Jesús, Nacido En El Año 6 «antes De Cristo» Y Crucificado En El Año 30 (Una Aproximación Histórica). Guido Pagliarino. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Guido Pagliarino
Издательство: Tektime S.r.l.s.
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Жанр произведения: Историческая литература
Год издания: 0
isbn: 9788835407362
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cristianismo como ideología para reforzar su imperio. También los emperadores cristianos, sobre todo los del Oriente, tienden a darse un valor absoluto, contra las posturas de los cristianos que defienden la libertad de la conciencia personal. Tendrá que producirse la caída del Imperio de Occidente para que el pensamiento humanista cristiano se imponga completamente. El hombre para los cristianos es persona en cuanto hijo del Creador y no porque tenga cierta posición social bajo un poder, privado del límite de Dios: el poder político es para el hombre, no el hombre para el poder. Jesús dijo: “Quien quiera ser rey, que sirva a los demás”. El desaparecido mundo grecorromano, a pesar de que muchos hoy lo idealizan en este sentido, no resultaba dar al individuo su verdadero valor. Esta cultura, permeada de filosofía griega, separaba la búsqueda de Dios de la historia, e incluso consideraba a la historia, la sociedad, la materia, indignas de Dios y de la chispa divina presente en el hombre. La Iglesia, desde el principio, actúa en el tiempo de la sociedad, donde la persona, ya aquí, experimenta a Dios, según la Palabra encarnada en la historia en lo que San Pablo llama la plenitud de los tiempos: Dios ha revelado, encarnándose, la tarea y el Fin último (el propio Dios) del ser humano (…) Desde los primeros tiempos de la Iglesia, a partir del ejemplo de Cristo, trata de construir, en la medida de lo posible, un mundo mejor. Todo verdadero cristiano ejercita una completa humanidad en sus relaciones con otros, eligiendo construir el bien según su propia buena conciencia. En el mundo grecorromano solo unos pocos elegidos esperaban, con ayuda de la filosofía, elevarse al Ser, huyendo de la despreciada materia. Para los demás, la vida estaba condicionada por poderes innumerables y caprichosos, dioses y demonios, tiránicos, como el poder político. Con el cristianismo, que afirma que Dios ama a todos y quiere salvar a todos los que lo deseen, que la vida en el mundo visible es un bien, porque es una prueba libre de elevación a Dios, la magia se pulveriza y entran en todos, no solo en unos pocos elegidos, el principio de lo sagrado y la Esperanza. Desaparece el ciego destino. Finalmente, la posición del hombre sobre la tierra tiene sentido para cada uno, las buenas obras sirven para sublimar para el Fin último, la alegría en Dios, alegría que en parte ya está aquí si se actúa de buena fe: es algo felizmente nuevo, antes inesperado. Ha nacido el concepto cristiano de persona. Esta palabra indicaba hasta entonces, en sentido estricto, la máscara del actor y hoy podríamos decir sociológicamente que el papel social: en un extremo del elenco el dios-emperador, en el otro, el esclavo y en medio diversas posiciones sociales, apreciadas más o menos o nada: las personas se estiman o desestiman, no por su valor intrínseco, sino solo por su papel social. Por ejemplo, si una persona altruista e inteligente caía en la esclavitud, a la sociedad no le importaban nada sus cualidades, como mucho las apreciaba el amo porque le servía mejor. Con el cristianismo ya no es así. San Pablo dice claramente que no hay ya griegos ni judíos, ni libres ni esclavos, ni hombres ni mujeres. No tienen todavía fuerza política para abolir la esclavitud, sino que los cristianos son despreciados y perseguidos, pero el principio es muy claro y todo verdadero cristiano trata el esclavo que encuentra como hermano en Dios. En cuanto a las mujeres, San Pablo les pide que no hablen en la asamblea, pero se trata de prudencia, si no de necesidad, porque la sociedad de la época es todavía tan antifeminista que se arriesgaban a que las asambleas cristianas se vaciaran: la Iglesia, o por mejor decir, su cabeza, Jesús, quiere que los seres humanos se santifiquen, pero sabe que se dirige a personas normalmente colmadas de defectos y considera, por tanto, la prudencia (¡no la vileza!) como una virtud. Por tanto, finalmente, persona significa el sujeto humano que tiene un valor absoluto por ser hijo de Dios, creado a su imagen espiritual sobre el modelo del Adán perfecto y hermano Jesucristo. Antes que nada en este mundo está la persona dotada de conciencia libre y nadie delante de Dios, ni, por tanto, delante de sus hermanos en Cristo es superior a otro: como han evidenciado los historiadores y teólogos más atentos, entre ellos Luigi Negri, la humanidad debe al cristianismo este concepto de persona. Para poder elegir el bien, el sujeto humano debe ser libre, sin coacciones por parte de un Estado absoluto, en el sentido de privado del límite de Dios y para el que solo cuentan los papeles sociales. Los muchos mártires cristianos no aceptan la muerte por fanatismo, sino para testimoniar la libertad de elegir a Dios y rechazar el culto al emperador. Pero Cristo dijo claramente que, en el mundo, y por tanto en la Iglesia, habrá siempre grano y grama. Por tanto, la historia del cristianismo incluirá por dos milenios espléndidos ejemplos por una parte y actos negativos, en ciertos casos llegando a la atrocidad, por otra. He escrito ejemplos y actos y, de hecho, es necesario precisar que en el cristianismo el bien y el mal, el grano y la grama, conciernen a la conciencia de la persona y que, por tanto, pueden incluso ejercerse actos dañinos de buena fe. Más o menos en el segundo milenio, los actos dañinos o incluso atroces, serán, como es sabido, cada vez graves y extendidos, hasta la edad barroca y, en algunos lugares, como en España, llegando hasta la Revolución Francesa. [Extracto del ensayo de Guido Pagliarino, La volontà di coscienza, saggio storico-sociale]

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  Muchos piensan que los testigos de Jehová son una iglesia cristiana, pero en su momento la Unión de las Iglesias Cristianas Evangélicas no quiso admitir a su iglesia en su organización, porque no la juzgaba cristiana, pues los testigos de Jehová no creen en la divinidad de Jesús, aunque lo honren por considerarlo un mandato de Jehová. Si se les pudiera definir como cristianos, también lo serían los creyentes islámicos, puesto que también para ellos Jesús es un personaje venerado, el profeta que anuncia la venida de Mahoma, pero no es Dios eterno no creado, pero, con razón, nadie los llama cristianos. Bueno, al menos para evitar equívocos, que se defina como cristiano solo quien crea que Jesús es también Dios. No creemos confusiones con los calificativos.

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  Segunda edición en italiano, La teologia del XII secolo; Milán, Biblioteca di cultura medievale, Jaca Book, 1999.

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  Puede ser interesante saber que los Hechos de los Apóstoles parecen constituir la segunda parte de una sola obra, de la cual la primera se transmitió como el Evangelio de San Lucas. Según Luciano Canfora, esta idea no se ve afectada por el hecho de que tengamos un proemio dedicado a un tal Teófilo (tal vez, añado, un personaje simbólico para indicar a cualquier amante de Dios, es decir, cualquier creyente): el proemio al principio de los Hechos de los Apóstoles, afirma este estudioso, es «según la práctica de la historiografía helenística (Polibio, Diodoro, etc.), un enlace entre el libro precedente y el siguiente», mientras que «el proemio que leemos al principio del Evangelio de San Lucas (es decir, el primero de los dos libros) se refiere a ambos libros», cfr. Luciano Canfora, Storia della Letteratura greca, pp. 657 y ss.

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  Exactamente de Jn. 18, 31-33 y 37-38.

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  La letra P con la que se designan indica precisamente que se trata de un documento sobre papiro y el número da el orden de descubrimiento.

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  Fuentes: C. P. Thiede y Matthew D’Ancona, Testimone oculare di Gesú; AA.VV., Il Cristianesimo questo sconosciuto; Michel Quesnel, La storia dei Vangeli; y, para la noticia del códice relativo a Virgilio, Sebastiano Saglimbeni, «Sulle Bucoliche virgiliane e i luoghi della natura», en la revista Le Muse, 1, 2002, A.G.A.R Editrice.

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   Más exactamente, para el cristianismo católico, tras el Concilio Vaticano II, ya que hay protestantes que lo niegan, e incluso algunos católicos, entre los integristas, que no ven favorablemente este concilio.

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1 Cor 15, 39-49: al ser parte del Nuevo Testamento, para los creyentes es Palabra de Dios.

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  Hablo más a fondo de esto en La vita eterna – Saggio sull’immortalità tra Dio e l’uomo, Prospettiva Editrice, 2003, escrito en 1998 y ya publicado por mí mismo, por primera vez en e-book MS Reader nel 2001, bajo el título L’eterno corpo umano.

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  1 Jn 3,2.

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    En conjunto, los libros sagrados hebreos constituyen el Tanak, del que la Torá es la Ley (los cinco libros del Pentateuco cristiano); los Nevi'im, los Profetas; los Ketuvim, los escritos. En la época