El Valle Inferior del Omo
Un viaje al sur de Etiopía ofrece una imagen completamente diferente del país. Si bien la visita a los monumentos del norte ocupa gran parte del tiempo del viajero, aquí no hay otra cosa que hacer que familiarizarse con una población de hábitos y costumbres fascinantes.
Estancias temáticas
Iglesias rupestres de Tigray
Situada entre Mekele y Adigrat, la región de Tigray está poco visitada, pero es una parte esencial del patrimonio religioso etíope. En esta pequeña zona hay nada menos que 120 iglesias rupestres camufladas en el corazón de acantilados abruptos, vertiginosos picos rocosos o en los rincones de mesetas tabulares que dominan los áridos valles. Completamente diferentes de las iglesias de la región de Lalibela, talladas en un bloque de roca o construidas en el fondo de cuevas naturales, las iglesias del Tigray están excavadas y solo dejan entrever una fachada que suele ser anodina. Aunque los documentos y estudios existentes hasta la fecha son escasos e imprecisos, los especialistas datan estos monumentos, muchos de los cuales serían anteriores a los de Lalibela, entre los siglos IX y XV. Su visita combina estupendamente la marcha y la ascensión por majestuosos paisajes naturales con el descubrimiento de monumentos arquitectónicos tan inesperados como espectaculares, en lo referente tanto a las escultura como a las pintura. Asistir a un oficio en estos lugares da la impresión de entrar en contacto con los primeros cristianos. Algunas iglesias, situadas lejos de las carreteras, son prácticamente desconocidas por los extranjeros, lo que da a los pocos visitantes que se aventuran allí la impresión de ser auténticos exploradores. Considerando su difícil acceso y la incertidumbre en cuanto a la posibilidad de visitar algunas de ellas, hay que contar con dos visitas diarias de promedio. Se puede organizar un recorrido de ocho a diez días desde Gheralta Lodge (en Hausien) o Mekeke, capital de Tigray, y realizar una ruta entre Lalibela y Axum.
Rutas ornitológicas
Para los más entusiastas, su estancia en Etiopía se puede organizar en función de algunos de los setenta mejores emplazamientos ornitológicos identificados por la Sociedad de Historia Natural de Etiopía. Entre los más ricos y accesibles figuran la zona pantanosa de Akaki, los lagos de Debre Zeit, el embalse de Koka y los lagos del valle del Rift, los parques de Awash, Bale y Nechisar, el yacimiento de Wondo Genet, las gargantas del Nilo y de su afluente, el río Jemma, los alrededores de Debre Libanos y el bosque de Menagesha. También se recomiendan la región de Negele, al sur del macizo de Bale, y el escarpe al oeste de Ankober, de más difícil acceso. Además de contener la mayoría de las 860 especies de aves, la mayoría de estos sitios convergen con los territorios de los mamíferos característicos de la fauna etíope, lo que convierte estas rutas en verdaderos safaris.
Rutas de senderismo
El colosal tamaño de sus paisajes convierte a Etiopía en un país perfecto para realizar excursiones excepcionales. Hogar de la mayoría de especies endémicas de mamíferos emblemáticos de la fauna etíope, los macizos del Simien, al norte del país, y el macizo de Bale, al sudeste de la capital, son destinos recomendados para los amantes de los espacios abiertos. Desde Debark o Sankaber se pueden organizar rutas de trekking de dos semanas en el corazón del Simien, incluido el ascenso del Ras Dashan, el techo de Etiopía, que alcanza los 4533 m, y luego el descenso hacia el pueblo de Adiarkay. Esta ruta ofrece la seguridad de poder observar una fauna y una flora especiales y de entrar en contacto con las poblaciones locales que viven en estas altitudes. Previsión de unas noches de acampada cerca de los pueblos para restablecer suministros,