Los guardianes del mar. Fondo Editorial USIL. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Fondo Editorial USIL
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9786124370618
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del mar. Los 11 cráneos sacados por Engel de las tumbas de Paracas tienen osteomas en el conducto auditivo, la enfermedad de los zambullidores. «Por este dato, podemos sospechar -afirma Weiss- que se dedicaban y, probablemente, vivían de la recolección de alimentos marinos» (Weiss, 1962).

      Los habitantes de la pampa de Santo Domingo, además de extraer mariscos, pescaban con redes de malla rectangular elaboradas con un resistente hilo de fibra de cacto, cuya edad ha sido fijada en alrededor de 8830 años, consideradas entre las más antiguas del mundo.

      No se descarta que, siendo excepcionalmente hábiles en las faenas marinas, hayan usado cierto tipo de embarcación para sus salidas a altamar. Para plantear esta posibilidad, Engel se basa en el hallazgo de una punta de arpón, hecha de un hueso de ballena, que es un instrumento de caza típico de los pueblos que practican la navegación alejada de la costa; indispensable, por ejemplo, para la caza de los cetáceos (Buse, 1973).

       ÁSPERO: LOCALIDAD PESQUERA DE LA CIVILIZACIÓN CARAL

      Un maravilloso legado histórico que da muestras de la profunda relación entre las antiguas civilizaciones y la vida marina son los vestigios arqueológicos de la civilización Caral, que existió hace 5 mil años en la costa central del Perú. Esta civilización se originó en el continente americano, casi en simultáneo con las del antiguo mundo: Mesopotamia, Egipto, India y China.

      Ubicada sobre una meseta que domina el valle del río Supe, esta ciudadela -excepcionalmente bien preservada- tuvo un formidable crecimiento al convertirse en el centro de una amplia red de intercambio que se extendió por la costa, la sierra e incluso la selva.

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      •• Mientras se forjaba Mesopotamia o Egipto, en el litoral de Supe se desarrollaba una civilización con la misma capacidad creativa.

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      •• Las conchas de Spondylus fueron elementos singulares de las culturas prehispánicas que se utilizaron en rituales y ofrendas para expresar las creencias que intercomunicaban el mundo humano y el sobrehumano.

      Aun cuando se hallaba a más de 23 kilómetros del litoral, una de las principales fuentes alimenticias de su población fue el mar. En este sentido, cobró especial importancia Áspero -presumible localidad pesquera de la civilización Caral-, con la que los caralinos mantuvieron estrechas relaciones de intercambio (Shady, 2015b).

      Con Áspero, o El Áspero, situada a 500 metros del Océano Pacífico, cerca de la desembocadura del río Supe, los caralinos intercambiaron su principal cultivo: el algodón, y productos elaborados con él, como textiles y redes de pesca. A cambio, recibieron grandes cantidades de pescado seco y salado -gracias al uso de los salares del lugar-, sobre todo anchoveta. En esta zona se consumieron otros peces y moluscos, como las machas y el choro zapato. También se encontraron productos agrícolas, como achira, guayaba, pacae, frijol, pallar y zapallo (Shady, 2015a).

      El conocimiento de la orientación de los vientos y las corrientes oceánicas, así como el dominio de los sistemas de orientación estelar y lunar, permitieron a los hombres de Áspero incursionar en el mar en travesías hacia otros pueblos costeros, favoreciendo el intercambio de productos exóticos y muy preciados por las altas autoridades de la ciudadela.

      Uno de los productos principales -obtenido en las costas ecuatoriales- fue la concha “mullu” (Spondylus princeps), de gran importancia para las sociedades andinas, que era utilizada en las ceremonias religiosas y en la manufactura de collares y otros adornos de mucho prestigio social.

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      •• La cultura Moche resalta por sus ceramios. En ellos representaron, tanto de manera escultórica como pictórica, a divinidades, hombres, animales y escenas significativas referidas a temas ceremoniales y mitos que reflejaban su concepción del mundo, destacando la asombrosa expresividad, perfección y realismo con que los dotaban.

       «Con el algodón se confeccionaron redes de pescar más grandes y resistentes que inicialmente fueron usadas solo en las orillas, tal como lo testimonian las halladas en la bahía de Paracas (8830 a.C.)».

       MÁS ALLÁ DE LA ORILLA

      Hace aproximadamente 4500 años, el pescador peruano se atrevió a incursionar mar adentro sobre ingeniosas naves, en un proceso que mejoró su alimentación con el consumo de grandes peces que viven alejados de la costa. Junto con el arpón y las redes, el pescador se montaba en embarcaciones fabricadas de totora -con las piernas recogidas y apretadas contra sus paredes- y, propulsándolas con un remo de dos palas, se adentraba en el mar al caer la tarde, hora en que los peces suben a la superficie. Estas balsas evolucionaron hasta convertirse en los populares caballitos de totora que, montados por diestros pescadores, navegan hasta hoy en el mar de Huanchaco y Pimentel.

      Igual de ligera que la totora fue la balsa de troncos o “palo de balsa”, construida con troncos de una madera liviana y suave como un corcho, toscamente labrados y ligados entre sí, con el tronco mayor al centro, haciendo las veces de proa para cortar las aguas.

      Más tarde apareció la balsa de cueros inflados, fabricada con piel de lobo marino especialmente tratada. Por lo común se cosían dos piezas de piel que luego eran infladas a través de una caña que estaba atada a un orificio dejado en uno de los extremos. Sobre los cueros se colocaba una suerte de plataforma de cañas y maderas que iba adelgazándose hacia la parte más puntiaguda de los cueros que hacía las veces de proa. Los tripulantes iban de rodillas, remando por los costados, sin apoyo alguno. Para proteger el cuero de la acción del agua, este se cubría con una pasta roja preparada con una especie de caolín unido con un cemento vegetal (especie de mucílago) que se endurecía con el agua (Buse, 1973).

      Posteriormente se creó un sistema para el control de la embarcación: las guaras. Este consistía en la utilización de tablones que se colocaban entre los troncos de la proa y de la popa, y que, subiéndolos y bajándolos, controlaban la dirección de la balsa, permitiendo navegar incluso en contra del viento y sortear corrientes impetuosas. Algunas poseían cabinas para guardar mercadería y para el descanso de la tripulación.

      Otra embarcación fue la balsa para atravesar los ríos de la costa hecha «con grandes calabazas enteras, enredadas y fuertemente atadas unas con otras en espacio de vara y media en cuadro, más y menos como es menester», según describió Garcilaso de la Vega (2016).

       EL ALGODÓN, HITO CLAVE

      El dominio en el cultivo del algodón resultó crucial para el desarrollo de la pesca y para aventurarse en inmersiones marítimas más audaces. Con él se confeccionaron redes de pescar más grandes y resistentes que inicialmente fueron usadas solo en las orillas, tal como lo testimonian las halladas en la bahía de Paracas (8830 a.C.).

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       INVENCIÓN NAÚTICA

       «La mayor particularidad de esta embarcación es que navega, y bordea cuando tiene viento contrario lo mismo, que cualquiera de quilla; y van tan segura en la dirección del rumbo, que se le quiere dar, que discrepa muy poco de él: esto lo logra con distinto artificio que el del timón, y se reduce a unos tablones de 3 a 4 varas de largo, y media de ancho, que llaman Guares, los cuales se acomodan verticalmente en la parte posterior, o popa; y en la anterior, o proa entre los palos principales de ella; por cuyo medio, y el de ahondar unos en el agua, y sacar alguna cosa otros, consiguen, que… viren por delante, o en redondo…

      Invención que hasta ahora se ha ignorado en las más cultas naciones de Europa… Si su noticia se hubiera divulgado antes en Europa, muchos naufragios habrían sido menos lastimosos salvando las vidas por medio de este recurso los que las han