–De todas formas, nos presenta un panorama interesante. Una nueva pareja rica llega a la ciudad. El marido tiene un trabajo que los afianza en la clase alta. Y parece que han sido el blanco de alguien de inmediato, menos de cinco semanas completas después de que se hayan mudado
–¿Crees que se estaban escapando de algo? ―preguntó Rhodes―. ¿Crees que se podrían haber mudado a Falls Church escapando de algo en Boston?
–Quizás. Me gustaría saber todo sobre este trabajo. Tal vez echarle un vistazo a la información financiera y antecedentes criminales de la familia Fairchild. Incluso también hablar con el jefe de Mark si fuera necesario.
–Y creo que también deberíamos hablar con la compañía de seguridad ―dijo Rhodes―. Me parece extraño que no haya sonado ninguna alarma. Eso me hace pensar que quizás Jessie Fairchild dejó entrar a la persona que la mató.
Mientras reflexionaban sobre esto, se abrió la puerta de la sala y volvió a entrar Nolan. Parecía agotado por haber estado en presencia de un hombre que estaba tan desconsolado y angustiado.
–Nolan, ¿qué sabemos sobre el trabajo del Sr. Fairchild? ―preguntó Chloe.
–Él es un bróker normal. Por lo que me ha dicho, ha tenido suerte con unos negocios al principio de su carrera. Eso llevó a que varios clientes de alto perfil estén contentos con su desempeño. Se mostró bastante humilde al respecto, pero nos dijo que ganó cerca de seis millones el año pasado.
–¿Y está diciendo la verdad?
–Hasta donde sabemos, sí. Aún no hicimos una investigación demasiado exhaustiva de sus finanzas, ni miramos su informe de impuestos del año pasado. Le dijimos que quizás podríamos llegar a necesitar hacerlo en algún punto. Él pareció un poco ofendido, pero nos dijo que no habría problema. Incluso nos dio un par de números telefónicos de su oficina a los que podríamos llamar si precisábamos ayuda.
–Eso significa que no tiene nada que ocultar en lo que se trata de dinero.
–Eso es cierto. Parece estar limpio. Pero de todas formas puedo llamar a algunos de los números que nos dio, solo para estar seguros.
–En sus archivos tampoco vi ningún informe sobre sus antecedentes criminales ―añadió Rhodes.
–Sí, ninguno de los dos tiene antecedentes, nada. Ni siquiera una multa por exceso de velocidad.
Chloe abrió el archivo que estaba en la mesa frente a ella, intentando no fruncir el ceño. Es verdad que el caso parecía no tener nada que ver con las muertes por estrangulamiento del año anterior. Pero aún había un asesinato que no había sido resuelto.
Miró fijamente al archivo como si quisiera que le diera todas las respuestas. Ya casi había llegado a memorizar su contenido, contaba la historia del asesinato Jessie Fairchild por medio de informes, notas y fotografías de la escena del crimen.
Y hasta este momento, la historia parecía tener un final muy abierto.
CAPÍTULO SIETE
Chloe había olvidado lo útiles que podían llegar a ser los viajes en coche durante un caso. Salieron de Falls Church a las 20:42 en dirección a Washington DC, pero aprovecharon muy bien esos cuarenta minutos. Antes de que hubieran salido por completo de Falls Church, Rhodes logró llamar por teléfono a un gerente de Intel Security. Intel era la marca del sistema de seguridad que los Fairchild habían instalado en su propiedad. Chloe escuchó la conversación mientras conducía adentrándose en la noche.
Ella sonrío un par de veces al darse cuenta de lo que buena que era Rhodes tratando con las personas. Chloe había percibido que Rhodes solo hacía preguntas que realmente fueran buenas durante una investigación, no hacía mil preguntas esperando que alguna fuera interesante. Y hacía exactamente lo mismo al hablar por teléfono con Intel Security. Ella era cordial y educada, pero no se andaba con vueltas a la hora de preguntar lo que necesitaba saber. Y por ese motivo, para Chloe era difícil seguir la conversación simplemente basándose en lo que escuchaba que decía Rhodes.
Cuando terminó la llamada luego de unos minutos, Rhodes compartió la información con ella. Y fue allí cuando Chloe se percató de otra de las fortalezas de Rhodes. Ella era muy buena tomando notas y a veces ni siquiera precisaba escribirlas, era como si su mente pudiera almacenar todos los detalles.
–Bien, el hombre con el que hablé dijo que la alarma no se disparó el pasado viernes por la mañana ―dijo Rhodes―. También buscó en la información de las fechas y dijo que no había registro de que la alarma haya sido desactivada. Dijo que nunca fue desactivada por los Fairchild.
–¿Te dio algún detalle sobre cómo funciona la alarma?
–Sí, la alarma se dispara cuando la puerta es forzada. Si la puerta se abre con una llave, la alarma se desactiva al instante. También se desactiva cuando la puerta es abierta desde dentro de la casa. El único momento en que la alarma se dispararía, aparte de cuando alguien fuerza la cerradura o patea la puerta, es cuando la puerta se deja abierta durante más de 20 segundos.
–¿Alguna vez se disparó la alarma en las pocas semanas que ellos vivieron en la casa?
–Él me dijo que había dos registros en su cuenta. Ambos fueron en la primer semana desde que se mudaron. Intel hace llamadas para cerciorarse de que todo está bien cuando las alarmas se disparan. En ambas llamadas, Mark Fairchild dijo que habían olvidado cerrar la puerta por completo al entrar las cajas y muebles durante la mudanza.
–¿Y qué hay de las ventanas? ¿La alarma también funciona en las ventanas?
–De acuerdo a lo que él me dijo, cada vez que una ventana es abierta desde el exterior, la alarma debe ser desactivada antes. Me dio el ejemplo de las limpiezas de primavera en las que la gente quiere limpiar todos los marcos de la ventanas. En esos casos, se debe desactivar la alarma antes de poder hacerlo.
–¿Eso quiere decir que no hubo nada sospechoso con respecto a la alarma en la última semana?
–No, nada.
–Es decir ―dijo Chloe―, que quien haya asesinado a Jessie Fairchild no entró por la fuerza en la casa. Alguien lo dejó entrar en la casa.
–Eso es lo que parece.
Ambas se quedaron calladas mientras procesaban esta información. Chloe sabía dónde deberían continuar su búsqueda. Hasta entonces, todo lo sabían sobre Jessie Fairchild es que desde que ella y Mark se habían mudado a Falls Church, ella había intentado involucrarse en diferentes grupos y organizaciones locales. Al ser nuevos en la ciudad, ni ella ni Mark tenían amigos allí, y eso significaba que con la mayoría de la gente con la que hablaban no eran de confianza.
Pero también tenía en mente una pregunta que se había hecho más temprano. ¿Los Fairchild se habían mudado de Boston porque estaban escapándose de algo? Si la investigación implicaba echar un vistazo a la vida de los Fairchild en Boston, este caso resultaría ser mucho más complicado que un simple caso de asesinato.
–Sin amigos ni familia en la zona ―pensó Rhodes en voz alta mientras se acercaban a Washington DC―. Hay una hermana en Boston, ambos padres han muerto. Si esto nos lleva a Boston…
Chloe sonrió complacida al ver que ambas pensaban lo mismo, y con la misma rapidez.
–¿No había una mención a un familiar de Mark en el archivo? ¿Alguien que vivía cerca a Falls Church?
–Sí, su tío. Pero por lo que he visto, está de viaje. Creo que de vacaciones.
Rhodes le respondió con poco entusiasmo, eso le daba a entender a Chloe que creía lo mismo que ella, esa pista tampoco daría muchos frutos.
A medida que se acercaba a su casa, Chloe empezaba a pensar en sus propios problemas personales. Había pensado seriamente en llamar a Danielle para disculparse por su comportamiento del día anterior. Pero ese tipo de conversación con Danielle tendía a convertirse en una larga discusión y no tenía fuerzas para soportarlo.
Regresaron a la sede del FBI, dejaron el coche de la oficina y cada