19 En su teoría, el economista estadounidense identificaba cinco etapas por las que toda sociedad debía pasar a lo largo de su historia: 1) una “etapa tradicional en la que es imposible conseguir la productividad necesaria para el crecimiento”; 2) un periodo de transición en que se empiezan a apreciar algunas transformaciones modernizadoras en la industria y en la agricultura y en el que los excedentes del sector primario permiten ya realizar importantes inversiones de capital fijo; 3) el periodo de despegue económico que, una vez alcanzado el umbral de productividad necesario, se generaliza a todos los sectores económicos, especialmente en la industria manufacturera, con tasas de crecimiento e inversión sostenidas, acompañado de un proceso de modernización del sistema institucional; 4) una fase de madurez en la que el progreso tecnológico se extiende a todos los sectores y se consolida la modernización; y 5) finalmente, cuando la sociedad tiene sus necesidades fundamentales cubiertas, se impone la etapa del consumo de masas en la que “se desarrollan nuevas formas de bienestar a través del consumo de bienes duraderos, servicios, etc.” (Rostow, 1993, pp. 57-66).
20 Este esquema de cooperación basado esencialmente en la transferencia de recursos tiene dos grandes tipos de fuentes de financiación: las organizaciones públicas y las organizaciones privadas. Entre las organizaciones públicas, destacan las de carácter multilateral, algunas de ellas con funciones financieras como el BM, el FMI u otros bancos regionales que se irán creando; además, hay otras dirigidas sobre todo a la transferencia de conocimientos, capital humano, promoción de objetivos, coordinación de programas, etc., como serán las diversas agencias de Naciones Unidas (FAO, Unesco, Unicef, etc.) o la OCDE. Se han desplegado paralelamente vías de cooperación bilaterales gestionadas a través de las agencias de cooperación al desarrollo de los Gobiernos estatales, regionales y locales de los países donantes. Por otra parte, los actores privados también han tenido un papel destacado en el sistema de cooperación internacional para el desarrollo; estos se organizan en entidades con ánimo de lucro (las empresas) y sin ánimo de lucro (las ONG) (Báez Melián, 2008).
21 Las propuestas formuladas por Prébisch fueron centrales en el ideario de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), de la que fue secretario ejecutivo (Berzosa, 2013; Pérez Caldenty, Sunkel y Torres Olivos, 2012). Por otro lado, a principios de los años sesenta, los países de la periferia depositaban grandes esperanzas en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) como vehículo para promover un cambio de orden internacional; posteriormente, hacia los años setenta, confiaron en las propuestas del nuevo orden económico internacional (NOEI) que quedarían plasmadas en varias resoluciones de Naciones Unidas (Naciones Unidas, diciembre de 1962; diciembre de 1974).
22 El propio Prébisch reconoció, en una conferencia que impartió en Madrid a mediados de los setenta, que había pecado de ingenuo al aceptar el cargo en la Unctad bajo la confianza de que desde ahí se iba a poder cambiar el modelo dominante (Berzosa, 2013).
23 Así, mientras se señalan los problemas relacionados con la sobrepoblación, la relación bidireccional entre pobreza y degradación ambiental o la incapacidad de algunas regiones para atraer el capital financiero, se apuntan también algunos obstáculos con los que topan los “países en desarrollo” en el marco de las relaciones económicas internacionales (World Commission on Environment and Development, 1987).
24 Por ejemplo, la ingenua (además de injusta) pretensión de posicionar a las compañías multinacionales como actores relevantes para promover el desarrollo de las regiones periféricas e intentar, a la vez, reforzar la capacidad negociadora de estos países frente a esas corporaciones para poder asegurar términos que sean respetuosos con el ambiente.
25 Esto se observa en varios aspectos: primero, la transferencia de recursos y materia prima incorporados en los procesos productivos del centro que son transformados en productos de lujo, impidiendo que los países periféricos puedan satisfacer necesidades básicas con esos recursos; segundo, la transferencia de recursos financieros en la medida en que los precios de las mercancías de los países de la periferia suelen ser bajos y decrecientes, lo que implicar recortes radicales en los estándares de vida; y tercero, la dependencia de préstamos extranjeros para proyectos de desarrollo que suponen pérdidas de recursos para gastos sociales y condenan a crisis de endeudamientos permanente (Khor, 1996).
26 El objetivo de este proceso era incrementar la productividad y los rendimientos de las exportaciones, pero simultáneamente implicó el encadenamiento de nuevas externalidades ambientales, nuevas dependencias y la perpetuación de la concentración de poder en pocas corporaciones (Khor, 1996).
27 En su ensayo “Ciudadanía y clase social”, Marshall se planteaba “si la idea de que la mejora de la situación de la clase obrera tiene unos límites que no se pueden superar tiene un fundamento válido”. La cuestión no es “si los hombres llegarán a ser iguales –con toda seguridad no lo serán–, sino si el progreso no avanza constante, aunque lentamente, hasta que, al menos por su ocupación, todo hombre sea un caballero. Yo mantengo que sí avanza, y que esto será así” (1997, p. 299).
28 Estas no son solo opciones productivas elegidas autónomamente por los Estados periféricos, sino opciones productivas adaptativas, según el esquema de ventajas comparativas, a las reglas y movimientos dirigidos por los actores fuertes de un sistema económico, sobre el que los Estados periféricos tienen escaso control (Khor, 1996). Como apunta Gregorio Mesa Cuadros (2009), “es más barato contaminar en un país pobre que en un país rico” (p. 82). De esto son muy conscientes los actores poderosos del sistema, como ponía de manifiesto el célebre Informe Summers que se filtró en 1991 y en el que se afirmaba: “solo entre nosotros, ¿no debería el Banco Mundial incentivar la migración de industrias sucias a los PMD (países menos desarrollados)?” (Summers, 1999) (traducción mía).
29 Enrique Leff (1998, p. 4) sostiene que se ha impuesto el propósito de asegurar un crecimiento sostenido, “sin una justificación rigurosa acerca de la capacidad del sistema económico para internalizar las condiciones ecológicas y sociales de equidad, justicia y democracia en este proceso”. Entiende que esta deriva radica en el carácter polisémico del término anglosajón ‘sustainability’ que, por un lado, significa sustentable, concepto que impone “la internalización de las condiciones ecológicas de soporte del proceso económico” y, por otro lado, “aduce a la sostenibilidad o perdurabilidad del proceso económico mismo”.
30 División social del bienestar entre Estado, mercado y sociedad civil.
31 Sobre los modelos de democracia participativa, es interesante seguir la tipología que establecen Benjamin Richardson y Jona Razzaque (2006).
32 Ya en 1982, la Carta Mundial de la Naturaleza