Amando A Un Espía Americano. Brower Dawn. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Brower Dawn
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Серия:
Жанр произведения: Историческая литература
Год издания: 0
isbn: 9788835403494
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uniforme francés. Todavía le quedaba una hora y media antes de llegar al hospital de campaña.

      Giró lentamente y se encontró con la mirada del soldado alemán. Tenía un arma en su mano, y lo estaba apuntando directamente a William. “Tranquilo,” le dijo al hombre. “Hoy realmente no quiero ser herido.”

      Palabras en alemán salieron de la boca del hombre. El entendimiento de William del idioma alemán era limitado. Julian entendió más que él. Había una razón de por qué no salía mucho de Francia. Él hablaba mejor francés e italiano. Debería mejorar su alemán si quería que su trabajo de espía funcionara.

      “Me temo que no entendí nada de lo que dijo,” le dijo al soldado y dio un paso al frente.

      Él escupió más frases, pero esta vez había un tono más hostil en ellas. Para William fue suficiente y acortó la distancia entre ellos. Lucharon por el arma, y sonó un fuerte boom, resonando a su alrededor. Esto haría que vinieran más soldados. William debía terminar esto e irse tan rápido como pudiera. Él empujó al soldado con su codo y lo hizo arrodillarse.

      El hombre sacó un cuchillo y lo balanceó hacia William, pero no fue lo suficientemente rápido. Lo hirió en el costado, y un fuerte dolor lo invadió. William gimió de dolor y lo golpeó en la nariz. El soldado cayó al suelo, y William lo pateó fuerte, y lo volvió a golpear en la cara. Sus ojos giraron hacia atrás y perdió el conocimiento. William soltó un suspiro de alivio y corrió tan rápido como pudo de allí. Tan pronto como pusiera distancia entre él y el soldado, mejor.

      Cuando se sintió seguro, aminoró la marcha y comenzó a ir a un paso como en un paseo, sin prisa. Le dolía su costado por la herida, pero no quería detenerse para chequear qué mal estaba. Victoria podría curarlo cuando llegara...

      William aceleró hacia el hospital de campaña, donde Victoria estaba destinada, en cuanto lo vio. Habían pasado siete meses desde que la había visto por última vez, y no podía esperar para tenerla en sus brazos. Ella había sido tan cariñosa mientras había sido su enfermera. Incluso lo había castigado por haberse dejado herir. Ella era maravillosa, y él la adoraba. Victoria no estaría feliz, cuando se diera cuenta que lo habían herido con un cuchillo.

      A veces él se arrepentía de haberse involucrado en el esfuerzo de la guerra.

      Especialmente cuando su país no estaba involucrado en ella. William realmente creía en algún punto que su país pronto estaría dentro de la guerra, y quería estar en el lugar cuando eso ocurriera. Él creía que debía ser parte, para transformar el mundo en un lugar seguro. William tenía un fuerte sentido de responsabilidad.

      Victoria salió de una tienda y se abrigó con una capa de lana. Tiritó ligeramente y se frotó sus manos. Su cabello rubio estaba peinado con una larga trenza, que se deslizaba por su espalda. William caminó hacia ella. Ella observó que él se acercaba y frunció el ceño al reconocerlo. “¿William?”

      Ella corrió hacia él y lo abrazó fuerte. “¿Por qué no me dijiste que venías?”

      “No supe hasta hoy temprano, y quería sorprenderte.” Él se quejó cuando ella lo abrazó fuerte. La herida en su costado le producía un dolor feroz.

      “¿Qué te ocurre?” dijo ella, dando un paso hacia atrás. Victoria abrió su chaqueta y lo miró. La sangre había empapado su camisa de lino. Victoria dio un suspiro. “¿Por qué siempre vienes a mí herido?”

      “No estaba planeado, te aseguro.” Él le sonrió. “Un alemán y yo tuvimos un leve desacuerdo en mi camino hacia aquí. Él quería que me quedara, pero ay, tuve que insistirle para que me dejara venir a verte. Espero que disculpes mi apariencia. Esta no es la forma en que esperaba reunirme contigo.”

      “Ven conmigo,” ella ordenó. “Te veré la herida, y puedes contarme cómo has estado desde la última carta.”

      Se encaminaron hacia la tienda del hospital, y ella lo guió hacia una de los compartimientos posteriores. Le hizo un gesto que se sentara en uno de los catres y que se quitara sus prendas para ver su herida. “Quítate tu abrigo y tu camisa. Debo ver bien la laceración.”

      “No estás tratando de desnudarme, ¿cierto?” dijo ligeramente.

      Victoria lo fulminó con la mirada. “Créeme, esa no era mi intención.”

      “No quise decir...” Él dio un suspiro. “Fue mi poco conveniente intento de cambiar nuestro humor” William no estaba llevando bien esto.

      Victoria se veía un poco molesta con él. Ella lo tocó y él dio un salto.

      “Lo siento,” dijo ella. “No parece muy profunda. Tienes suerte; no vas a necesitar puntos. Sólo la voy a vendar, y después estarás bien para irte.”

      Ella trabajó en silencio hasta que la herida estuvo vendada. Cuando hubo terminado, se alejó de él para lavarse sus manos en un lavabo cercano. “¿Te quedarás mucho tiempo aquí?”

      ¿Por qué le había preguntado eso? “¿Quisieras que me fuera?”

      “No dije eso...” Victoria alejó la mirada.

      William se paró y se acercó a ella. Ella fue hacia sus brazos y apoyó su cabeza en su hombro. Él quería reconfortarla, pero se dio cuenta que esto era exactamente lo que él necesitaba. Abrazarla y asegurarse que ella estaba bien. Esto era todo lo que él quería. Que Victoria estuviera segura y feliz...¿Qué puedo hacer por ti?”

      “Ya lo estás haciendo,” dijo ella. “Pero tal vez debería dejar que termines de vestirte.” Victoria miró su camisa ensangrentada. “¿Tienes otra camisa para usar?”

      “No,” dijo él. “Pero está bien. No me importa usar una camisa manchada por ahora. Puedo conseguir una nueva después.” Él no sabía dónde, pero eso no importaba. William no quería que ella se preocupara. “Ven a caminar conmigo un poco.”

      “Me encantaría,” dijo ella y colocó su mano en la de él. Salieron de la tienda y caminaron hacia los árboles. Hacía frío, pero él no lo notó. Ella estaba con él, y eso hacía que todo lo demás desapareciera.

      Pasó la tarde con ella, y durante un momento se sintió feliz. William podía olvidarse que había una guerra, que había sido herido durante el día, y que tendría que dejarla pronto. Ella le había dado una razón para continuar luchando y él esperaba, que algún día, nunca más tuvieran que separarse.

      Capítulo 3

       Febrero, 1916

      Victoria suspiró al salir del tren. Finalmente, estaba en París. Había tenido suficiente del hospital de campaña durante un tiempo. No sabía qué podía esperar del hospital de París, pero al menos no sería forzada a caminar constantemente en el barro. Eso debía ser una mejora. No es que había estado suficientemente cálido para estar en el barro últimamente...Esos recuerdos todavía rondaban en su mente. Había comenzado a odiar realmente cualquier mezcla de agua y tierra.

      Llegó hasta la plataforma. Era un milagro que los alemanes no hubieran destruido los rieles del ferrocarril completamente. Ella pensaba que, en algún punto, viajar en tren se volvería imposible. Al menos no había tenido que caminar todo el camino hacia París.

      Buscó en su bolsillo y sacó un fajo de cartas. Tal vez, no debería haberlas guardado, pero era todo lo que tenía de él. Sus cartas eran pocas y esporádicas. Él no estaba siempre en un lugar en el que ella pudiera enviarle una para responderle, pero de todas maneras, le había enviado varias. Victoria temía por él, y sentía su corazón roto por no saber si volvería a verlo alguna vez. Su mano tembló al volver a colocarlas en su bolsillo. Estuvo tentada de abrirlas y leer sus palabras otra vez, pero ese no era el momento.

      No iba a ser la primera vez o probablemente no la última vez que iba a perderse en sus cartas. Era un mal hábito que ella debía cambiar de alguna forma. Con las cartas seguramente guardadas, giró su atención hacia la estación