Amando A Un Espía Americano. Brower Dawn. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Brower Dawn
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Серия:
Жанр произведения: Историческая литература
Год издания: 0
isbn: 9788835403494
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a ella e irse? ¿No iba él a luchar por ella, por ellos, por lo que podrían tener?

      Él no hizo nada de esto. William respetó sus deseos, y ella lo adoraba más por eso. Victoria quería gritar. Obligarlo a volver y que la contuviera en sus brazos. Ella quería que él le asegurara que todo iba a estar bien, aunque sabía que nunca volvería a ocurrir. Ella había tomado una decisión, y tenía que vivir con ello.

      Una lágrima se deslizó por su mejilla. Victoria secó su lágrima rápidamente, y comenzó a caminar hacia el hospital. Era tiempo de continuar y no pensar en lo que podría haber tenido con William. Aunque lo había alejado de ella, esperaba que un día, se cruzaran sus caminos otra vez. Victoria sólo rezó, que si ese día llegaba, no fuera demasiado tarde para ellos.

      Capítulo 4

       Noviembre, 1921

      Era una tarde fresca de otoño, y el frío había encontrado la forma de filtrarse en la habitación que le habían preparado a Victoria. Había venido a visitar a su amiga Catherine, la marquesa de Seabrook. Habían sido amigas, desde el tiempo en que habían servido como enfermeras en Francia, durante la Gran Guerra. Habían pasado tres años desde el final de la guerra. Había pasado más tiempo desde que Catherine había vuelto a Inglaterra con su familia. De alguna forma, todos habían sobrevivido, pero todavía quedaban cicatrices, visibles e indetectables, que ambas tenían.

      Victoria se había hecho un tiempo para visitar a Catherine tan pronto como había sido posible. Era un recordatorio de lo que había perdido y lo que había ganado durante la guerra. En un tiempo y en lugar diferente, ella y Catherine quizás nunca habrían tenido una amistad, y ella no podría haber conocido...

      Sacudió su pensamiento, antes de que echara raíces en su cabeza. Era mejor, que ella no dejara que su mente viajara hacia él o aún que dijera su nombre dentro de su mente. Victoria no sabía qué había ocurrido con él, desde su último encuentro. Todavía tenía sus cartas, pero las tenía enterradas en una caja que estaba guardada en un baúl. La tentación de sacarlas y recordar viejas historias de lo que podría haber sido, significaba mucho. Cedió a leerlas bastante a menudo.

      Tal vez, debería haberlas tirado o quemado. Sería la única forma de que pudiera haberlo olvidarlo completamente. Se lamentaba más de lo que pudiera decir. No es que quisiera explicar sus acciones. No existían palabras que pudieran explicar el dolor que ella se había causado.

      Victoria suspiró y se colocó sus zapatos. Debería bajar y encontrarse con Catherine en la sala de estar para tomar el té de la tarde. El Duque y la Duquesa de Weston estaban a punto de llegar, y quizá ya habían llegado. Había conocido a la duquesa una vez y no sabía mucho de ella. Esperaba cambiar eso durante esta visita. A Victoria le gustaba Julian, el duque de Weston. Había pasado por los peores momentos de la guerra, y Victoria se sentía complacida de que hubiera encontrado alguien a quien amar. Había partes en su historia que Victoria no había llegado a comprender, pero no importaba. Lo más importante es que habían vuelto a encontrarse. Aunque algo en ella deseaba que la duquesa compartiera algo de su historia, cuando se conocieran más.

      Ella salió de su habitación y se dirigió hacia la sala de estar. Cuando entró, Victoria encontró a Catherine y a la duquesa juntas dentro. Estaban ambas en el sofá al lado de la ventana. Entonces el duque y la duquesa habían llegado, mientras ella estaba dentro de su habitación.

      Catherine la miro y sonrió. “Estoy feliz que hayas deseado unirte a nosotras.”

      “No hay otro lugar en el que quisiera estar.” Miró a Catherine, y luego giró e hizo una reverencia a la duquesa. “Su gracia.” Luego se sentó en una silla enfrente del sofá.

      “No hay necesidad de ser tan formal,” dijo la duquesa. “Por favor, llámame Brianne. Nunca pensé que tuviera un título, y realmente no lo quería tener. Julian no se suponía que fuera duque, pero la guerra tomó decisiones por nosotros, que no podemos cambiar.”

      Victoria entendía esto más de lo que quería admitir. “Fue una época terrible.”

      “Si, fue terrible,” dijo Catherine solemnemente. “Pero sobrevivimos y tenemos muchas bendiciones para celebrar.” Ella giró hacia Brianne. “¿Los Americanos no tienen un Día de Gracias que celebran en noviembre?”

      “Si,” ella hizo una mueca. “Mi familia probablemente se va a sentar y tener una fiesta generosa en unos pocos días. Debo admitir que extraño compartir tiempo con ellos. Toda la familia usualmente se reúne en Navidad aquí en Inglaterra, pero este año vamos a ir a Carolina del Sur, en Lilimar. Muchos de nuestra familia y algunos parientes no han ido antes a la plantación. Será un lindo cambio. Probablemente no pueda verlos en Día de Gracias, pero al menos puedo ir a casa en Navidad.” Ella frunció su nariz. “Hubo un tiempo en que quería irme rápido de Lilimar. Es extraño cómo ha cambiado mi perspectiva ahora que he estado viviendo en Inglaterra durante tantos años. La nostalgia de dónde crecí ha echado raíces y no me dejará.”

      Victoria no sabía si podía relacionar eso con su vida. Su padre no había sido un hombre amable, pero no había sido ruin tampoco. Él había sido...indiferente. Su padre había tenido más interés en su rebaño, que en su propia hija. Su identidad había comenzado y terminado siendo un vicario. Él se había entregado a su trabajo y había dejado que ella resolviera su vida. Ella no había conocido a su madre. Había fallecido cuando era un bebé, y su padre no le había contado nada. Se negaba a hablar de ella.

      A la edad de dieciséis años, había decidido hacer algo provechoso y estudió enfermería. Luego, después de que la guerra comenzara , cumplió con su cometido allí también. Ahora, una década después, estaba sola. Su padre había fallecido mientras estaba en Francia y le había dejado una pequeña herencia. No tenía un hogar para volver. Mantenía un pequeño departamento en Londres y trabajaba en el consultorio de un médico local para complementar su herencia. “¿Cuándo viajas?” preguntó Victoria. Una parte de ella estaba celosa de la duquesa y su familia. Victoria deseaba pertenecer a – alguien. Tenía una vida tan solitaria. A veces los amigos no eran suficientes, y su corazón le dolía por desear alguien que realmente la amara.

      “Nos vamos en una semana,” dijo ella. “Viajaremos a Londres después de irnos de Seabrook y tomaremos un buque de vapor un día después de que regresemos de la casa de pueblo de Weston.”

      “He viajado a través de Francia como enfermera durante la guerra,” dijo Victoria. “Pero nunca he ido a ningún otro lugar aparte de allí y algunas partes de Inglaterra. Debe ser lindo haber crecido en América.” Hubo un toque de envidia en su voz mientras hablaba.

      “Deberías viajar con nosotros,” le dijo Brianne. “Hay espacio de sobra en Lilimar. Podemos quedarnos un tiempo en Nueva York, antes de viajar a Carolina del Sur. Mi familia tiene una casa de campo cerca de Gramercy Park. Nueva York tiene los mejores lugares para ir de compras. Sería genial tenerte con nosotros.”

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