No había mucho para contar, y su vida era aburrida. “Preferiría escuchar de usted...” No quería que se durmiera con lo tedioso de su vida.
“Esto es lo que dicen las señoritas hermosas,” él murmuró el comentario y después le guiñó un ojo. Su corazón se detuvo un poco. No estaba acostumbrada a recibir atención de un hombre y la ponía un poco nerviosa, que él se interesara en ella. “¿Qué le parece algo neutral? Cuénteme cuál es su flor favorita.”
Victoria se apoyó en su asiento y pensó en la pregunta.
Nadie nunca le había preguntado acerca de ninguna de sus cosas favoritas. Las flores eran hermosas, y a ella le gustaban mucho. “Supongo, que si tengo que nombrar una favorita, diría violetas. Son resilientes y tienen propiedades curativas maravillosas.”
Él meneó su cabeza. “Usted no es una persona común, verdad?”
“Me gusta pensar que no soy una persona complicada,” dijo ella. Mientras más hablaban, comenzó a preguntarse si él estaba flirteando con ella. Ningún hombre se había interesado en ella antes, y no estaba segura de cómo responderle. Seguramente, ella se estaba equivocando con él...”Tengo un propósito y una responsabilidad. Lo demás no importa.”
“Esto es un poco...serio,” dijo él con un tono sombrío, que no se reflejaba en sus ojos. “Supongo que es dónde estamos en el mundo ahora. Estamos todos forzados a adaptarnos, debido a la situación de guerra actual.”
“Si,” ella estuvo de acuerdo. “Es una desgracia, pero debemos dar lo mejor con lo que la vida nos depara.”
A Victoria le gustaba William. Era amable y nada pretencioso. Ella no podía evitar desear encontrarlo en otro momento de su vida. Uno que no fuera alcanzado por la destrucción de la guerra... Se estaba engañando a sí misma. En otro tiempo y lugar, no importaría nada. William probablemente no se habría fijado en ella, y era muy probable, en primer lugar, que nunca se hubieran conocido.
“Creo que es verdad,” él asintió. “La guerra es una desgracia. Es muy malo que los altos mandos no hayan encontrado una forma mejor de resolver sus diferencias. Pero aquí estamos...” Sonrió levemente. “No puedo evitar sentirme feliz por algo al menos.”
“¿Qué es?” preguntó ella, casi temiendo la respuesta.
“Me acercó a usted.”
Él era suave. Victoria también podía ser amable con él. Y le devolvió una sonrisa. “Creo que no puedo estar en desacuerdo con su lógica.” Ella se recostó en su asiento y se relajó. “Entonces no perdamos esta oportunidad. Quizás no tengamos nunca otra oportunidad de conocernos más. ¿Siente poder abrirse conmigo?”
“Si es tan valiente, ¿quién soy yo para tener miedo?” Él sonrió. “Hágalo, mi querida.”
Hablaron durante todo el viaje como si se hubieran conocido de toda la vida. William era el primer hombre con quien ella se sentía completamente cómoda. Esto la apenaba, después de llegar a la estación de tren, irían por caminos diferentes y no volverían a verse nunca. Ella anhelaba esto más que la existencia banal que había tenido. Conocer a William había alterado su perspectiva de muchas cosas.
El entusiasmo y la alegría parecían posibles, donde antes todo parecía sólo fantasía. Tal vez, era un poco absurda, pero sentía que podía tener algo más ahora. Tal vez no con William, pero con alguien más...Aunque, en su corazón, ella deseaba que William estuviera siempre en su vida. Había algo especial en él, a lo que ella quería aferrarse.
Un mes después...
Una carta llegó para Victoria, y no podía esperar para hacer pedazos el sobre para abrirla. William había acordado en escribirle cuando pudiera, pero ella no creía que pudiera hacerlo. Ahora que una carta suya había llegado, estaba aterrada de leerla. ¿Qué ocurriría si el hombre que ella recordaba no era el mismo que se expresaba en la carta? ¿Qué ocurriría si él realmente no quería tener nada con ella y sólo escribía para ser amable?
¿Qué ocurriría si él era todo lo que ella recordaba?
Victoria sostuvo la carta contra su pecho y caminó hacia la tienda de enfermeras. Se sentó lentamente y la observó. Su mano tembló un poco, al deslizar sus dedos sobre su nombre escrito en el sobre.
“¿Tienes un enamorado?” El acento fuerte Irlandés de Aisling Walsh resonó alrededor de Victoria. Era una joven enfermera con cabello pelirrojo brillante y ojos color verde oliva. “¿Por qué te estás conteniendo? Ábrela.”
Victoria no se había preocupado en acercarse a otras enfermeras, pero Aisling tenía otras ideas. Ella se había negado a mantener a Victoria apartada y constantemente hablaba con ella. Victoria nunca lo habría admitido, pero estaba feliz de haber conocido a Aisling. Podría sentirse sola sin la otra enfermera. Victoria deslizó sus dedos por el sello. “No sé...”
“No sabemos cuántos días vamos a estar aquí. Los días son para ser vividos, para tratar de encontrar cualquier pizca de felicidad con la que seamos bendecidos.” Ella se acercó y colocó su mano en la de Victoria. “No la pierdas, ignorando un regalo, no importa cuán pequeño sea. Lee sus palabras.”
Dando un profundo suspiro, rompió el sobre y sacó la carta. Desdobló las hojas y comenzó a leer.
Victoria
Espero que al recibir esta carta se encuentre bien. Cualquier otro resultado es inaceptable...Esta guerra deja cicatrices en el alma de un hombre -mi alma- y tener alguien como usted en mi vida es un bálsamo sobre la peor de mis heridas. Ha pasado casi un mes, y siento como si el tiempo y la distancia separándonos fuera tremendo. Debo verla otra vez. Por favor, diga que aceptará, y encontraré la forma de ir a su lado.
Mi vida cambió completamente el día que la conocí. No sé cómo explicarlo, sólo que no puedo olvidarla, aún si lo intentara. Por favor, diga que siente lo mismo. Esperaré eternamente por usted, si es necesario, pero espero que no tenga que esperar tanto.
Mis disculpas por la corta misiva...Si tuviera más tiempo, escribiría más, pero ¡ay de mí!, el peligro no me permite tener tiempo para escribir poesía. Contarle noticias sobre el frente de batalla, no le daría mucha esperanza, entonces evitaré dar más detalles acerca de esta desdicha. Sepa que está en mis pensamientos siempre.
Con mucho respeto
William.
Victoria cerró sus ojos y tragó saliva, para deshacer el nudo que tenía en su garganta. Él quería verla de nuevo. ¿Debería ceder y decirle cuánto lo deseaba ella también?
“Por la sonrisa en tu cara, creo que es una buena carta,” dijo Aisling.
Ella alzó su mano a su cara. Victoria no se había dado cuenta que se había rendido y había sonreído. La felicidad era algo nuevo para ella. No le contestó a Aisling pero se dirigió a un mueble y tomó unas hojas para escribir. Después de haber anotado algunas líneas, fue a enviar la carta. Si tenía suerte, podía encontrar a William, dónde había estado destinado la última vez. A veces los hombres eran transferidos durante la guerra y podía tardar semanas para que una carta llegara a sus manos. Ella no iba a preocuparse por eso. William quería verla otra vez. Eso era lo único que le importaba en ese momento.
Capítulo 2
Primavera, 1915
Una lluvia copiosa cayó durante horas sin parar. La tierra debajo de los pies de Victoria Grant se volvió barro. A cada paso, sus pies se hundían en la tierra mojada y cubrían sus botas de estiércol y mugre. Estaba tan cansada de tener sus pies mojados.