Gente de tango. Carlos Federico Torres. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Federico Torres
Издательство: Bookwire
Серия: Cultura
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789508441515
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Marchetto y el primer bandoneón era Leopoldo Federico.

      Cuando Carlos Figari se desvinculó de Troilo para independizarse, Farace también actuó en el conjunto que formó este destacado pianista, compartiendo la fila de violines con Carlos Arnáiz, Reynaldo Nichele, Armando Ziella, Eduardo Mataruco y Rodolfo Fernández, abandonando temporariamente su lugar en la orquesta de Pichuco, a la que regresó tiempo después, y en la que se mantuvo hasta su última actuación, realizada en el teatro Odeón, la noche del 17 de mayo de 1974, víspera de la muerte del director.

      En el ínterin, también había participado como refuerzo de la fila de violines de la orquesta de Ricardo Tanturi en las grabaciones que éste realizó para el sello rca Victor, entre 1956 y 1959, como asimismo en la agrupación que acompañaba al rubro de cantores formado por Alberto Echagüe y Armando Laborde, en uno de los acompañamientos del cantor Miguel Montero, en la orquesta Ahumada–Bonano, con la que participó en las grabaciones que ésta realizó para el sello Odeon entre fines de 1967 y julio de 1968 y en el sexteto de Oscar Bassil.

      Ya disuelta la orquesta de Troilo por el fallecimiento del director, en 1976 viajó a Japón con Leopoldo Federico, y año siguiente ingresó al conjunto de arcos de Antonio Agri.

      La discografía de Farace como director no es muy extensa, pero resulta muy ilustrativa acerca de su estilo. Su primer disco larga duración, titulado Exposición de tangos, fue editado en diciembre de 1966, y en él participaron los siguientes músicos: Atilio Stampone, en piano y celesta; Omar Murtagh, en contrabajo; Atilio Corral y Domingo Mattio, en bandoneones; Roberto Di Filippo, en corno inglés; Domingo Rullio, en flauta; Josué Ríspoli, Claudio González, Luis Cantafio, Carmelo Cavallaro, Eduardo Walczak, Miguel Silvestre, Esteban Romano y Di Paolo, en violines; Cayetano Viana, en viola, y Atilio Barone, en violoncello.

      Los doce temas que integraron el trabajo pertenecían a Farace, algunos de ellos en colaboración y la tapa del disco incluía la siguiente dedicatoria: «A la memoria de mi padre que me enseñó a comprender y sentir la música popular a través de las canzonettas que trajo de su Capri lejana».

      En el año 1975, apareció su segundo larga duración, integrado también con doce temas, cuatro de ellos ya presentes en el anterior trabajo pero ahora con nuevos arreglos.

      Participaron como integrantes de la orquesta en esta oportunidad Domingo Mattio y Daniel Lomuto, en bandoneones; Domingo Rullio, en flauta; León Mamés, en el corno inglés; Enrique Kicho Díaz, en contrabajo, y diez violines a cargo de Mario Abramovich, A. Bernabás, Cavallaro, Julio Graña, Eduardo Walczak, Esteban Romano, Di Paolo, R. Fernández, E. González y F. Oréfice; dos violas interpretadas por Enry Balestro y Francisco Varady; mientras que los violoncellos estuvieron a cargo de Llacuna y Echeverría.

      En algunos temas, intervino también el eximio músico Roberto Di Filippo como ejecutante de oboe. Di Filippo fue anteriormente bandoneonista de las orquestas de Aníbal Troilo y de Astor Piazzolla en los años cuarenta.

      El reconocido pianista Orlando Tripodi también participó en algunas versiones pero ejecutando la batería y lo mismo ocurrió con Alicia Farace, hija de Nito, quien interpretó la celesta.

      La labor de compositor de Farace tampoco es muy extensa, pero de indudable calidad.

      Incluye el tango Cuando llegue el invierno, que la orquesta de Osvaldo Fresedo llevó al disco con la voz de Carlos Barrios, en diciembre de 1953, con arreglo encomendado a Roberto Pansera.

      Otra de sus composiciones, el tango Yo no digo que todas, fue registrado por la orquesta Echagüe–Laborde para el sello Philips, en 1957.

      Sus últimos trabajos, los que permanecen aún inéditos, fueron la letra de Hernán se fue, por la muerte de su amigo el violinista Hernán Oliva, escrita en el año 1988, y El viejo Moffa, obra del año siguiente, dedicada al recuerdo de un antiguo amigo, peluquero y músico en Arroyo Seco.

      Y fue precisamente en ocasión de una de sus periódicas visitas a su pueblo natal, ya importante ciudad, que lo sorprendió la muerte. Era el 14 de diciembre de 2003 y había cumplido 91 años de edad.

      114. Federico, Domingo Serafín

      Bandoneonista, director y compositor, nacido el 4 de junio de 1916 en el barrio de Palermo Viejo de Capital Federal.

      Hijo del profesor de violín y contrabajista Francisco Federico, muy pronto su padre lo acercó a la música, enseñándole el violín y luego, a los doce años, egresó del conservatorio Massun como profesor de teoría, solfeo y piano.

      A los trece años debutó como violinista en el conjunto que había formado su padre en la ciudad de Carmen de Patagones, adonde la familia residió un par de años.

      De regreso en Buenos Aires en 1930, Domingo abrazó definitivamente el bandoneón, debutando en la orquesta de Alejandro Scarpino, amigo de su padre, cuya formación se presentaba por entonces en radio Porteña.

      También en esa época actuaba en cines de barrio como número vivo, haciendo dúo de bandoneones con su hermana Nélida.

      Luego se incorporó con primer bandoneón de la orquesta de Ricardo Brignolo, quien había dejado de ejecutar el instrumento por una lesión en la mano, para pasar de allí a la orquesta de Juan Canaro, en la que permaneció durante cinco años.

      Paralelamente, seguía sus estudios de medicina en la Universidad Nacional de Buenos Aires.

      En 1939, ingresó a la orquesta de Miguel Caló, dándose así una rara continuidad: estuvo sucesivamente bajo las órdenes de cuatro directores que como él, eran ejecutantes del bandoneón.

      Formó parte entonces de la luego llamada Orquesta de las Estrellas, de la que se alejó en 1944, constituyéndose en ese momento en la primera pérdida de importancia de esa magnífica formación. Su decisión era producto de su deseo de crear su propia orquesta, a la que en una primera etapa mantuvo hasta el año 1958, cuando casado con la autora Haydeé Cordon, se radicó en la ciudad de Rosario, donde ésta residía.

      Con esa primera orquesta, llevó al disco un total de ciento dos temas para el sello rca Victor, comenzando ese ciclo de grabaciones con su tema Saludos el 10 de abril de 1944 y finalizándolo el 29 de junio de 1956 con tres grabaciones a las que luego se hará referencia.

      A lo largo de estos años, contó bajo su dirección con músicos de la talla de Héctor Lettera, Tomás Gianini, Miguel Carrasco, Armando el Cieguito Blasco, Luis Maggiolo, Celso Amato, Juan José Sainz y Atilio Corral, en bandoneones; Alfil Messina, Alberto Talián, Alberto Pando, Víctor Braña, Joe Ríspoli, Jorge Buyvidas, José Singla, y Roberto Flores, en violines; Honorio Sicardi, Egidio Morteo y Julio Medovoy, en piano, y Francisco Federico —padre del director— y Juan Antonio Vasallo, en contrabajo.

      El primero de sus cantores fue el tempranamente desaparecido Ignacio Díaz, quien grabó un único tema el día que la orquesta debutó en el disco, es decir el 10 de abril de 1944. Ya hemos mencionado que ese día la formación grabó en forma instrumental Saludos, una de las grandes composiciones del director en colaboración con su padre Francisco, mientras que Díaz vocalizó La culpa la tuve yo, un tango de Andrés Domenech y Adolfo Avilés.

      Se incorporó luego Carlos Vidal, cuyo verdadero nombre era Luis Vidal, quien debutó en el disco el 12 de septiembre de 1944 grabando Yuyo verde, otra de las grandes colaboraciones del director con Homero Expósito, y el tema Y así nació este tango, de Isaac Garcés e Isusi. Vidal realizó su última grabación de esta etapa con Federico el 30 de septiembre de 1948, fecha a la que corresponde su participación en el registro discográfico de Recuérdame, tango de Carlos Marchisio y Bontemps.

      En el ínterin, el recordado cantor dejó impecables versiones de las piezas Música en tu corazón, de Gabriel Clausi y Alberto Leiva; Tu melodía, de Alberto Suárez Villanueva y Oscar Rubens; Yo, de Juan José Guisandut; El huérfano, de Anselmo Aieta y Francisco García Jiménez; Canción desesperada, de Enrique Santos Discépolo, y Al compás del corazón, una de las grandes producciones del binomio Domingo Federico y Homero Expósito, entre un total de treinta y cinco registros discográficos, diez de ellos a dúo con