Representación gráfica de espacios y territorios. Ruth Zárate. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Ruth Zárate
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789588956725
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y cambiar el mundo socialmente edificado con el tradicionalismo científico.

      En este subcapítulo se procura explicar el progreso de la cartografía como materia de sustento de la geografía, desde la Antigüedad hasta la Segunda Guerra Mundial. El impulso de la epistemología se presentó con la confrontación entre paradigmas que legitimaban unas concepciones y unos ideales del mundo. Resulta trascendental saber cómo la sociedad occidental fundamentó el conocimiento tradicional sobre el espacio, el territorio y la relación entre seres humanos y entorno, lo que valió cimentar estudios geográficos y cartográficos. La evolución epistemológica de los estudios espaciales y territoriales admite comprender los contextos sociopolíticos que marcan a pensadores de cada época para generar conocimiento. De tal manera, mediante la representación gráfica del espacio, se ha pretendido entender la realidad y proyectar los ideales políticos, económicos, sociales y culturales de cada época, es decir, su historia.

      Espacio y mapas desde tiempos antiguos

      A través del tiempo, el ser humano ha necesitado ubicarse, orientarse, movilizarse, crear y recrear su espacio. De tal manera, el primer mapa que hace parte del conocimiento del hombre es mental. Se trata de una imagen formada por la concepción cognitiva de los sujetos en cuanto al mundo social y natural. Este se dio a partir del hombre primitivo, antes de que existiera cualquier pictograma de los territorios habitados o recurridos. Las nociones elementales de supervivencia como la vivienda, la alimentación, el abrigo y el refugio permitieron a los primeros humanos transmitir sus conocimientos (Mora y Jaramillo, 2004).

      La relación entre emisor, mensaje y receptor ha resultado escenificada en la producción que hacen los sujetos de imágenes y la trasmisión de estas mediante códigos, símbolos, señales y otras formas de lenguaje. Así, los mapas facilitan este proceso de comunicación primitivo, al transmitir visualmente la información y dejar el legado para futuras generaciones. Por tal razón, los mapas como medios informativos tienden a legitimar la realidad, a pesar de sus distorsiones. Se legitima al querer presentar una idea propia del espacio y el territorio para buscar la aceptación política y social. En ese sentido, al proyectar particulares formas de comprensión de la realidad, quienes realizan mapas condicionan sus representaciones de manera que, según la perspectiva adoptada, la gráfica será deformada. Así, las cartografías son herramientas del saber-poder, son parte de la construcción espacio-temporal de las sociedades futuras.

      En comunidades primitivas, se escenificó la percepción del espacio con dibujos y gráficas. En varios lugares, los mapas fueron anteriores a la escritura y a las matemáticas. En 1963, en una excavación arqueológica en la antigua Çatal Höyük (actual Turquía), de seis mil años antes de nuestra era (a. n. e.), se encontró un mapa que al parecer representa un poblado neolítico donde se trazan las calles y las viviendas del lugar. Su estructura tenía cierta correspondencia con algunos trazados de mapas modernos, pero al estar dibujado dentro de un santuario, científicos contemporáneos contextualizaron su creación de manera religiosa, lo que redujo su trascendencia política (Harley, 1991).

      Entre los pueblos sin escritura se destaca el mapa de Bedolina, al norte de la actual Italia, como ejemplo de cartografía prehistórica. Este mapa de un antiguo asentamiento humano fue grabado en varias fases a lo largo de la Edad de Bronce y la Edad de Hierro (Thrower, 2002). Asimismo, otros gráficos pertenecientes al arte rupestre encontrados en áreas de África, Asia y Europa se incluyeron en estudios de las ciencias sociales (Harley, 1991).

      Figura 1. Mapa de Bedolina.

      Fuente: Historia de la planimetría (18/4/2014). Recuperado de http://www.rcg.cat/articles.php?id=316

      Esta división entre lo aceptado y lo no aceptado ha sido parte del debate de las ciencias en toda la historia. El establecimiento de diferentes paradigmas ha marcado la epistemología del espacio terrestre en medio de contextos históricos, políticos, económicos y culturales que modifican los imaginarios de cada época, además llevan a crear y reproducir las ideas dominantes en la sociedad. La imaginación posibilitó graficar el mundo y esto se realizó en varias culturas. Antes de que los griegos consideraran a la tierra esférica (siglo VI a. n. e.), los aztecas creían en un mundo compuesto de cinco cuadriláteros, los incas imaginaban el mundo como una caja y los egipcios y chinos pensaban que el planeta tenía forma de huevo (Delano-Smith, 1991).

      En la Antigüedad, el espacio se concebía como la distancia entre dos puntos recorridos en unidades de tiempo, donde incidían los medios para moverse y la naturaleza del lugar (García, 2008). Desde Grecia, Euclides (siglo III a. n. e.), considerado el padre de la geometría, desarrolló nociones espaciales como la distancia euclídea. Sus observaciones estaban emparentadas con concepciones platónicas y pitagóricas, es decir, con el estudio cuantitativo del espacio (Valles, 1999). Hasta entrado el siglo XIX, la geografía fue una disciplina orientada a las ciencias físico-matemáticas.

      Entre los componentes de la geografía antigua, se consideraba a la cosmología, que trata sobre el origen y el funcionamiento del cosmos, en relación con la mitología griega. Por tal razón, a partir del avance de la cosmogonía, se dio el nacimiento de la astronomía. Esta disciplina comprendió la dinámica de movimiento de los astros, en la cual se destaca la descripción de Hiparco de Nicea en el siglo II a. n. e. La geografía astronómica ligada a la matemática nació de explicar a la Tierra como astro, en cuanto a su forma, tamaño y movimientos. Además de una correspondencia con la representación gráfica de la Tierra, es decir, con la cartografía (Vila, 1982).

      Los mapas en la Antigüedad reconocieron la trascendencia del sujeto dentro del plano que se quería proyectar. De igual manera, se graficaban los territorios y los lugares en relación con los centros de poder como lo era Grecia. Así, para los griegos, el territorio se refería a los espacios conquistados por cuenta del orden militar y político donde regía la polis. Anaximandro, desde el siglo VI a. n. e., ya había trazado una gráfica de la realidad que tenía como centro el mar Egeo y alrededor de él se encontraba el mundo conocido, y se privilegiaba a Grecia por encima de otros lugares (Montoya, 2007). Según De Souza (1991), la construcción de mapas se lleva a cabo con la creación de un centro que resulta fundamental para la comprensión de la dinámica espacial de las sociedades. La relación centro-periferia escenifica la valoración de unos lugares por encima de otros. Esta situación se plantea por razones técnicas, ideológicas y políticas, que dan preeminencia para que los individuos o grupos imaginen y dibujen lugares representados para sus propios fines e intereses. De esta misma forma actúa el cerebro, con la creación de la realidad imaginada del espacio en tanto comprensión y ubicación de los entornos mediante mapas mentales.

      Otro de los geógrafos y astrónomos de trascendencia en el estudio del espacio fue Eratóstenes (siglo III a. n. e.), quien midió la circunferencia de la esfera terrestre. Eratóstenes hizo un mapa del mundo conocido en el que incluyó lugares como Gran Bretaña, la desembocadura del Ganges y la actual Libia (Montoya, 2007). Aunque la relación astronomía, geografía y cartografía era evidente, la cartografía nació de una separación artificiosa que se genera entre estas áreas del conocimiento y que le dan el impulso a la construcción de los mapas.

      En Alejandría nace la geografía física y aparecen observaciones y especulaciones sobre los continentes, los mares, el relieve y las condiciones climáticas, entre otras. En esta misma línea, la cartografía se desarrolla con la tendencia de describir regiones y países (Vila, 1982). Estrabón (siglo I), en su obra Los prolegómenos, dio a conocer la finalidad práctica de los estudios geográficos, principalmente en la afirmación de los propósitos de los Estados (Luna, 2010). Asimismo, realizó estudios de los rasgos sociales y naturales de las tierras. Tal forma singularizada del estudio del espacio tuvo un progreso en la geografía moderna con la geografía regional. La región fue entendida como unidad espacial, dinámica, variable y posible de ser individualizada en su carácter propio (Álvarez, 2000).

      Por otra parte, Tolomeo (siglo II) dio preponderancia a la concepción que aceptaba al hombre como centro del espacio y graficó el planeta Tierra como centro del universo finito y al Sol, la Luna y los planetas conocidos como cuerpos celestes que giraban a su alrededor. Escribió la obra cartográfica más