El Amanecer Del Pecado. Valentino Grassetti. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Valentino Grassetti
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Серия:
Жанр произведения: Современная зарубежная литература
Год издания: 0
isbn: 9788835404651
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ágil y elegante en el hilo del teléfono, yo, desde la otra parte, levanté el auricular. Ella, la llamada, había llegado al fin.

      Daisy contuvo la respiración, antes de que las palabras comenzasen a desplazarse fluidas y ligeras.

      –Chicas, agarraos. Participaré en la próxima edición de Next Generation.

      Un murmullo de sorpresa recorrió los pupitres. Le siguió un montón de felicitaciones, algunas sinceras, muchas forzadas, otras que sonaban como una sentencia de muerte.

      Algunas muchachas, sobre todo las más listas del curso, no aguantaban que una como Daisy Magnoli, con un nivel escolar bueno pero no realmente alucinante, pudiese hacerles sombra con aquella noticia imprevista que hizo demasiado daño a su ego. Daisy pensó que era normal. Los celos eran parte del juego. Y además estaba habituada a ser considerada fastidiosa.

      Daisy Magnoli estaba en el tercer año de instituto. A pesar de la adolescencia marcada por la muerte de su padre, parecía la publicidad de la vida.

      Los cabellos largos y brillantes, la sonrisa esplendorosa, los ojos azules abiertos de par en par al mundo, la expresión del rostro frívolamente maliciosa o inocente dependiendo del capricho del momento. Y luego la belleza de un cuerpo hecho para ser deseado… todos los ingredientes que creaban un encanto particular del que nadie era capaz de sustraerse.

      Todos motivos perfectos para ser odiada.

      Observó que Milena Nassi y Susy Del Nero eran las más envidiosas. Las dos de dieciocho años, conocidas como la rubia y la morena de quinto D, tenían los labios vueltos hacia arriba forzados en una sonrisa artificial, los ojos fríos centelleantes de malicia que parecían decir: Disfruta ahora, querida. Disfruta mientras puedas…

      Daisy sabía que participar en el programa estrella del Canal 104 estaba fuera del alcance de todas las muchachas del instituto y se preguntó en qué maldad estarían pensando. En ese momento oyó una frase en boca de Lorena.

      –Me pregunto, ¿estáis bromeando? –gruñó la chica a Milena y Susy. – ¿No lo estáis pensando realmente?

      Ninguna de ellas respondió pero miraron a Lorena con una elevación de cejas condescendiente, como diciendo que ella hacía bien en sacar las garras para defender a la amiga pero eran ellas las que tenían razón.

      –No. Lo digo en serio. ¿Qué tiene que ver…?

      Daisy no oyó la frase de Lorena debido al ruido de una mochila tirada sobre el pupitre. Pero no se le escapó el movimiento de labios de la compañera. Los labios húmedos de Lorena se habían movido nerviosos arriba y abajo acabando una frase que le arruinó el resto de la jornada.

      –… ¿qué tiene que ver su padre?

      El ego de las dos muchachas para no sentirse dolido había llegado a un compromiso: la convicción de que Daisy, la hermosa Daisy, la flor perfumada Daisy había sido escogida porque en la televisión adoran las historias fuertes. Y Daisy tenía un padre que se había suicidado.

      Pronto, sobre el escenario de Next Generation bailarían las sombras de su pasado.

      Archivo clasificado nº 1

      La redacción ha recibido la documentación grabada

      Entrevistando al testigo (omitido)

      GRABACIÓN COMPLETA

      – ¿Comenzamos la charla? ¿Qué piensas?

      –Vale. Estaba con una abstinencia del carajo, ¿vale? Necesitaba chutarme. Por eso había ido abajo, a la costa. Son sólo cinco minutos en coche.

      –Alberto, por Dios, que estás en arresto domiciliario. ¿Quieres volver a la cárcel? Sabes cuánto han gastado todos contigo.

      –Lo sé, lo sé. La comunidad, la recuperación y todo lo demás. Es gracias a ellos que no he muerto de sobredosis. De todos modos, el cerebro lo tengo frito. Tengo también los dientes rotos, las cicatrices en los brazos, las señales de las puñaladas de los traficantes en la espalda, el culo roto. Soy una ruina, es verdad. Un alma perdida. Pero no soy un mentiroso.

      –Entonces, ¿es verdad?

      –Yo nunca he creído en Mazinger Zeta o El Hombre Delgado o cualquier otro puto y jodido superhéroe. Pero aquello de allí no era normal.

      –Cuéntamelo otra vez.

      –Pero ¿por qué grabas esta historia? ¿Luego se la das a los carabinieri?

      –Alberto, te hemos sacado de la cárcel no sé cuántas veces. ¿Y todavía no te fías de mí? Venga, cuenta.

      –Oh, vale, mierda. ¿Otra vez?

      –Otra vez, sí.

      –Ok, ok. Vale: eran más o menos las tres de la madrugada. En el distrito del Duomo todo está muerto a esa hora. Estaba sentado en las escaleras de la iglesia, el torniquete apretando el brazo y la jeringuilla buscando una vena decente. Antes, en casa, había vomitado y tenido algunas convulsiones. Bueno, debía pincharme. Apenas media hora y ya tenía el material. No sabía dónde carajo inyectármela. Los brazos estaban hinchados y lívidos, llenos de agujeros, todo hematomas rojos, azules y verdes. Faltaba la media luna para ser la bandera de Azerbaiyán. Las piernas estaban aún peor que el resto. Finalmente me he quitado un zapato para pincharme en la planta del pie. Con la heroína circulando estaba como Dios. Luego veo esa furgoneta blanca. Bajaba tranquila. Sabes, de esas con el cajón detrás que usan los albañiles.

      –Lo sé. Conocía a Giovanni.

      – ¿Y quién no conocía a Giovà1? Un día me ha dado un montón de golpes. Quería robarle un saco de cemento del almacén, vamos, para venderlo y sacarme unos euros. Sus manos parecían dos palas. Dijo que me apreciaba y que no quería engañarme, sino que quería hacerme comprender el valor de las cosas que se ganan con sacrificio. A su modo era un educador.

      –No divagues. Dime lo que pasó después.

      –Bien, Giovanni coge la calle hacia Porta Duomo, pasa el semáforo que indica los trabajos en curso. La calle es estrecha, un poco porqué está encerrada entre los edificios, un poco porque hay un montón de adoquines amontonados sobre el borde de la carretera. Estaban rehaciendo la acera. Luego llega ese taxi en sentido contrario. Iba como loco y… ¡pum! Un choque frontal terrorífico. El taxi vuelca de un lado y comienza a arder. El taxista sale, no sé cómo. Tiene la camisa cubierta de sangre. Da unos pasos, se cae de rodillas y luego da con la cara en el suelo. No entendía si se había muerto o sólo desmayado. Mientras, el pobre Giovanni estaba dentro de la furgoneta con la cabeza saliendo entre los cristales del parabrisas. La sangre caía sobre el capó y… amigo, ¿estás bien? estás blanco como el papel.

      –No, todo está bien. Giovanni no merecía morir de esa manera. Continúa.

      –Sí, pobre Giovà. Pero ¿es cierto que luego me darás treinta euros?

      –No son para ti sino para tu madre. Debe hacer la compra esa santa mujer.

      –Ok. Tranquilo que no me compraré droga. Entonces: un momento más tarde el taxi fue envuelto por las llamas. Una escena horrible. Ella estaba dentro. En una trampa como un ratón. Luego llegó ese tío.

      – ¿Puedes describírmelo?

      –No sé qué cara tenía. El humo venía hacia mí. Estaba muy colocado y no podía levantarme. Pensaba que iba a morir intoxicado. Tosía y vomitaba, un poco debido al humo y un poco por la heroína que estaba cortada con alguna mierda. De todas formas, tenía los ojos bien abiertos, la cabeza envenenada con la droga me hacía creer que era un héroe valiente que debía mirar a la cara a la propia muerte. Sólo que vi otra cosa. Observé a aquel tío en medio del humo que se acercaba al coche. El automóvil era un balón de fuego. El traje del tío se incendió y él comenzó a arder. Juro por Dios que ardía pero era como si no se diese cuenta. El cabello crepitaba, la piel de la nariz chisporreteaba sobre la tierra como si fuera aceite frito. A pesar de todo esto el hombre abrió la ventanilla, abrió la portezuela desde el interior y la sacó. La tenía entre los brazos que,


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Nota del traductor: En dialecto, en el original. Manera familiar de llamar a Giovanni.