Representación gráfica de espacios y territorios. Ruth Zárate. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ruth Zárate
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789588956725
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que le deparaba a la humanidad. La burguesía intelectual que había creído en el progreso y la razón no tuvo del todo claro cuál era el rumbo que debía seguir la historia. No obstante esta demostración de escuelas como la de Fráncfort, el instrumentalismo y el interés industrial siguió en marcha, lo que llevó a que estudios espaciales sirvieran para implementar estrategias militares, políticas nacionalistas y políticas económicas en favor de grandes capitales.

      La nueva geografía hacía parte de estos cambios generados por la guerra en tiempos en los que se marcaba la división capitalista y socialista del mundo. Las nuevas corrientes de conocimiento se plantearon en dos polos: uno cuantitativo y uno cualitativo, que a su vez cada uno tuvo alternativas que precisaron los estudiosos del espacio según su ideología o formas de concebir el mundo. La nueva geografía se enmarcó en el neopositivismo, mientras que la geografía radical fue considerada antipositivista. Epistemológicamente, esto planteó debates al comprender paradigmas de estudios espaciales opuestos que buscaban, por un lado, la legitimación del statu quo y, por otro, la transformación de las estructuras del mundo capitalista. A través de este subcapítulo se pretende conocer ambas corrientes (cuantitativa y radical), con el fin de entender modelos antagónicos para comprender el orden espacial contemporáneo.

      La nueva cartografía y la nueva geografía: métodos cuantitativos

      El concepto de nueva geografía aparece repetidamente en diversos contextos desde el mismo siglo XIX, cuando los estudios se alejaban de la geografía puramente descriptiva. A partir de allí y con el surgimiento de otras corrientes como la del último tercio del siglo XIX, las renovaciones han causado cambios paradigmáticos a la ciencia geográfica. La legitimación de nuevos paradigmas hace parte de la crisis generada en las teorías de conocimiento y en los contextos históricos de determinadas épocas. La crisis en las ciencias posibilitó el surgimiento de nuevos métodos y nuevos avances científicos que lograron llenar los vacíos que reafirmaban la crisis. Según Piaget (citado por Capel, 1981), es una crisis que no se sustenta exclusivamente por la construcción teórica o metodológica que forman las disciplinas del conocimiento, sino en el desarrollo mismo de la historia de cada época, representado en crisis políticas, económicas, sociales y culturales. Así nacen los nuevos paradigmas que a través de la historia han transformado la epistemología del espacio y el conocimiento de la superficie terrestre.

      En geografía y astronomía, las ideas de Tolomeo y de Copérnico fueron paradigmáticas en su momento. Asimismo, en cartografía, los viajes exploratorios de los siglos XV y XVI superaron la crisis de estancamiento del conocimiento espacial en el medioevo. Otro paradigma como fue el conocimiento del mundo terrestre hizo parte de una nueva era en la construcción de los mapas. De igual manera, la física newtoniana transformó la visión del mundo e influyó en el saber geográfico del siglo XVIII. Las revoluciones burguesas y las crisis concebidas en el poder monárquico lograron cimentar nuevas ideas y modelos en las ciencias en las que el positivismo señaló el camino de lo que debía ser considerado como racional y científico. Esta geografía y cartografía del siglo XIX estuvo sustentada bajo el nacionalismo y el poder imperial. La geografía de Ritter y la geografía de Vidal de La Blache también fueron consideradas en su momento nuevas geografías (Capel, 1981).

      Por otra parte, en la segunda mitad del siglo XX, los estudios geográficos y cartográficos dieron un viraje hacia la necesidad de tener en cuenta las poblaciones. Se investigó sobre las realidades de minorías y mayorías, así la historia ya no era una exclusividad de las élites, sino que pertenecía a todos. De esta manera, también surgieron estudios interdisciplinarios que lograron tener miradas holísticas de fenómenos sociales como la pobreza, la guerra, el hambre, entre otros. Esto posibilitó a la geografía contar con el ascendiente de áreas como las matemáticas, la geometría y la estadística o la historia, la sociología y las ciencias económicas. De tal modo, la interdisciplinariedad consintió a nuevas ciencias como la geografía humana o la geografía económica tener auges relevantes (Vila, 1982).

      A partir de los años cincuenta, la nueva geografía respondió a paradigmas matemáticos, de precisión y exactitud, buscando de nuevo una objetivación de la materia de conocimiento. A través del desarrollo técnico y tecnológico del siglo XX, la geografía y la cartografía contaron con nuevos sistemas de información que permitieron un rápido desarrollo mediante fotografías satelitales y sistemas operativos como el Global Positioning System (GPS). Esta geografía, por supuesto, fue de gran utilidad para Estados y empresas transnacionales al procurar el control social y al estudiar las áreas de productividad y mercado factibles para ser explotadas. Las mayorías hicieron parte de la geografía, si bien no para crear las representaciones de los espacios, sí para ser el foco de investigación de la distribución demográfica, de la estadística en la desigualdad social y la pobreza y de los prototipos de consumidores de productos ahora mundiales.

      Esta nueva corriente atacó la concepción regional-historicista. Los métodos cuantitativos se tomaron la geografía norteamericana la cual indujo otras geografías. Al volverse la geografía más matemática, hubo una importante geometrización en la concepción del espacio (Capel, 1981). Por ejemplo, Peter Hagget (1994) empezó a concebir el espacio como objeto de la geografía, mediante la definición de componentes del espacio como nodos, redes, jerarquías y flujos, además, sustentaba el espacio a partir de la interacción entre configuración territorial y dinámica social, mediante la inclusión de conceptos de planeación regional, problemas de localización de espacios y problemas de uso del suelo entre otras nociones y fenómenos estudiados. En su Geografía: una síntesis moderna (1988), Hagget explica cómo se ha presentado un cambio de paradigmas en la geografía moderna y escenifica la entrada de la fenomenología como corriente filosófica preocupada por el sujeto. En los años setenta, Perroux introdujo un nuevo concepto de espacio caracterizado por no ser cartografiable. De tal forma, consideró un espacio geoeconómico (banal, absoluto) y un espacio económico (homogéneo y polarizado). El primero como parte de las relaciones de objetos económicos del mismo tipo y el segundo como parte del desarrollo de un polo que genera unas fuerzas de atracción importantes (Luna, 2010).

      El neopositivismo fue promoviendo los avances llevados a cabo por la geografía humana, así la geografía se preocupó por la concepción del espacio, más allá de la región o la superficie terrestre. La geometría que Harvey llamó el ‘lenguaje de la forma espacial’ está relacionada con el énfasis sobre el espacio. La localización espacial de la población y las actividades se transformaron en un componente fundamental en la investigación. Entre los temas de la nueva geografía, se abordó el espacio terrestre, la organización espacial, las distribuciones y asociaciones espaciales, las estructuras espaciales y las regularidades (Capel, 1981).

      La nueva geografía pasó del estudio regional a un estudio donde se formulan leyes generales, es decir, una ciencia nomotética, debido al positivismo del método hipotético-deductivo. La necesidad de aplicación de la matemática y el estudio geométrico van a impactar sobre el conocimiento geográfico. Dentro de esta nueva geografía aparecen autores como Burton y su artículo «La revolución cuantitativa y la geografía teórica» (1963) y David Harvey con «Explicación en geografía» (Luna, 2010). Por ejemplo, Burton consideró la revolución en geografía por la búsqueda de un estudio más científico que llevara a consolidar una ciencia espacial. El desarrollo epistemológico y teórico de la nueva geografía fue esencial para la consolidación como ciencia y la importancia académica evidenció una insatisfacción de parte de la comunidad científica por la geografía ideográfica (Delgado, 2003).

      Por otro lado, como medio informativo, los mapas se consolidaron como una fuente inagotable para que el ser humano comprendiera las relaciones espaciales y plasmara las percepciones de su entorno y el espacio en general. Las técnicas para observar y describir los territorios han avanzado con el tiempo. Por ejemplo, a mediados del siglo XX, se desarrolló la tecnificación en instrumentos de precisión a través de elementos cuantificables para la generación de la cartografía de la época. El efecto de la Guerra Mundial y la Guerra Fría impulsó estos cambios y condujo a una rigurosidad científica en cuanto al diseño de modelos geográficos y cartográficos. La planeación económica también contribuyó al cambio de paradigmas en el estudio geográfico. Se dejaron de lado elementos históricos y se permearon los estudios de la geografía humana por