El capítulo 5 cierra la discusión de estos temas con las proyecciones hacia el Chile de mañana, y discute si las conclusiones son apoyadas por la Casen 2009, 2011 y 2013 (lo son). Provee un análisis de la pobreza con la visión de cohortes. Finalmente, en el capítulo 6, hay una discusión respecto a las políticas públicas que Chile debiera adoptar.
Para comenzar a profundizar en los distintos temas que trata este libro, los indicadores, la evidencia y toda la discusión, es útil partir con el estado actual del debate. Como se señaló, existen posturas diferentes entre las personas dedicadas a estudiar estos tópicos, entre ellas algunas que no necesariamente corresponden con la evidencia que se presenta en este libro. Por ello es importante examinar antes las distintas posturas.
1.2. ¿ES CHILE “EL PEOR DE LOS MUNDOS”?
Comenzaremos esta sección con dos extractos del libro Las prisas pasan, las cagadas quedan, de Felipe Lamarca (2009):
“(…) Considero que las desigualdades de ahora son mucho más escandalosas e intolerables que en otra época” (p. 106).
“El otro factor que a mi modo de ver está en las raíces del descontento de los chilenos en la actualidad es la sensación de vivir en un país que tiene mucho de club” (p. 114).
Si bien una lectura cuidadosa de su texto muestra que la posición de Lamarca no queda correctamente representada por estas citas, ellas sí dan el sabor de su línea argumental, que fue el atractivo de su libro cuando fue publicado.
En el debate actual muchos autores argumentan que no hay espacio para el optimismo, porque la distribución de ingresos no ha mejorado en las últimas décadas. Si a esta situación le agregamos una escasa movilidad social, podríamos concluir que alguien que nace en situación de pobreza está condenado a mantenerse en ese estado durante toda su vida. No importa el esfuerzo, el talento y la productividad que esta persona alcance en su vida, porque siempre se mantendrá en el grupo de los menos asalariados. Una alta desigualdad de ingresos más una baja movilidad social es lo que a través de nuestro libro se denomina “el peor de los mundos”. La evidencia que se presenta en este libro refuta esta visión. Chile no se encuentra allí y, al parecer, está bien encaminado hacia el futuro.
La visión de Chile como “el peor de los mundos” no es una mirada o interpretación correcta del proceso que está viviendo el país. Por ejemplo, la distribución de ingresos es dinámica y su evolución a través del siglo veinte nos enseña importantes lecciones acerca de hacia dónde nos dirigimos.
Cuadro 1.2. ¿Está Chile en “el peor de los mundos” en cuanto a desigualdad y movilidad?
Alta desigualdad de ingresos | Baja desigualdad de ingresos | |
Alta movilidad social | 1:Alta movilidad social,alta desigualdad de ingresos.EE.UU. | 2:Alta movilidad social,baja desigualdad de ingresos.“El mejor de los mundos” |
Baja movilidad social | 3:Baja movilidad social,alta desigualdad de ingresos.“El peor de los mundos” | 4:Baja movilidad social,baja desigualdad de ingresosFrancia, Italia |
En el Cuadro 1.2 se muestran todas las combinaciones posibles para desigualdad y movilidad4. “El peor de los mundos” ocupa el cuadrante 3 (baja movilidad, alta desigualdad). Esta tabla es ilustrativa porque nos permite formular dos preguntas que involucran directamente los temas que hemos presentado y el contexto en que se encuentra el debate actual.
Primero, ¿dónde se encuentra Chile? De acuerdo a los datos, el país está más cerca de hallarse en el cuadrante 1 (alta movilidad social y alta desigualdad, una situación similar a la de Estados Unidos) que en el cuadrante 3, correspondiente al “peor de los mundos”, donde la movilidad es baja y la desigualdad alta.
En segundo lugar, ¿hacia dónde se dirige el país en el largo plazo? ¿Vamos camino hacia “el mejor de los mundos”, donde hay alta movilidad y baja desigualdad (cuadrante 2)? La respuesta es positiva y muestra que Chile va relativamente bien encaminado. Lo examinaremos en más detalle en el capítulo 5.
En el cuadrante 1 están países como Estados Unidos, en donde tanto la desigualdad de ingresos como la movilidad social son más bien altas. Si bien la riqueza está concentrada, no hay barreras importantes para unirse al grupo de los ricos. Es importante enfatizar esto porque el solo hecho de saber que existe una probabilidad significativamente distinta de cero de convertirse en parte del segmento más alto, si se trabaja y esfuerza lo suficiente, puede ser un incentivo lo bastante fuerte como para que una persona decida educarse y desempeñarse de la mejor manera posible en su trabajo.
En el cuadrante 4 están países como por ejemplo Francia o Italia, en los cuales es difícil unirse al grupo de los acaudalados, pero la diferencia de ingresos entre las personas más pobres y las más ricas no es tan grande como en otras naciones. Una baja movilidad social puede ser menos costosa en una sociedad donde las diferencias entre ricos y pobres son menores. Sin embargo, aun cuando la movilidad social sea más alta en un país con baja desigualdad de ingresos, los incentivos a trabajar duro y educarse no son tan grandes como en un país donde existe una gran diferencia entre grupos socioeconómicos. Esto es relevante en la medida en que si las personas trabajan menos, el país se termina empobreciendo.
En este libro concluimos que, a pesar de que la evidencia no está disponible aún para grupos de personas nacidas más cerca del presente, el análisis existente nos permite deducir que la mejora en la movilidad social intergeneracional que se había observado en Chile para los nacidos en la primera mitad del siglo XX, está en condiciones de reanudarse para los nacidos a partir de los años 80. De esta forma, es posible pensar que nos estamos moviendo hacia una menor desigualdad y una mayor movilidad. Por lo tanto, Chile estaría transitando hacia el cuadrante 2 en el Cuadro 1.2. Las proyecciones en este sentido están en el capítulo 5.
Ahora, la discusión de la movilidad social en este libro se divide en dos: intrageneracional e intergeneracional. Incorporando estos conceptos, el “peor de los mundos” corresponde a una baja movilidad intergeneracional y una alta movilidad intrageneracional. Para las personas que creen que Chile está en esta categoría, la movilidad intrageneracional existe, pero no implica a larga un ascenso o descenso social: es solo ruido en torno a un mismo ingreso. Esto quiere decir que un padre lucha por mantener un nivel de vida satisfactorio, pero es afectado por múltiples shocks, y su hijo hereda el ingreso promedio del padre (y es de esperar, los shocks). Esto significa que un padre en situación de pobreza no solo está condenado a tener un hijo igual de pobre que él, sino que además el hijo enfrentará una gran variabilidad en los ingresos que recibe a través de su vida.
Ampliando entonces la definición de Chile como “el peor de los mundos”, quienes así piensan sostienen que contamos con tres cosas: alta desigualdad de ingresos, baja movilidad intergeneracional y alta movilidad intrageneracional.
A pesar de que existen personas que consideran negativa una alta movilidad intrageneracional —argumentando que implica vulnerabilidad— este libro sostiene que esa visión es equivocada y que siempre una sociedad móvil es preferible. Una sociedad donde todos tienen la posibilidad de caer en una situación de pobreza es mucho mejor que una sociedad donde los pobres son siempre pobres y nadie sale de la pobreza. Una alta movilidad social es imposible sin personas que pierdan su posición en la sociedad. No puede ser de otra manera: por su propia naturaleza, el concepto de movilidad implica que cuando alguien sube de posición, otro baja.
Finalmente, ¿es realmente una alta desigualdad tan perjudicial como se infiere de la forma en que el tema es tradicionalmente tratado en las discusiones? En principio no, si está asociada, por ejemplo, a aumentos