MAR OMNIPRESENTE
El antiguo poblador de la costa mantuvo una relación muy estrecha con las islas ubicadas frente al litoral. Consideradas como santuarios naturales relacionados con las divinidades marinas, llegaban a ellas en sus ligeras embarcaciones para cumplir con sus prácticas religiosas y enterrar a sus muertos. Al regresar a tierra, llevaban consigo el guano para fertilizar las plantas y sus campos de cultivo.
Las islas fueron también centros pesqueros, y sus explanadas sirvieron de tendales para la deshidratación del pescado, de lo cual han quedado testimonios materiales, como cántaros y tiestos, cordeles, maderos tallados, canastas y cajas de mimbre, redes y otros aparejos de pesca.
Este íntimo contacto con el mar se vio reflejado en las manifestaciones culturales. Los paracas plasmaron imágenes de peces y extrañas simbiosis de peces-aves en sus soberbios mantos. De la misma forma, en las piezas de cerámica delinearon figuras de pescadores en su vida cotidiana.
Asimismo, iconografías y formas marinas fueron recreadas en ornamentos de templos y viviendas. En una de las pirámides del templo Bandurria -ubicado al sur de la localidad de Huacho- se aprecian figuras en relieve de individuos sobre caballitos de totora usando redes o flotadores. Otros aparecen montados sobre balsas a vela e, inclusive, buceando con punzones en busca del apreciado “mullu” o spondylus.
La cultura Nasca -que se extendió sobre los valles del actual departamento de Ica- destacó no solo por sus misteriosos geoglifos, sino por el colorido y la alta calidad de su cerámica. En sus bellas representaciones escultóricas se observan exquisitas formas de peces y especies como la orca.
•• En los frisos y los muros de la Plaza Principal de la pirámide de Cao Viejo se escenifican figuras mitológicas con atributos sobrenaturales -como un pez con cuerpo de serpiente-, ambientadas en paisajes marinos.
EL BRUJO
En el Complejo Arqueológico El Brujo, construido entre los años 100 y 750 d.C. sobre la margen derecha del río Chicama, en el departamento de La Libertad, los moches representaron simbólicamente su universo mágico. En los frisos y los muros de la Plaza Principal de la pirámide de Cao Viejo se escenifican figuras mitológicas con atributos sobrenaturales –como un pez con cuerpo de serpiente–, ambientadas en paisajes marinos.
UTZH AN
Uno de los palacios de Chan Chan, la gran ciudad de barro del reino Chimú, considerada la ciudad precolombina más grande de América, es Utzh An (casa grande en lengua quingnam o chimú), donde en los últimos años se han hallado nuevos murales que presentan, en alto relieve, decoraciones con motivos marinos y escaques (similares a las casillas cuadradas de un tablero de ajedrez) que, según Henry Gayoso Rullier, arqueólogo responsable del proyecto de restauración, podrían simbolizar redes de pesca (National Geographic, 2018). El corredor, de unos 50 metros de largo y 6 de ancho, da acceso –desde una de las calles– a un espacio llamado “patio de las olas”.
En las inmediaciones de Lima, los hombres de la cultura Chancay tampoco pudieron sustraerse a la magia y los encantos del mar. En el Museo Amano -nombre en honor del estudioso japonés Yoshitaro Amano, quien dedicó varios años a conservar las piezas de esta civilización- se exhiben tejidos y ceramios Chancay que representan peces, langostas y pulpos.
En su obra Los mochicas, Larco Hoyle (2001) ilustra la vasta iconografía del mar y la actividad pesquera en la pictografía moche, con representaciones de caballitos de totora durante sus excursiones marinas en busca de la codiciada fauna oceánica. Se hallan, igualmente, aves marinas -sobre todo la gaviota- y especies marinas típicas, como el camarón, la langosta y el cangrejo, que también aparecen en piezas de metal, como bellas narigueras de oro y plata con peces repujados y en alto relieve.
•• Ai Apaec es un ser mitológico mochica de grandes colmillos, cinturón y orejeras de serpientes, que atraviesa los mundos para propiciar la continuidad de los ciclos de la naturaleza.
DIOSES DEL MAR
Impresionadas por la majestuosidad del inconmensurable mar y por los abundantes recursos que este les proveía, las culturas prehispánicas se sintieron llamadas a rendirle culto. Con la eterna necesidad humana de sostenerse en la creencia para explicar sus orígenes, entender las vicisitudes del presente y confiar en el futuro, existieron divinidades estrechamente vinculadas al océano, entre ellas Ai Apaec, Naylamp, Kon y Pachacámac.
Ai Apaec
Es un ser mitológico moche (en lengua muchik significa “el hacedor”) que, para restaurar el mundo, atraviesa diferentes estadios en busca de la regeneración continua. En un vaso sonajero de cerámica que se halla en el Museo Larco se representa a Ai Apaec adentrándose en el mar para enfrentar a los seres mitológicos que habitan el mundo de abajo: un personaje en forma de pez globo, un erizo antropomorfo y un demonio ancestral del mar profundo y oscuro, que es un dios decapitador con la apariencia de un cangrejo que lleva un caparazón con rostro de lobo marino y boca -de la que emergen grandes colmillos felinos-, crestas en la cabeza y aletas aparentemente de tiburón y raya.
De los diferentes episodios que integran la saga de los combates marinos de Ai Apaec, la victoria sobre el demonio es el de mayor repercusión. Tras la pelea, pierde la cabeza y transita hacia el mundo de los muertos ayudado por un par de aves: un piquero y un buitre. Este tipo de representaciones aparece también en los murales de las Huacas del Sol y de la Luna como un ser con características de cangrejo y ser humano, rodeado de olas marinas (Pérez, 2014).
Naylamp
En la búsqueda de explicación de sus orígenes en la noche de los tiempos, en el siglo XVI los pobladores de Lambayeque -en la región del norte peruano- narraron un mito, con impresionante detalle, al cronista Miguel Cabello de Valboa (1951). Según la versión, Naylamp -un personaje mitológico- llegó de tierras lejanas, a través del mar, al frente de una flota de balsas, trayendo la civilización a las tierras de Lambayeque, donde fundó una gran dinastía. En lengua moche, su nombre significaría “ave o gallina de agua”.
Naylamp aparece en piezas emblemáticas de la cultura Lambayeque, como el tumi de oro o cuchillo de Íllimo, y en la máscara funeraria de oro de Batán Grande. En el mango del tumi está presente la elaborada figura de Naylamp, con forma humana, ojos almendrados y un par de alas simbólicas a los costados, como si fueran segundos brazos (Kauffmann, 2002).
Kon
En los pueblos de la costa central, hacia mediados del siglo XVI, los indios muy viejos contaban que sus ancestros les habían enseñado que el primer dios que existió en la tierra fue Kon, que llegó del sur por el mar y formó el cielo, la luna, las estrellas y la tierra, con todos los animales y los demás seres que existen en ella. Y que, con su respiración, este dios creó todos los indios, los animales terrestres, aves, árboles y plantas. Luego se fue al mar y caminó sobre él, e hizo lo mismo sobre los ríos, creando todos los peces con su sola palabra para, finalmente, subir al cielo.
El dios Kon estaría