuerzas