–Sí y creo haber encontrado la solución perfecta –continuó Brystal–. Hoy luego de la escuela, pasé por la Casa para los Desamparados de Colinas Carruaje. Tienen una falta de personal muy importante, por lo que, con tu bendición, me gustaría empezar un voluntariado allí por las noches luego de la escuela.
–¿Quieres llenarte de pulgas en un hospicio? –le preguntó Brooks con incredulidad.
La señora Evergreen levantó la mano para hacer callar a su hijo mayor.
–Gracias, Brooks, pero tu padre y yo nos encargaremos de esto –dijo–. Brystal, es muy lindo de tu parte querer ayudar a los menos afortunados, pero yo necesito de tu ayuda en esta casa. No puedo encargarme de todas las tareas y de la cocina yo sola.
Brystal bajó la cabeza y miró a sus manos para que la señora Evergreen no notara ningún rastro de mentira en sus ojos.
–Pero no te estoy abandonando, mamá –le explicó–. Luego de la escuela, regresaré a casa y te ayudaré a cocinar y limpiar, como siempre. Y cuando sea hora de comer, simplemente me iré por unas horas para el voluntariado en la Casa para los Desamparados. Por la noche, regresaré a casa y me encargaré de lavar los trastos antes de irme a dormir, como siempre. Puede que pierda una hora o dos de sueño, pero no debería afectar nada más.
El comedor quedó en silencio mientras el Juez Evergreen consideraba el pedido de su hija. Brystal sentía como si tuviera un nudo invisible alrededor de su estómago y, con cada segundo que pasaba, se tensaba más y más. Los treinta segundos que le tomaron dar una respuesta se sintieron como horas.
–Estoy de acuerdo, se necesita un cambio para prevenir otros incidentes como el de esta mañana –dijo su padre–. Puedes asistir al voluntariado por las noches en la Casa para los Desamparados, pero solo si eso no significa más trabajo para tu madre.
El Juez Evergreen golpeó la mesa con su tenedor como si fuera un martillo y así dejó efectiva la sentencia definitiva del día. Brystal no podía creer que lo había logrado. ¡Trabajar en la biblioteca ahora era una realidad! El nudo en su estómago pronto comenzó a desatarse y Brystal sabía que tenía que salir de la vista de su familia antes de comenzar a brincar por las paredes.
–Muchas gracias, papá –le dijo–. Ahora, si me disculpan, les daré algo de privacidad a ti y a Barrie para que puedan hablar con libertad sobre la corte. Regresaré para limpiar la mesa cuando hayan terminado el postre.
Brystal se levantó de la mesa y subió a su habitación a toda prisa. Una vez que cerró la puerta por detrás, comenzó a bailar en el cuarto con toda la energía que podía sin emitir ningún sonido. Al pasar frente al espejo, vio algo que no había visto desde que era pequeña. En lugar de ver a una niña rendida y deprimida con un uniforme escolar tonto, se encontró con una muchacha feliz y enérgica con la mirada llena de esperanza y las mejillas ruborizadas. Parecía estar mirando a una persona completamente diferente.
–Eres una niña mala, Brystal Eve Bailey –le susurró a su reflejo–. Una niña muy mala.
Capítulo tres
Solo para Jueces
Durante las dos semanas de limpieza de la biblioteca, Brystal leyó más libros de los que había leído en toda su vida. Para cuando terminó el primer mes, había devorado cada ejemplar de la planta baja y comenzaba con los del siguiente piso.
Su ritmo rápido de lectura se debía a una agenda eficiente que había planeado desde hacía rato: cada noche, Brystal limpiaba los estantes, fregaba el suelo, pulía la esfera plateada y limpiaba las superficies del recinto tan rápido como podía. Cuando terminaba, Brystal elegía un libro (o varios si era fin de semana) y se los llevaba en secreto hacia su casa. Una vez que terminaba de lavar los trastos de la cena familiar, se encerraba en su habitación y pasaba el resto de la noche leyendo. La noche siguiente, Brystal devolvía lo que había tomado prestado y su rutina secreta comenzaba de nuevo.
No podía creer lo rápido que su vida había cambiado. En solo un mes, pasó de tener una crisis emocional en público a pasar las horas más apasionantes y estimulantes que jamás había experimentado. Trabajar en la biblioteca le daba acceso a biografías, enciclopedias, diccionarios, antologías y manuales que expandían su comprensión de la realidad y la introducían a trabajos de ficción, poesía y prosa que expandía su imaginación más allá de lo que jamás había visto en sus sueños más salvajes. Pero quizás, lo más gratificante de todo, era que Brystal había encontrado la copia de la biblioteca de Las aventuras de Tidbit Twitch y finalmente pudo leer el final de la historia.
Tidbit sacudió sus patas en todas direcciones mientras caía por el acantilado, pero no encontró nada de lo que sujetarse. Temía que su caída le trajera un final brutal contra la tierra rocosa, pero, por una especie de milagro, el ratón se desplomó en un río caudaloso. El dragón descendió por el desfiladero y voló sobre Tidbit mientras flotaba en el río. El monstruo intentó agarrarlo, pero el agua se movía tan rápido que no era una tarea sencilla para el dragón.
Tidbit fue sacudido de un lado a otro, hasta que la corriente lo hizo caer por una inmensa cascada. Al caer, el dragón se precipitó por detrás con la boca completamente abierta. El ratón estaba convencido de que esos eran sus últimos momentos de vida; sería devorado por el monstruo que lo acechaba por detrás o se estrellaría contra las rocas en la base de la cascada. Cuanto más tardaba en llegar a las rocas, el dragón estaba cada vez más cerca y, de repente, la criatura cerró sus colmillos filosos en medio del aire.
Pero justo antes de que el monstruo lo atrapara con sus dientes, Tidbit había caído por una pequeña abertura entre los peñascos en la base de la cascada, lo que le permitió caer a salvo al lago en el que desembocaba el río. Cuando Tidbit emergió del agua, vio al dragón sobre las rocas detrás de él, sin vida alguna y con el cuello roto.
De este modo, Tidbit nadó hacia la costa, donde respiró profundamente por primera vez en años. Con el dragón vencido, el Reino de los Ratones por fin estaba libre de un reinado de terror. El mundo le daría la bienvenida a una nueva era de tan necesitada paz y todo habría sido gracias a un pequeño ratón que demostró ser más valiente que un gran monstruo.
Evidentemente, la nueva rutina de Brystal era agotadora. Solo se las arreglaba para dormir una hora o dos cada noche, pero el entusiasmo de poder leer más libros al día siguiente le daba la energía necesaria como si fuera una droga. Sin embargo, Brystal encontró maneras más inteligentes de descansar, por lo que no estaba completamente privada del sueño.
Durante las lecciones de la señorita Plume en la escuela, Brystal ató una pluma a sus dedos y bajó la cabeza para aparentar estar tomando notas, aunque en realidad estaba tomando una más que necesaria siesta. En una ocasión, mientras sus compañeras aprendían a aplicarse maquillaje, Brystal usó sus materiales para dibujarse un par de pupilas sobre los párpados y nadie notó que estuvo durmiendo durante toda la muestra. En el almuerzo, cuando el resto de las niñas iban a la panadería de la plaza central, Brystal visitaba la tienda de muebles y “probaba los productos” hasta que los dueños la atrapaban.
Los fines de semana, dormía en los tiempos libres que encontraba entre sus tareas de la casa de los Evergreen. En la iglesia, pasaba la mayor parte de la misa con los ojos cerrados, aparentando rezar. Por fortuna, sus hermanos hacían lo mismo, por lo que sus padres nunca lo notaron.
Más allá de la fatiga, Brystal creía que su plan estaba saliendo sin complicaciones, por lo que no lucía para nada sospechosa cómo había temido. Solo veía a su familia unos pocos minutos cada mañana, por lo que no había mucho tiempo para que le hicieran muchas preguntas sobre sus tareas diarias. Todo el mundo estaba tan concentrado en la primera semana