“La OMS asegura”, “un nuevo estudio revela”, “la Universidad de Harvard dice”, son frases cuña que sin sustento alguno ayudan a que hasta el más absurdo rumor o noticia falsa se haga viral y se dé por cierta.
La conspiración de las élites sobre una población bien manipulada y mal informada goza de excelente salud gracias a las redes sociales, unas élites con nombres y apellidos, o bien, tan secretas a decir de Marx, que en realidad no las conocemos y solo sabemos de algunos grupos y sectas, como veremos en el próximo capítulo.
IV: El Poder del Secreto:
gremios, sectas y grupos de poder:
Reinados, Sacerdocios, Gremios, Sectas, Mafias, la Mano Negra, etc.
Si quieres de verdad conservar un secreto, no se lo cuentes a nadie, y mucho menos a mí, porque yo no sé guardarlo, y queriendo o sin querer se va a escapar de mis manos, de mi boca, de mi lengua, de mis gestos, porque tarde o temprano, con tortura o sin tortura acabaré confesando.
Los secretos pueden ser poderosos y tener la capacidad de cambiar el destino de la humanidad, o favorecer a unos pocos, o proteger a unos cuantos.
La información es un privilegio.
La sabiduría puede ser una herramienta privada.
Hay secretos que por más que se difundan, nunca acaban de ser desvelados.
Cada revelación necesita de un momento preciso y precioso para ser compartida.
La humanidad no siempre está preparada para conocer un secreto, para elevar la consciencia, para comprender una fórmula, para entender que lo que se le dice es cierto, por eso hay secretos que ni desvelados sirven para nada, y son como semillas que caen en campo yermo.
Se habla de un salto cuántico de la consciencia humana, cuando la gran mayoría de la humanidad apenas si tiene conciencia reducida a la moral convenenciera de su época y de su contexto, y, por supuesto, no sabe nada de física cuántica más allá de la ciencia ficción.
El optimismo casi siempre es agradable.
El pensamiento positivo casi siempre anima y empuja.
Pero no es suficiente con ser optimista y positivo, ya que sin preparación previa, sin conocimientos sólidos adquiridos y sin plena consciencia, no solo no puede dar un salto cuántico, sino que no puede ver un secreto desvelado ni aunque se lo pongan delante de sus ojos. A veces intuimos e interpretamos sin percibir algún secreto, e inventamos una realidad que no existe, pero que nos parece consistente, quedando el secreto a salvo de nuestras elucubraciones, por científicas que parezcan.
El átomo está ante nuestros ojos,
lo intuimos, pero no lo vemos.
Si un extraterrestre llegara e intentara explicarnos algunos de los secretos de la Naturaleza Universal, no le entenderíamos, pero interpretaríamos a nuestra manera y desde nuestro nivel científico y cultural lo que nos explica.
Hay una lucidez innata en el ser humano, es cierto, pero no siempre alcanza para razonar, para estudiar, para analizar e ir en busca de la verdad desnuda y sin secretos, con el agravante de que la humanidad lleva miles de años engañada, controlada y manipulada, sin necesidad de inventos chinos de reconocimiento facial y esclavismo social, y con serias dificultades para comprender lo que está más allá de su entendimiento.
Vigilarnos a todos y cada uno de nosotros no solo es inútil y aburrido, sino del todo innecesario, porque la mayoría de los seres humanos se porta bien y cumple con su papel social asignado desde su nacimiento. Hasta los rebeldes y los marginados cumplen con su parte, y colaboran con el sistema como nadie, tal y como lo relata George Orwell en su 1984, por lo que el ojo del Gran Hermano ya funciona desde hace milenios separando a los corderos buenos de los corderos malos.
Los poderosos tienen miedo, pero se equivocan de enemigo; el pueblo llano, los pobres y las clases medias no pueden hacerles ningún daño. Solo otros poderosos pueden arrebatarles el poder que guardan desde hace miles de años.
En los últimos quinientos años han emergido como nunca antes los comerciantes, los industriales y los políticos, derrocando reyes y mermando a las grandes religiones, de la misma manera que cuando emergieron las grandes religiones y sometieron a los emperadores de antaño, obligándolos a compartir su poder.
Hoy no sabemos exactamente quién manda, quién mueve los hilos, quién mece la cuna, quién o quiénes son la mano negra que todo lo dirige desde las sombras, un dios, unos extraterrestres, o unos simples seres humanos mortales que comen y tienen necesidades fisiológicas como todo el mundo, que envejecen y enferman, y que temen como nadie a perder sus privilegios milenarios o centenarios.
¿La humanidad está preparada para saber quiénes son sus verdaderos dueños?
¿La humanidad está preparada para contactar con una cultura extraterrestre?
No se sabe, pero sí se sabe que no está preparada para enfrentar una simple y falsa pandemia, que se esconde como un animal asustado, que se finge empática, responsable y solidaria para justificar sus miedos, que no es capaz de estudiar, analizar, comparar, contar y poner en duda lo que le dicen los “expertos” por televisión o a través de las redes sociales, y si no está preparada para enfrentar o desvelar una mentira tan contradictoria, absurda, nada científica e inconsistente como el de una falsa pandemia, difícilmente lo estará para pruebas más duras que puedan romper su burbuja.
Aceptar la verdad es difícil cuando se han vivido milenios en la mentira.
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